Andrés Piqueras:
"Esas políticas impuestas están destinadas cada vez más a rescatar
artificialmente y a costa de las sociedades el beneficio del gran
capital global, en gran medida financiarizado. Algo que no se puede
contrarrestar pidiendo al Estado una protección que no puede dar (ni ya
está para eso); tampoco consiguiendo un nuevo país “independiente”,
reproductor de lo mismo, por las burguesías locales; ni por supuesto
intentando volver atrás en la historia, como pretende la izquierda del
capital. Con el despotismo ciego de la extrema derecha, por su parte, lo
único que se garantiza es la destrucción social con consentimiento de
las masas, más y más programadas para votar por sus verdugos, para
aplaudir el fin de la democracia liberal.
Para 2019 la situación se tensará todavía más en Europa. A partir de
este mes el Banco Central Europeo dejará de emitir “dinero mágico”,
sacado de la nada, para aparentar que la economía sigue funcionando más o
menos normalmente. Con ello son de prever en el futuro cercano nuevas
subidas de las deudas soberanas e inestabilidades económicas de diversos
tipos (desde los mercados bursátiles a los hipotecarios) que servirán
de excusa auto-recurrente para apretar el acelerador de los ajustes
sociales y la destrucción de las condiciones de vida de las sociedades,
mientras la propia UE se descompone y, en lo global, el dólar se asoma
al abismo.
En el Reino de España la caída del gobierno actual es probable en
unos cuantos meses. La convocatoria de elecciones nos llevará a la
irrupción de la extrema derecha. Esto significará en lo inmediato una
(aún más) brutal ofensiva de represión en Cataluña, porque allí está la
sociedad más movilizada que hay ahora mismo en Europa, y por tanto la
única con alguna posibilidad de superar un independentismo burgués
reproductor de lo mismo. También significará un nuevo rejonazo en las
espaldas ya desangradas de la sociedad española en general. Igualmente,
claro, la definitiva salvajización del mercado laboral.
Mientras que las derechas del capital se van corriendo al extremo,
para allí mostrar apariencia “antisistémica” con el fin de encauzar el
cabreo de las masas, y las izquierdas clásicas se auto-aniquilan, las
izquierdas renovadas del capital miran con cara bobalicona a lo que
pasa, intentando dar alguna respuesta reformista que les permita seguir
enganchadas a cargos públicos (aunque para ello tengan que renegar de
Venezuela o de haber aparentado en algún momento ser ellas también
antisistema). Unas y otras de esas izquierdas nos siguen proponiendo que
la crisis civilizacional capitalista se resuelve con alguna dosis de
política fiscal, gestión “progre” del gasto público o control de la
galopante corrupción.
Pero ni las dinámicas degenerativas del capital ni las reacciones de
cabreo de las sociedades están ya para esas medias tintas inviables. El
brexit, los chalecos amarillos, las coaliciones a la italiana
entre la extrema derecha y la izquierda del capital, los
Casado-Rivera-Abascal, los Orbán, Bolsonaro, Trump, Duque, Duterte, Le
Pen… son algunos de los resultados de las reacciones cabreadas a todo
esto, y nos indican que la construcción de una izquierda integral,
altersistémica y capaz de dar la batalla democrática también en el plano
transnacional, se hace cada vez más imprescindible en el juego de todo o
nada que nos propone hoy el capital terminal. Aquí su primera gran
prueba podrá ser muy pronto Cataluña"
"“España” ha sido una anomalía anacrónica aislada del mundo, que tuvo
que engancharse en condiciones de sumisión a la Europa que estaba
gestando el Gran Capital en los años 80. Se vio forzada, así, a
desindustrializarse y convertirse en un país de servicios turísticos: el
parque temático de Europa. Eso explica porqué nuestra economía tiene
unas bases tan endebles y ante cualquier crisis cíclica capitalista
siempre sale la peor parada: estamos en el pódium de los ganadores en
tasas de desempleo, desigualdad social, pobreza infantil, fracaso
escolar… Pero por eso también crecemos más cuando la fiesta del capital
ficticio-especulativo está en auge, es decir, cuando proliferan las
“burbujas” financieras como pompas de jabón.
Al calor de esos precedentes no nos podemos extrañar de que la
corrupción sea un proceso normalizado, estructural, de la
economía-política española. ¿Por qué habría de parecer raro que seamos
el único país-Estado que tiene al frente del Gobierno a un partido
“investigado” como tal por corrupción y otros delitos (siendo una de las
organizaciones con el mayor número de presos de todo el territorio
europeo), y a pesar de ello y de la destrucción deliberada y sistemática
de pruebas, no se “investiga” a su presidente? En cualquier otro país
europeo ese partido no estaría facultado para poder estar al frente del
Gobierno. No podría presentarse a elecciones después de haber ganado al
menos varias de ellas “dopado” con financiación ilegal.
Tampoco parece muy extraño que en un país como éste los miembros de
las más importantes instancias judiciales estén puestos por los partidos
dominantes de la oligarquía (los mismos que constituyeron el Bipartido
del Régimen, para turnarse sine die en el Gobierno). Y que por
tanto el poder judicial en su conjunto se transforme tan a menudo en un
ariete de combate contra las luchas sociales, en defensa de aquella
misma oligarquía.
La propia jefatura de Estado, la monarquía, también es parte de esa
anomalía. No olvidemos que en este país-Estado coexisten dos reyes, pues
el más viejo exigió no perder esa condición al abdicar y así no tener
que responder ante la ley, y el más joven no tiene la más mínima
voluntad de llevar un Estado de naciones ni la menor idea ni propensión a
hacer algo por una sociedad descuartizada por el capital. Su última
intervención pública es propia de lo más rancio de la burguesía que
nunca superó el franquismo (es lo que tiene no haber sido derrotada),
incluso con claros tintes decimonónicos. Lo más patético que ha
expresado en Europa un jefe de Estado desde la Segunda Guerra Mundial.
Un verdadero rey-ultra, a quien nadie ha votado y que ha tirado por la
borda frente a las naciones de España cualquier posibilidad de
legitimarse.
¿A quién le puede extrañar que haya alguna sociedad-nacional que se
quiera ir de aquí? Como recordaba hace poco Pérez Royo, Cataluña, que
está en el origen del derecho a la autonomía en el Reino de España, es
la única comunidad autónoma cuyo Estatuto de Autonomía no ha sido
aprobado por su Parlamento y ratificado por sus ciudadanos. La única"
https://blogs.publico.es/dominiopublico/24367/la-anomalia-espanola-y-el-derecho-a-decidir/
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