“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


martes, 31 de julio de 2018

Horizontes de progresismo neoliberal

Puntualicemos que la trampa no radica en el eje derecha-izquierda sino en la desigualdad de relaciones y fuerzas entre ambas. Lo ilustra un tripartito neoliberal al mando de los instrumentos del Estado frente a las castigadas y marginalizadas corrientes socialdemócratas del cambio.

Brais Fernández:
 
"Desde algunos análisis se ha apuntado que, a corto plazo, la victoria de Casado puede ser una buena noticia para el PSOE de Pedro Sánchez. Dentro de está dinámica que busca rehacer el turnismo en tiempos de inestabilidad, la tendencia de Casado a la sobreactuación derechista puede generar el efecto óptico de que el gobierno neoliberal-progresista (por usar la afortunada expresión de Nancy Fraser) está más a la izquierda de lo que realmente está. Pero los problemas para su proyecto de estabilización del régimen por la izquierda podrían venir de otro lado.
Decía un sabio griego llamado Poulantzas que una de las características fundamentales del Estado capitalista contemporáneo es su capacidad para enviar discursos en varias direcciones diferentes, pero conservando el orden unitario dominante. En esto se basa precisamente el arte de gobernar en momentos de recomposición: se trata de generar la ficción de que el gobierno tiene en cuenta a múltiples sectores sociales, con una política de reformas compartimentada, pero descartando cualquier tipo de proyecto político que toque los núcleos centrales en torno a los cuales se organiza el sistema político, económico y cultural. Así pues, el gobierno de Sánchez se ha dirigido a las mujeres, a las clases trabajadoras, a los sectores de clase media con conciencia humanitaria, a la izquierda civil de tradición republicana y a la ciudadanía catalana. Ha presentado una batería de guiños para cada uno de esos sectores, delimitando de forma inteligente la profundidad de cada medida: se trata de contentar a los sectores de clase media de cada fracción social, con medidas superficiales pero necesarias, saludables pero que dejan al margen a amplios sectores de las clases populares, que ven como el progresismo neoliberal institucionaliza desde el gobierno la normalización de su exclusión del sistema.
Esta política de gobernanza progresista tiene las patas más cortas de lo que parece. Solo se puede articular si la economía crece y subsisten ciertas expectativas (más que riqueza en un sentido real) que repartir. Cualquier dato de paro negativo o cualquier proceso de reclamación salarial fuerte puede provocar una crisis que podría ser mortal en un gobierno que aspira a organizar un reparto de concesiones sociales variado y superficial, pero que no tiene ningún tipo de margen para controlar los desarrollos de un ciclo económico inestable y volátil.
Porque, a pesar de los equilibrios discursivos y de la distribución de concesiones, toda política progre necesita una base social estable, mediada a través del Estado. A finales de los 80, esa base social se construyó a través del sueño europeo y las becas Erasmus; en los 2000, a través del boom inmobiliario: a día de hoy, el progresismo-neoliberal de Pedro Sánchez tiene pocas bases materiales a las cual aferrarse. La mitología de las clases medias puede organizarse en torno a algunas fracciones de profesionales que buscan el ascenso social a través de la renovación generacional (periodistas y políticos parecen estar a la vanguardia), pero en ningún caso en torno a un proyecto universal apoyado en la extensión de la seguridad estatal a amplios sectores de las clases trabajadoras y populares.
La izquierda post-15M: entre el agotamiento y nuevas reinvenciones
En un contexto global en el que proceso de precarización de las sociedades occidentales parece inexorable, el progresismo neoliberal siempre acaba apareciendo como impotente frente a la exclusión de millones de personas. Frente a la combinación de corporativismo burocrático, pesadez intelectual y patética sumisión al capital financiero que encarna el PSOE, parece increíble que tanto Podemos y como el resto de la izquierda parlamentaria hayan apostado con tanta fe por la carta del “cogobierno de progreso”. De cualquier modo, podemos apuntar algunas explicaciones, sin duda parciales, si combinamos ciertas dinámicas sociales con las decisiones tácticas por las que ha apostado la dirección de Podemos en los últimos años.
El giro hacia el gobernismo progresista no se puede entender sin relacionarlo íntimamente con el alejamiento del horizonte constituyente sostenido por las bases sociales que protagonizaron el 15M. Esto es, la vuelta al eje izquierda-derecha como factor divisivo de la política, solo que ahora protagonizado por cuatro partidos. En este caso, el liderazgo del PSOE en el incipiente bloque progresista (bajo hegemonía neoliberal) se traduce en una mutación de Podemos y sus fuerzas aliadas, que podrían pasar de ser la vanguardia de un ejército que iba a asaltar los cielos a una muleta de izquierdas (…) 
La espiral de impotencia en la que se ha instalado Podemos puede racionalizarse, como hace Errejón, o vivirse con cierta rabia, como ocurre en los sectores más izquierdistas del pablismo pero, al fin y al cabo, el resultado es el mismo: colocar a la fuerza política surgida del 15M en la posición de muleta de izquierdas del bloque progresista. Una clase magistral de hegemonía dictada por el viejo moribundo y renacido Partido Socialista a los jóvenes y ambiciosos politólogos.
Sin embargo, hay sectores de las izquierdas que empiezan a apuntar en otra dirección, que trata de salvar lo mejor del ciclo 15M y que, a la vez, pone nuevos cimientos para poder avanzar en ulteriores escenarios. La propuesta de confluencia impulsada por Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) en Andalucía (Adelante Andalucía) es un intento de romper con esa inercia hacia la impotencia subalterna a la que parecen condenadas las fuerzas del cambio. El reto es mayúsculo y no está exento de problemas. Con un discurso dinámico que busca recuperar los grandes ejes constituyentes del ciclo social y un programa fuerte al estilo Jeremy Corbyn, adaptado a la realidad andaluza, no deberíamos ocultar el hecho de que, a pesar de la esperanza que supone su andadura, la confluencia andaluza se enfrentará a los mismos problemas que sobredeterminan el panorama político. Porque no deberíamos medir el éxito o el fracaso de la confluencia andaluza tan sólo por su resultado electoral, sino que también deberíamos exigirle ser capaz de materializar la confluencia por abajo, agregando nuevos sectores y dando protagonismo a las luchas, a la clase trabajadora olvidada por la política de las clases medías. En definitiva, debemos esperar, ni más ni menos, que sean capaces de ir verificando en la práctica la tesis política que subyace tras la confluencia andaluza: esto es, que la degeneración electoralista, autoritaria y estrecha de miras de la nueva política no es inevitable y que, en consecuencia, hay un camino alternativo que es posible recorrer.
Para ello no podrá contar con la dirección estatal de Podemos, cuyo único objetivo para 2019 parece ser frenar los procesos de confluencia y la autonomía de los territorios. Los métodos utilizados por la dirección estatal de Podemos en Andalucía, basados en el patriotismo de siglas y en tratar de desacreditar a Teresa Rodríguez, no han tenido más efecto que una contundente victoria de quienes defienden la confluencia en las primarias"
 

Avatares lógicos

 
Arrecian las huelgas de trabajadores precarios, en virtud de ese modelo neoliberal apuntalado desde los tiempos de Felipe González y después amortajado constitucionalmente por el 135 de Zapatero-Rajoy, la razón por la que no puede impugnarse hoy el techo de gasto sin horribles represalias.
Y desde entonces el gran problema de este país es su dependencia visceral de la deuda para su crecimiento económico, alcanzando actualmente récords de deuda pública a la que se responsabiliza irresponsablemente del dispendioso endeudamiento privado. Toda una nueva invitación a colapsar en la próxima crisis de deuda financiera global.
Justicia poética, le toca a este gobierno lidiar con los efectos laborales de un modelo ampliamente reforzado por el PSOE en las últimas décadas, agravado tras el crack de 2008. 
De nuevo, Ada Colau estaba donde tenía que estar en la crisis del taxi, tratando de regular un sector desregulado con la aquiescencia bipartidista neoliberal, y al gobierno le salió el tic recusando la norma de Colau ante los tribunales. Arregle ahora tanta hipocresía política.
En cuanto a los 6000 millones que liberar para gasto social en virtud del pacto con Bruselas, no perdamos de vista que es un asunto que este gobierno ha intentado pactar con la derecha, en ese tic indisimulable del PSOE. Solo después del fracaso intenta que la izquierda le saque las castañas del fuego, ese Unidos Podemos que ha posibilitado que gobierne, pero no por ello merece el respeto aún de sentarse a negociar con ellos.
Señores del PSOE, siéntense y negocien: y lo que el techo de gasto de la UE impida ¡recáudelo, recóbrelo pactando subidas de impuestos con sus únicos socios razonables! Enmienden su deriva de lustros y hagan honor de una vez a su pretendida socialdemocracia: o vayamos a elecciones de nuevo y prosigamos la farsa político-económica camino de la ultraderecha.
No se puede sostener mucho tiempo el engaño sobre muchos. Por ejemplo, no se puede comandar de pronto el banderín de los derechos humanos acogiendo los barcos que Italia no quiere, y al tiempo pactando campos de concentración de inmigrantes en Libia para que no molesten por aquí.
El problema para el progreso social en este país, del desarrollo institucional de las fuerzas de izquierda, lo constituye desde hace años un PSOE de dos caras. A lo que se ve, no es el PS portugués: su modelo más cercano es el de una Syriza traidora a su gente, principalmente guardiana fiel de los intereses capitales. El Sánchez que se desnudaba ante Evole una vez desahuciado, y el Sánchez que pactaba con C´s y ahora pretende gobernar como si contara con mayoría absoluta... a su derecha.

 
 

jueves, 26 de julio de 2018

Chomsky sobre Europa

 
"C. J. POLYCHRONIOU: Noam, gracias por prestarse a esta entrevista sobre los acontecimientos que se dan actualmente en Europa. Me gustaría empezar haciéndole esta pregunta: ¿Por qué piensa que la crisis de refugiados de Europa se está dando ahora?
NOAM CHOMSKY: La crisis se ha estado formando durante mucho tiempo. Si ha impactado ahora en Europa es porque ha rebasado los límites de Oriente Medio y de África. Dos martillazos occidentales tuvieron un efecto dramático. El primero fue la invasión por parte de Estados Unidos y del Reino Unido de Irak, que asestó un golpe casi mortal a un país que ya había sido devastado por un ataque militar masivo veinte años atrás, seguido por las sanciones angloamericanas virtualmente genocidas. Además del asesinato y la destrucción, la ocupación brutal encendió un conflicto identitario que ahora está rompiendo en pedazos el país y toda la zona. La invasión desplazó a millones de personas, muchas de las cuales huyeron y fueron absorbidas por los países vecinos, países pobres a los que se abandona a su suerte para que se enfrenten de algún modo con el detritus de nuestros crímenes.
Un resultado de la invasión es la monstruosidad del ISIS/ Daesh, que contribuye a la escalofriante catástrofe siria. También en este caso los países vecinos han ido absorbiendo el flujo de refugiados. Solamente Turquía tiene más de dos millones de refugiados sirios. Al mismo tiempo contribuye a ese flujo con su política en Siria: el apoyo a los extremistas del Frente Al Nusra y de otros islamistas radicales y el ataque a los kurdos, que constituyen la fuerza terrestre principal para oponerse al ISIS, que así también sale beneficiado por los apoyos —tácitos o no— de los turcos. Pero esa avalancha ya no puede contenerse en esa región.
El segundo martillazo destruyó Libia, que ahora es un caos de grupos enfrentados entre sí, una base para el ISIS, una rica veta de yihadistas y de armas de África occidental a Oriente Medio y un embudo para el flujo de refugiados desde África. Esto a su vez determina factores a más largo plazo. Durante siglos, Europa ha estado torturando a África. Dicho más suavemente, Europa ha estado explotándola para su propio desarrollo, para seguir la recomendación del gran planificador americano, George Kennan, tras la Segunda Guerra Mundial.
La historia, que debería sernos familiar, es más que grotesca. Para tomar solamente un caso, consideremos Bélgica, que ahora se agobia por la crisis de los refugiados. La riqueza de este país procede en no pequeña medida de la “explotación” del Congo con una brutalidad que excede incluso a la de sus competidores europeos. El Congo gano por fin su libertad en 1960. Podría haberse convertido en un país avanzado y rico una vez liberado de las cadenas belgas, con lo que también habría impulsado el desarrollo de África. Las esperanzas eran fundadas, bajo el liderazgo de Patrice Lumumba, una de las figuras más prometedoras de África. La CIA lo tenía marcado para asesinarlo, pero los belgas llegaron antes. Cortaron su cuerpo en pedazos y lo disolvieron en ácido sulfúrico. Estados Unidos y sus aliados apoyaron al asesino y cleptómano Mobutu. En la actualidad el Congo oriental es la escena de las peores matanzas del mundo, con la ayuda de Ruanda, la favorita de Estados Unidos, mientras las milicias enfrentadas alimentan las ansias de las multinacionales occidentales para obtener minerales con los que fabricar teléfonos móviles y otras maravillas tecnológicas. Con esta imagen se obtiene una generalización de lo que ocurre en África, exacerbada por innumerables crímenes. Para Europa, todo esto se convierte en una crisis de refugiados.
–Las oleadas de inmigrantes (puesto que obviamente muchos de ellos lo son, y no simplemente refugiados de países en guerra) que penetran en el corazón de Europa, ¿representan de algún modo un “desastre natural” o solamente son el resultado de la política?
–Se da un elemento de desastre natural. La terrible sequía en Siria que desgarró la sociedad era posiblemente una consecuencia del calentamiento global, que no es exactamente natural. La crisis de Darfur fue en parte el resultado de la desertificación que llevó a poblaciones nómadas a áreas de población asentada. Hoy, las horribles hambrunas del África central pueden deberse también al asalto del entorno durante el Antropoceno, la nueva era geológica en que las actividades humanas, sobre todo la industrialización, han destruido paulatinamente toda esperanza en una supervivencia decente. Y la destrucción continuará, a menos que invirtamos la tendencia.
–Los funcionarios de la Unión Europea se enfrentan a situaciones difíciles en la gestión de la crisis de los refugiados porque muchos Estados miembros no están dispuestos a cumplir con su parte y no quieren aceptar más que a un puñado de refugiados. ¿Qué significado tiene este hecho en cuanto al gobierno de la UE y en cuanto a los valores de muchas sociedades europeas?
–El gobierno de la UE trabaja con mucha eficiencia a la hora de imponer duras medidas de austeridad que resultan devastadoras para los países más pobres y que benefician a los bancos del norte. Pero ha fracasado casi completamente a la hora de enfrentarse a una catástrofe humanitaria que en gran medida es el resultado de crímenes de Occidente. La carga más pesada ha caído sobre los pocos que estaban dispuestos, al menos de forma temporal, a hacer algo más que nada, como Suecia o Alemania. Muchos otros se han limitado a cerrar sus fronteras. Europa intenta inducir a Turquía para que mantenga los miserables naufragios lejos de sus fronteras, tal como hace Estados Unidos, que presiona a México para que mantenga alejados de sus fronteras a quienes intenten huir de las ruinas de los crímenes que estos han cometido en Centroamérica. A esto se le llega a denominar “política humanitaria” que reduce la “inmigración ilegal”.
¿Qué nos dice todo esto sobre los valores vigentes? Incluso se hace duro emplear la palabra “valores”, así que comentarlo es todavía más duro… Y eso es así cuando escribes en Estados Unidos, tal vez el país más seguro del mundo, ahora consumido por un debate sobre si hay que cerrarse completamente a la acogida de sirios, porque bien podría tratarse de un terrorista que se hace pasar por médico, o si, de un modo más extremo —lo que es, lamentablemente, lo más normal en la corriente de opinión americana—, sobre si hay que cerrarse completamente a la acogida de musulmanes. Y eso mientras un muro enorme nos separa de inmigrantes que huyen de los restos del naufragio al sur de la frontera.
–¿Qué le parece la afirmación de que es simplemente imposible para muchos países europeos acomodar a tantos inmigrantes y refugiados?
–Alemania es quien ha hecho más, puesto que ha absorbido alrededor de un millón de refugiados en un país muy rico de ochenta millones de personas. Comparado con Líbano, un país pobre, con problemas internos severos. Su población es en un 25 por ciento siria, que se suman a los descendientes de quienes fueron expulsados de la anterior Palestina. Por otra parte, a diferencia del Líbano, Alemania necesita inmigración para mantener su población, dado el declive de la fertilidad que se ha producido con la educación de las mujeres en todo el mundo.
Kenneth Roth, al frente de Human Rights Watch, seguramente tiene razón cuando afirma que “esta “oleada de gente” es más bien un goteo si se la considera frente a la piscina que debe absorberla. Si tenemos en cuenta la riqueza y la economía avanzada de la Unión Europea, resulta difícil argüir que Europa carece de los medios para absorber a estos recién llegados”, particularmente en países que necesitan a inmigrantes por el bien de su salud económica.
–Gran parte de los refugiados que intentan llegar a Europa no lo consiguen nunca, y muchos cadáveres aparecen en las orillas de Grecia e Italia. De hecho, según la agencia para los refugiados de la ONU, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 2.500 personas murieron el pasado verano [2015] solamente al intentar cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, con la costa sudoccidental de Turquía como punto de partida para millares de refugiados que los traficantes de migrantes apiñan en frágiles embarcaciones. ¿Cómo es posible que Europa no ejerza una mayor presión sobre el Gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan para que haga algo sobre esta horrible situación?
–Los principales esfuerzos europeos, como queda dicho, se han dedicado a presionar a Turquía para que mantenga alejadas la miseria y el sufrimiento. Como hace Estados Unidos con México. Lo que la suerte les depare, una vez que nosotros estamos a salvo del contagio, tiene mucha menor importancia.
–Recientemente acusó a Erdogan de tener una doble vara de medir cuando se trataba de terrorismo, cuando le señaló por una petición que firmó, junto a centenares de académicos, en protesta por las acciones contra la población kurda y le calificó, de hecho, de terrorista. ¿Podría explicarnos este incidente, que tuvo alcance internacional?
–Es bastante sencillo. Un grupo de académicos turcos inició una petición protestando por la represión severa y creciente del Gobierno sobre la población kurda. Fui uno de los diversos extranjeros invitados a firmar. Inmediatamente después de un atentado terrorista en Estambul, Erdogan lanzó una diatriba en la que atacaba a los firmantes de la declaración y declaraba, muy al estilo de Bush, que quien no estaba con ellos estaba con los terroristas. Como me dedicó una parte de la invectiva, algunos medios turcos y unos amigos me pidieron que respondiera. Yo lo hice, brevemente, como sigue: “Turquía culpó al ISIS, a quien Erdogan ha ayudado de diferentes maneras, al tiempo que también ha apoyado al Frente Al Nusra, que no es muy diferente. Luego lanzó una diatriba contra los que condenan sus crímenes contra los kurdos, quienes resultan ser la principal fuerza terrestre que se enfrenta al ISIS tanto en Siria como en Irak. ¿Hace falta decir algo más?”
Los académicos turcos que firmaron la petición fueron detenidos y amenazados. A otros los atacaron físicamente. Entretanto, la represión estatal continúa aumentando. Los días oscuros de 1990 no se han borrado de las memorias. Igual que antes, los académicos turcos y otros han demostrado una valentía y una integridad remarcables al oponerse con vigor a los crímenes de Estado, de manera insólita en otros lugares, pues se pusieron en riesgo e incluso sufrieron severos castigos por su honorable posicionamiento. Afortunadamente, el apoyo internacional que se les brinda es cada vez mayor, aunque diste mucho del que se merecen.
–En una entrevista que mantuvimos se refirió a Erdogan como “el dictador de sus sueños”. ¿A qué se refería con eso?
–Durante años, Erdogan ha ido avanzando en la consolidación de su poder al tiempo que retrocedían los esperanzadores pasos hacia la democracia y la libertad que se habían dado en Turquía en años anteriores. Según todas las apariencias, quiere convertirse en un gestor extremadamente autoritario cercano a la dictadura y violento, y represivo.
–La crisis griega persiste y los acreedores internacionales del país piden constantemente reformas adicionales de un tipo que ningún gobierno democrático en ningún otro país de Europa podría implementar. En algunos casos, de hecho, esas demandas de más reformas no se ven acompañadas por medidas específicas, con lo que uno tiene la impresión de que asiste a una muestra de sadismo brutal hacia el pueblo griego. ¿Qué visión tiene de este asunto?
–Las condiciones que se le han impuesto a Grecia en interés de los acreedores han devastado el país. El objetivo proclamado era reducir la carga de la deuda, que bajo estas medidas se incrementaba. Como se ha socavado la economía, el PIB también se ha visto reducido, y el coeficiente deuda/PIB se ha incrementado a pesar de los recortes radicales en los gastos estatales. En teoría a Grecia se la ha facilitado una rebaja de la deuda. En realidad, se ha convertido en un embudo mediante el cual fluye la ayuda europea hacia los bancos del Norte, esos que hicieron préstamos de alto riesgo que fallaron y que quieren que los rescaten los contribuyentes europeos, en una jugada característica de las instituciones financieras de la era neoliberal.
Cuando el Gobierno griego sugirió la posibilidad de preguntarle al pueblo de Grecia para que expresara sus opiniones sobre su suerte, la reacción, horrorizada ante tamaña insolencia, de las élites europeas no se hizo esperar: ¿Cómo se atrevían los griegos a considerar que la democracia era un valor a respetar en el país que le había dado origen? Los eurócratas al mando reaccionaron con auténtico sadismo e impusieron demandas todavía más severas para reducir Grecia a la ruina, pero siempre apropiándose de todo lo que podían para ellos, como no podía ser de otra manera. El objetivo del sadismo no es específicamente el pueblo griego, sino cualquiera que imagine que la gente disfruta de derechos que empiezan a compararse con los de esas instituciones financieras y los de esos inversores. De hecho, en general, las medidas de austeridad durante la recesión económicamente no tienen sentido, tal como han reconocido incluso economistas del FMI (aunque no sus cargos políticos). Resulta difícil contemplarlos como algo que no sea guerra de clases, pues lo que buscan es revertir los logros sociales y democráticos que han constituido una de las mayores contribuciones de Europa a la civilización moderna.
–¿Y cuál es su opinión del Gobierno dirigido por Syriza, que ha renegado de sus promesas anteriores a las elecciones y ha acabado firmando un nuevo acuerdo de rescate, con lo que acabará siendo otro Gobierno griego más que refuerza la austeridad y las medidas antipopulares?
–No me siento lo bastante cerca de esa situación como para comentar la estrategia de Syriza o para evaluar caminos alternativos que podrían haberse tomado. Las opciones podían haber mejorado sustancialmente si hubieran recibido un apoyo significativo de las fuerzas populares de otras partes de Europa y creo que hubiera sido posible hacerlo.
–El anterior ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, está a punto de lanzar un nuevo partido cuyo objetivo es llevar a cabo, tal como dice, “una idea sencilla y radical: democratizar Europa”. Tengo dos preguntas para usted sobre este asunto: Primero, ¿por qué la socialdemocracia se está convirtiendo cada vez más en un factor del pasado en las sociedades europeas? Y segundo, ¿hasta qué punto puede “democratizarse” el capitalismo?
–La socialdemocracia, no solamente en su variante europea, sino en otras también, ha sufrido severos ataques a lo largo del período neoliberal de la generación pasada, lo que ha resultado dañino para la población en general casi en todas partes, mientras que ha beneficiado a pequeñas élites. Un ejemplo ilustrativo de la obscenidad de estas doctrinas se revela en un estudio que acaba de publicar Oxfam, y según el cual el 1 por ciento de la población más rica del mundo pronto poseerá más de la mitad de la riqueza del mundo. Entretanto, en Estados Unidos, la más rica de las sociedades importantes del mundo y con ventajas incomparables, millones de niños viven en hogares que intentan sobrevivir con dos dólares por día. E incluso esa miseria está en cuestión por los ataques de los que se hacen llamar conservadores.
Uno puede discutir hasta dónde pueden llegar las reformas bajo las variedades existentes de capitalismo de Estado. Pero que pueden ir mucho más allá de lo que ahora existe, de eso no cabe duda. Ni tampoco hay duda de que deben hacerse todos los esfuerzos para llevarlas al límite. Eso debería ser un objetivo incluso para los que están comprometidos en la revolución social radical, que solamente llevaría a horrores peores si no fuera porque surge de la dedicación de una gran masa de población que cae en la cuenta de que los centros de poder bloquearán los pasos hacia delante siguientes. La crisis de los refugiados en Europa ha forzado a varios Estados miembros de la UE, entre ellos Austria, Suecia, Dinamarca y los Países Bajos, a suspender el tratado de Schengen.
-¿Cree que estamos siendo testimonios de la desaceleración del proyecto de integración de la UE, lo que incluso podría poner fin a la moneda única?
–Creo que deberíamos distinguir entre moneda única, para la cual las circunstancias no eran apropiadas, y proyecto de integración de la EU, el cual, en mi opinión, ha constituido un gran avance. Bastará con recordar que durante centenares de años Europa se ha dedicado a la aniquilación mutua, a una escala horrenda. La superación de las hostilidades nacionales y la erosión de las fronteras es un logro sustancial. Sería una lástima que el tratado de Schengen se echara a perder por la percepción de una amenaza que no debería ser tan difícil gestionar de una manera humana, lo que a su vez podría resultar realmente en una contribución a la salud cultural y económica de la sociedad europea"

Ruinosa casa de apuestas

 
Sarah Babiker:
 
"Ganó el sector más derechista en el PP. El que reivindica más trumpianamente sus señas de identidad: conservador en lo social, neoliberal en lo económico, corrupto en lo ético, bocachanclista en lo comunicativo. Ganó el PP muy español y mucho español, el que mientras que deglute derechos económicos y sociales con cara de responsable dolor, tritura derechos civiles y políticos, con pose sensatamente autoritaria.
Ay, me he hecho un lío, ya no sé de qué PP venía hablando, ¿era el de Casado o el de Rajoy? Es que me cuesta diferenciarlos. Primarias internas: o de cómo un mecanismo en principio de profundización democrática puede convertirse en un ingenioso artilugio para generar antagonismos ficticios, y de pronto, oh, gracias a la inercia dualista en el que vivimos entrampadas, una parte del PP pasa a ser moderada. Hubo un tiempo en el que salimos a la calle a gritar PSOE, PP la misma mierda es. Ahora hasta que PP, PP la misma mierda es, hay que ir recordando.
En fin, queríamos superar el bipartidismo y lo hemos hecho, con dos pares. Dos pares de partidos, vaya. De un lado Ciudadanos y el PP, del otro PSOE y Podemos. Y en todos lados, señores juveniles de alta telegenia modernizando las formas.
Si algo estamos aprendiendo estos últimos tiempos en Europa es que hay maneras muy modernetas de avanzar hacia el fascismo, que se puede avalar el empobrecimiento de media sociedad luciendo sonrisas profiden, promover la mercantilización de los cuerpos con aires de empoderamiento femenino, o avalar la muerte cotidiana de seres humanos con mirada cándida y campechana. Si algo parece que estamos desaprendiendo, es que el fascismo que se viene no fue la causa de que nuestras vidas sean peores, de que nuestra democracia sea un chiste, de que el mediterráneo sea una tumba, o de que la desigualdad asesina sea nuestro sistema económico.
El fascismo es una consecuencia. La ulterior derechización a la que se van todos los partidos juntitos, los de derecha, pero también los de izquierda, es una consecuencia. Para que el sistema se reproduzca es fundamental seguir caminando, arrastrándonos, hundiéndonos hacia la derecha. Y en esta caída al vacío, la única vía de salida, es antisistema. Porque el sistema sigue siendo anti nosotras, cada vez con menos disimulo. 
Es verdad que cuando decíamos, PSOE, PP la misma mierda es, eran otros tiempos. Si ya costaba insistir en el mismomierdismo después de la ley mordaza, de Wert, de Gallardón, del impuesto al sol, del violento nacionalismo español del gobierno de Rajoy, ahora con la rehalconización retórica de Casado, más difícil va a ser, que obnibulados por las disputas entre ambos partidos, nos concentremos en lo que les sigue acomunando: el entramado de intereses económicos que los alimenta, la política al servicio de la acumulación de capital que priorizan, su incapacidad de dar otra respuesta a la crisis sistémica que cerrar fronteras, empobrecer trabajadoras y mimar multinacionales y bancos.
Casado es otra consecuencia de este corrimiento a la derecha, no tiene nada de nuevo, es un eslabón más en un proceso de corrimiento de los marcos de los pensable y lo discutible. Posibilita que ahora la socialdemocracia parezca una apuesta revolucionaria y El País un periódico de izquierda.
Volvemos a la derecha dóberman, y al PSOE con buenas notas en las políticas de reconocimiento. Así, mientras unos se apresuraban por entrar por la ventana de oportunidad, los otros reforzaban las paredes del edificio. El bipartidismo está más vivo que nunca, ha incorporado a otros partidos, ha visibilizado corrientes internas dentro de los mismos. Es un bipartidismo más acorde a nuestros tiempos, con un mercado más amplio donde elegir, dos partidos a la derecha, dos a la izquierda, corrientes internas en cada partido que a efectos de competición se acaban dualizando. Tan entretenido anda este bipartidismo de múltiples actores que cada vez se parecen más entre sí mismos, que no nos queda tiempo para mucho más que para seguir su retransmisión en directo.
Dijimos que no nos representan. Tomaron nota. Pensaron, diversifiquemos el producto a ver si alguno de estos os acaba por representar. Dijimos, democracia no es votar cada cuatro años. Entendieron. Ahora podemos votar mucho más a menudo. Señalamos que la política institucional estaba desconectada de las calles. Bien pensado, empezar a apostar sobre los resultados de las competiciones políticas puede ser una forma de acercarse a los barrios, esos lugares llenos de gente que no llega a fin de mes y de sucursales de Codere.
No subestimemos la capacidad del sistema de interpretar creativamente nuestros reclamos. Entonces diga. Pablo Casado: ¿moderación o radicalización? Ya en su casa de apuestas de confianza"
 
 

miércoles, 25 de julio de 2018

Perspectivas áureas

 
La derecha compite por el espacio de la ultraderecha a lomos de los vientos europeos favorables. Instalan en la presidencia a un nuevo corrupto porque están regenerando el partido de la corrupción, un niñato de ideario ultracatólico y revisionista del franquismo: lo revisa a fondo. Apelando a la España de bandera y balcón.
El voto de la derecha al fin dividido, y eso es bueno, pero el PSOE en el gobierno la mejor defensa institucional de las cloacas del 78 que exudan por todas partes.
El gobierno en su mejor versión posible, que es ahora, se delata en su tendencia hacia medidas en la buena dirección: pero ampliamente insuficientes, véase el caso de la vivienda.
Ha roto el techo impuesto de gasto, aspira a gravar algo más los grandes beneficios enmendando sus propias tendencias en gobiernos anteriores, y eso es bueno: pero sigue protegiendo la lista de grandes defraudadores amnistiados, desde la corona al famoseo televisivo, pasando por los grandes amos de las empresas.
La subida de precios del petróleo y de los tipos de interés, el fin del dinero bancario barato desde la UE se ciernen sobre el país: y, al tiempo, la guerra comercial sobre el mundo con amenaza financiera global aparejada.
¿Podemos afrontarlo desde la insustancialidad de una pretendida izquierda que no impugna el neoliberalismo de ladrillo, turismo e industria securitaria, sin que ello no termine redundando finalmente en un gobierno de la ultraderecha como en todas partes, en cuanto arrecien los nuevos síntomas de depresión económica?
¿Interregno? Lo que el PSOE tarde en defraudar las ansias regeneradoras populares en beneficio de los poderes de derechas instituidos, junto a lo que tarden en aparecer las peores consecuencias de la crisis económica permanente.
 
 

Trazas de un socialismo democrático

 
Michael Albert (Znet)
 
"La izquierda sufre desde hace mucho de los búnkeres de los enfoques por separado. Los activistas opinan, de manera prácticamente universal, que las preocupaciones principales se cruzan e incluso se enlazan, y sin embargo pocos de los que se centran en cuestiones como la inmigración, la violencia contra las mujeres, la guerra, el feminismo, el racismo, el militarismo, las catástrofes climáticas, la contaminación, la distribución de la riqueza, la locura de los mercados, la violencia policial, las reformas electorales, u otras preocupaciones que valen la pena, defienden activamente no sólo su propia agenda, sino todas los demás ¿Por qué no ayudamos todos los objetivos de toda prioridad válida, no sólo de boquilla, sino con visión estratégica y compromiso constante?
Una de las razones es que no contamos con respuestas compartidas globales para contestar a la pregunta obvia: ¿qué queremos, no solamente hoy, sino a largo plazo? Un “ismo” podría ofrecer eso, así que ¿está el “socialismo democrático” a la altura? ¿Podría pasar de ser una simple invitación a un compromiso de unidad serio y tangible? ¿Nos ayudaría a aunar nuestras prioridades aisladas y a plantear con confianza objetivos que enriquezcan nuestra comprensión, generen esperanza y, como dice la expresión, planten las semillas del futuro en el presente?
Para conseguir todo esto, nuestra lealtad compartida necesita amplia sustancia institucional. Si rechazamos el sexismo, vale, pero ¿qué implica esto para el tipo de familias y sexualidad a las que aspiramos más allá de la igualdad material aportada y sostenida por otros cambios? Si rechazamos el racismo, vale, pero ¿qué implica esto para el tipo de interrelaciones culturales entre razas, nacionalidades e identidades étnicas a las que aspiramos más allá del progreso social aportado y sostenido por otros cambios? Si queremos acabar con el servilismo y la subordinación en el ámbito político, vale, pero ¿qué implica esto en la manera de plasmarlo en leyes, dirimir controversias e implementar programas compartidos más allá de la solidaridad aportada y sostenida por otros cambios? Y si rechazamos la explotación y la división entre clases sociales, vale, pero ¿qué implica esto a la hora de estructurar el trabajo y los centros de trabajo y de establecer la distribución de los productos, las recompensas, las responsabilidades y los costes más allá de la justicia aportada y sostenida por otros cambios?
Si el socialismo continúa siendo únicamente sinónimo de buenos valores y de políticas progresistas en el presente, conseguir que se apoye de manera más generalizada será un gran paso adelante, desde luego, y quizás esa sea la mejor manera de utilizar el término en estos momentos, pero, si es así, todos aquellos que anhelamos nuevas instituciones necesitamos un término más abarcador para un nuevo tipo de sociedad que no sólo mejore ciertos problemas, sino que acabe con sus causas estructurales y libere todo el potencial popular. Tendríamos que defender y celebrar la emergente tendencia socialista progresista, sin descartarla o denigrarla, al mismo tiempo que proponemos una perspectiva mas amplia y profunda para que, ojalá, siga avanzando. O, si el término socialismo debe ser la etiqueta de nuestro amplio conjunto de anhelos, entonces lo que expresa debe llenarse mucho.
Personas diferentes tienen ideas diferentes sobre la sustancia extra necesaria. Yo estoy a favor de algo llamado sociedad participativa o, si resultara más convincente que excluyente, socialismo participativo. En muy resumidas cuentas, sea cual sea el término elegido, a mi parecer debería contener: afinidad feminista y relaciones de género que enfaticen que hombres y mujeres no sólo tengan iguales derechos y oportunidades, sino también roles tanto de autoridad como de cuidado en la vida social; intercomunalismo racial, étnico y de cualquier otro tipo que haga prevalecer el acceso de todos a los medios necesarios para crear y alimentar lazos y compromisos culturales de su propia elección; políticas participativas que incluyan autogestión colectiva a través de asambleas desde el barrio a todos los niveles de la sociedad , así como renovados vínculos ejecutivos y legales; además de sistemas económicos participativos que incluyan consejos de empresas e industria federados, remuneración equitativa, una nueva división del trabajo que acabe con las jerarquías duras y planificación participativa en vez de planificación de los mercados o planificación centralizada.
Pero a lo que me estoy refiriendo ahora no es a cuál debería ser la sustancia de un necesario “ismo”, ya sea la recién expuesta u algo más, sino a que la sustancia debería ser mucho más sustancial que cualquier cosa que ahora sea ampliamente apoyada, lo cual significa que incluso cuando los activistas se oponen al vil trumpismo o defiendan el loable sanderismo, se le llame socialismo o no, deberíamos proponer, explorar y debatir de manera conjunta, activa e inclusiva para llegar a una visión compartida y comunicable de lo que apoyamos mucho más sustancial"
 
 
 
 

sábado, 21 de julio de 2018

De las confusiones ideológicas en curso

 
Entrevista a Marcos Reguera:
 
"¿Podrían entonces populismos de distinto signo llegar al poder aliándose fuera de Italia?
Es difícil, ya que en el caso italiano ha sido posible porque el M5S no tiene un núcleo ideológico fuerte. Por el contrario, Podemos no podría hacer una alianza con Ciudadanos o VOX sin que eso supusiera el fin del partido. Retóricamente son populistas pero en cuanto a su constitución ideológica tienen que ver más con el movimiento postcomunista.
¿Cómo cartografiaría el espectro político que va desde el centro hasta la extrema derecha en España?
La anomalía política española con respecto al resto de países europeos tiene que ver con el mayor logro del Partido Popular, es decir, la capacidad de aglutinar dentro de un mismo partido a todo lo que va desde el centro derecha liberal hasta el postfranquismo. Pocas derechas han conseguido esto. De alguna manera, gracias al gran papel referencial y aglutinador que tiene el catolicismo en España han conseguido en la derecha utilizarlo para construir esa unidad de acción y representación que les ha proporcionado eficiencia electoral. Sin embargo, este país con el tiempo va evolucionando y el postfranquismo se va transformando, de modo que los que son más claramente fascistas se van diferenciando dentro de su carácter, surgiendo VOX. Por otra parte, aquellos que heredan del postfranquismo el nacionalismo españolista pero no otros elementos del repertorio político franquista van tomando otra deriva más diferenciada. Así ocurre que hay mucho votante urbano de derechas y nacionalista, que durante un tiempo pudo verse representado por el PP, pero según van erosionándose como partido del gobierno quedan huérfanos de una opción política.
Y ahí entra en escena Ciudadanos, un partido con trece años de historia y hasta hace pocos años residual.
Su gran acierto fue precisamente, desde una perspectiva autonómica y, por lo tanto local, saber dar el salto –dopados por los medios de comunicación– a una esfera nacional y reconstruir la derecha a través del centro. Exhibe, sin embargo, una retórica que en su nacionalismo recuerda a la extrema derecha, en su vertiente del norte de Europa, combinando un nacionalismo extremo con una exaltación del libre mercado, y postula la superioridad de la nación por sus buenos resultados económicos frente a los pueblos “vagos” del sur.
Curiosamente, de nuevo, la derecha vuelve a reconfigurarse a través de un solo polo –o eso ha intentado– utilizando el centro derecha como base al mismo tiempo que recursos discursivos que en otros países serían considerados de extrema derecha. Esto es debido en gran medida a que en España el nacionalismo sólamente se emplea para designar a los movimientos periféricos, no a aquellos con aspiraciones centralistas. Esa fue la operación que ha sido interrumpida, por el momento, después del movimiento que ha hecho el PSOE.
¿Considera que el fracaso de las vías tecnocráticas, en el caso de Renzi ya constatada y el aparente deterioro del ejecutivo Macron, pueden haber causado un efecto de reacción en la estrategia política de Ciudadanos hacia un discurso que incorpore de manera más explícita elementos nacional-populistas como se pudo ver en la presentación de la plataforma ‘España Ciudadana’?
No es un viraje, porque esos elementos siempre han estado allí. El elemento nacionalista español por parte de Ciudadanos ha estado desde sus mismos orígenes porque nace como reacción frente al nacionalismo catalán. En el momento en que Catalunya empieza a instrumentalizarse como el tema nacional –una vez desaparecida ETA y el conflicto en el País Vasco–, Ciudadanos traía consigo la herramienta para explotar el discurso en el campo de la derecha. Un discurso que el PP ha intentado usar en su favor.
Albert Rivera y Ciudadanos son el partido más calculador, en lo que se refiere a su discurso y programa, que hay en todo el arco parlamentario. Eso se vio en el caso de Cifuentes, donde no presentaron una opción ética sino que su reacción fue hacer una encuesta a ver qué opinaban los votantes. En principio, es una respuesta de una amoralidad que ningún otro partido se podría permitir si quisiera conservar a sus electores. Este carácter calculador a cualquier precio puede encontrarse en la manera en que Ciudadanos ha estado intentado construir una base electoral dando codazos a izquierda y a derecha, tenía que convencer al votante conservador del PSOE que ve con buenos ojos la tecnocracia. Una vez asegurado esto último, tenían que sacar la rojigualda y ser más nacionalistas que el Partido Popular.
Volviendo a la cuestión acerca del combate ideológico, ¿hasta qué punto el triunfo cultural de la derecha alternativa es un correlato del fracaso de la izquierda a la hora de articular un discurso tanto vanguardista como hegemónico?
Yo diría que el fracaso de la izquierda ha sido en un aspecto muy específico, pero no en otro. La izquierda conserva un monopolio del discurso en lo referido a la agenda social, cultural, minorías y formas de vida; no así en lo relativo a la economía o políticas públicas, cuestiones en las que fue derrotada a partir de los ochenta. Es precisamente por el triunfo de la izquierda en el consenso cultural sobre lo políticamente correcto en el espacio público lo que lleva a reaccionar a la Alt Right. En cierta medida, no es la reacción contra unos perdedores, es la reacción contra unos ganadores en el terreno cultural. Sin embargo, la gran ausencia tanto para la izquierda como para la Alt Right tiene que ver con que en la agenda económica no pueden ofrecer a la sociedad un modelo alternativo al del neoliberalismo dominante que, bajo una apariencia tecnocrática, es capaz de marcar los presupuestos generales de todos los países y gobiernos sin importar el color de los mismos.
Antonio Gramsci es un pensador cuyas ideas se han popularizado durante los últimos años en el campo político y teórico progresista. ¿En qué medida la Alt Right es gramsciana y se nutre del pensamiento teórico de la izquierda?
Si bien nadie en la Alt Right ha leído directamente a Gramsci, quien sí lo ha hecho ha sido Paul Gottfried. Él está llamado a ser uno de esos intelectuales que, pese a no ser muy conocido ahora, tendrá una gran importancia futura, en retrospectiva, debido a su influencia determinante sobre los cuadros medios de la Alt Right. Estos últimos encajan dentro de un perfil sociológico muy claro: provienen de una clase media en camino de precarización pero que han accedido a los circuitos universitarios y tienen por tanto una pátina cultural (...)  Existen por tanto nexos entre el pensamiento político más refinado de la izquierda con la Alt Right, que ha sabido recoger de estos pensadores una teoría sobre la identidad política y la construcción de hegemonía, que en origen era de la izquierda, pero que ahora han “pirateado” para sus propios fines"
 
 
 

miércoles, 18 de julio de 2018

El peor alcalde, el rey

 
Nos gustaba como rey de copas continuas.
Le hemos dado pábulo como rey de corazones, tal y como llamamos del corazón a programas televisivos de gente que está solo por el dinero.
Miramos hacia otro lado como rey de espadas, vendidas a países terribles como Arabia Saudí.
Nunca dejó de ser rey de bastos, impuesto por el dictador, protegido por Suárez cuando la población exigía un referéndum para echarlo, según Forbes una de las mayores ciento cincuenta fortunas del mundo a costa del dinero de los españoles como comisionista en virtud de su condición de jefe de estado ineludible.
Evadía y blanqueaba a través de la Gürtel y se acogió a la amnistía fiscal de Montoro:
¿Y qué mejor rey para estos españoles...?
 
 

martes, 17 de julio de 2018

Leviatán mundial


Nazanin Armanian:
 
"La disolución del Pacto de Varsovia en 1991 fue una oportunidad para poner fin a la OTAN, y destinar el ingente gasto militar a resolver el principal problema de la humanidad: la pobreza que sufren 1.200 millones y cada día mata a 100.000 personas de hambre, más que la suma de los muertos en las guerras, por el terrorismo o en los accidentes de tráfico.
Sin embargo, La OTAN (1949) no nació con el Pacto de Varsovia (1955) para morir con él. Los países socialistas decidieron unirse en un pacto militar sólo después de la brutal agresión de EEUU a Corea del Norte (vecino de la Unión Soviética y China) que mató a 3 millones de personas, el 20% de la población.
El “el peligro Rojo” ya no era excusa: si no tienes enemigos, inventártelos. La fiesta del militarismo debería continuar, y la OTAN se hizo “bombero pirómano”:  fabricó la “amenaza del terrorismo islámico”, que incluso era más rentable que la “amenaza comunista”, ya que afirmaban que al igual que los fantasmas los “yihadistas” eran invisibles, indetectables y aterradores. Su capacidad de aparecer en cualquier parte del mundo le permitía a la Alianza intervenir en tierras lejanas como Afganistán -el país más estratégico del mundo-, y sin la autorización de la ONU, para “salvar al mundo de los bárbaros”. El negocio del miedo hará que los ciudadanos paguen con gusto a las empresas militares para que les “protejan”: Los “yihadistas” harán de buldócer en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y Siria, allanando el camino para que entren las tropas de la OTAN. Hoy, EEUU cuenta con unas 1000 bases militares en 156 países del mundo.
  • La OTAN es un instrumento del militarismo de EEUU
En vez de tratarles como vasallos, Donald Trump debería agradecerles a sus socios europeos por la cobertura política y legitimidad “democrática” que otorgan a sus invasiones. Es por ello que el jefe oficial de la OTAN es siempre un europeo, aunque es el Pentágono quien manda. La mera presencia de los europeos en la Alianza ha salvado a EEUU del aislamiento mundial, por ejemplo, durante los mandatos de Bush o Trump. Además, la invención del concepto “Comunidad internacional” que es usado – no para referirse a un conjunto de países que incluyan a gigantes como China, India, Rusia o Brasil, sino-, casi exclusivamente para referirse a una iniciativa política de EEUU, respaldada por Europa, le otorga una imagen de democrática.
  • EEUU ha mantenido a la OTAN por: 
  1. El afán de ocupar las regiones estratégicas del mundo una vez que el bloque socialista dejo de ser una barrea, y así garantizar su hegemonía mundial.
  2. El negocio que representa la propia guerra para el complejo militar-industrial. Hace 57 años, el presidente Dwight D. Eisenhower advirtió sobre el peligro de la creciente influencia de este sector económico sobre las políticas de EEUU: hoy Washington está dirigido por el Triángulo de Hierro: una alianza entre las empresas privadas militares, el Congreso, y los departamentos o agencias del Gobierno como los de Defensa, Energía, Seguridad o la NASA, y ninguno relacionado con las necesidades básicas de la población. Las guerras son un negocio, en el que los inversores invierten en invasiones: Venden armas, se deshacen del “stock” , prueban los nuevos artefactos en los laboratorios de las guerras, y también generan negocios paralelos relacionados como el tráfico de droga (encuentren puntos comunes entre Colombia y Afganistán) y la trata de seres humanos, sobre todos mujeres: Donald Trump, un presidente belicista que ha desmantelado la diplomacia y está vinculado con la industria de sexo comercial.
  3. Permitirle la posibilidad de participar en los propios asuntos intraeuropeos. Mediante bases militares, y cooperación “anti terrorista”, el Pentágono y la CIA controlan los ejércitos y los servicios de inteligencia de sus aliados, para conseguir la obediencia de sus políticos.
  • La OTAN Comete crímenes contra la humanidad
Desde 1991, la Alianza Atlántica ha destrozado la vida de al menos 100 millones de personas, entre muertas, mutiladas, desplazadas, huérfanas, violadas, desempleadas, etc. Ejemplos:
Yugoslavia, 1999: bajo el pretexto de “salvar a los albaneses del gobierno genocida de Milosevic”, la OTAN lanzó durante 78 días, unos 2.300 misiles y 14.000 bombas (incluidas las de racimo BL755 y uranio empobrecido), contra unas 40.000 viviendas, 300 escuelas, 20 hospitales, varios puentes, edificios patrimonios de la UNESCO  como el monasterio Gracanica y la fortaleza de Petrovarardin, tren con sus pasajeros, la cadena de televisión RTS con sus 16 empleados, fábricas como la farmacéutica Galenika o las plantas del complejo petroquímico de Pancevo, arrasando pueblos y ciudades enteras. Antes, el Ejército de Liberación de Kosovo (KLA), filial de Al Qaeda, creado a la imagen de los Contra de Nicaragua, y entrenado por el BND alemán, utilizo de forma masiva las técnicas de provocar el terror entre la población, incluida violaciones sistemáticas (al igual que sus colegas en Libia, Irak, Siria), mientras EEUU enviaba a nadie menos que su ex Embajador en El Salvador William G. Walker, implicado en el escándalo “Irán-Contragate”, como jefe de la Misión de Verificación de Kosovo. El 18 de noviembre de 1999 el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán confesaba que no había encontrado pruebas de la existencia de “masacres” o “fosas comunes” de los albaneses. Para Walter J. Rockler, ex fiscal de los Juicios de Crímenes de Guerra de Núremberg, el ataque a Yugoslavia fue la agresión militar más descarada desde que los nazis atacaron Polonia para evitar las “atrocidades polacas” contra los alemanes.
La invasión económica siguió a la militar: Boeing, Ford Motor, General Motors, Honeywell, Motorola, Nextel, SBC entre otras, ocuparon el mercado del país que desapareció. “De repente” el precio de las acciones de las fábricas militares estadounidenses subió: Raytheon un 17%, Boeing un 12% y Lockheed Martin un 8%.  La crisis del capitalismo de EEUU necesita de grandes y continuas guerras.
(...)
Afganistán, desde el 2002 hasta hoy: Entre el octubre del 2002 y el abril del 2003, y bajo el falso pretexto de vengarse el 11S, la OTAN invade y ocupa Afganistán. Los cazas anglonamericanas sueltan 10.000 toneladas de bombas sobre el país, sepultando bajo los escombros a decenas de miles de civiles. Usaron bombas de fragmentación, las “podadoras de margaritas” (daisy cutters), las antibunker GBU-28, el AGM-86D, la nueva versión de los misiles Cruise y bombas revestidas con el uranio empobrecido. Destruyen depósitos de agua, centrales eléctricas, cultivos y el ganado, provocando además una catástrofe humana:  UNICEF advirtió de que podían morir de hambre hasta 100. 000 niños. La OTAN utilizó más munición radiactiva aquí que en la Guerra del Golfo Pérsico (1991) y la de Yugoslavia juntas: nacieron cientos de bebés con severas malformaciones como el Síndrome de Hiroshima, y una cuarta parte de la población se convirtió en invisibles refugiados, que huyen de Taliban y de la OTAN.  Cientos de soldadas de la OTAN han denunciado sus propios compañeros en Afganistán e Irak de violaciones y abusos: ¿Qué no habrán hecho a las mujeres desarmadas de dichos países? EEUU ya tiene al menos 11 bases militares y varias cárceles a la semejanza de Guantánamo en este agujero negro que es Afganistán.
Libia, 2011 hasta hoy: Por su petróleo, agua y ubicación la OTAN invadió el país más próspero de África en nombre de castigar a Gadafi “por masacrar su pueblo” lanzando durante siete largos meses bombas y misiles sobre las ciudades y aldeas: el libio liberado es el libio muerto. Luego derrocó y asesina a su jefe de estado (acuérdense de Fuimos, Vimos y Él murió” de Hilary Clinton), a pesar de que la resolución del Consejo de Seguridad sólo le habia autorizado crear una zona de exclusión aérea. Hoy, millones de desesperados libios son víctimas del “Caos creativo” que buscaba EEUU en este país.
  • La OTAN destruye las democracias europeas
Por 1) el creciente presupuesto destinado a mantener la Alianza, 1,67 billones de dólares (2018), a costa de reducir los gastos sociales. Los gobiernos invasores ni siquiera destinan parte del botín de estas guerras a mejorar la vida de sus ciudadanos. En EEUU, donde 48 millones de personas viven debajo de la línea de pobreza y la ONU afirma que tiene la tasa de la pobreza infantil más alta en el mundo desarrollado, se destina 596.000 millones de dólares a la “defensa”, eufemismo del negocio de  “guerra”.
Por 2) al ocultarles a los ciudadanos los objetivos reales y las consecuencias de las guerras de la OTAN, les convierte en cómplices de sus crímenes: hace que de alguna manera apoyen la matanza de civiles bajo el seudónimo de “daños colaterales”, la tortura (“técnicas de extracción de información”), el secuestro y el encarcelamiento de personas inocentes, siempre que sean de “otros países”.
(...)
EEUU busca nuevas y grandes guerras: ha roto el acuerdo nuclear con Irán, y ha creado una OTAN sunnita que está haciendo prácticas matando a Yemen gota a gota. Está diseñando un Comando Atlántico para el Ártico, que al parecer alberga una cuarta parte de los yacimientos inexplorados de hidrocarburo del mundo. Todo ello sin dejar de cercar las fronteras de China y provocar, sin motivo, el enfado del dragón.
En 2017, el gasto militar de la OTAN fue 900.000 millones de dólares, el 52 % del gasto mundial, y la “amenaza rusa” 66.300 millones. Por otro lado, Arabia Saudí, el segundo después de EEUU en gasto militar, destinó 69.400 millones a las armas, unos 55.000 millones más que Irán.
La guerra ya no es el ultimo recursos para resolver conflictos, es un negocio redondo y es el terrorismo de estado. ¿Por qué será que, en vez de crear un Ministerio para la Paz, nuestros gobiernos invierten en investigaciones militares"

http://blogs.publico.es/puntoyseguido/5042/seis-observaciones-politicamente-incorrectas-sobre-la-otan/

 

lunes, 9 de julio de 2018

Trabajos de mierda


Entrevista a David Graeber (autor de "Debtocracy" y referente de Occupy Wall Street)
 
"SW
Vayamos directamente a eso. ¿Cuál es la definición de un trabajo de mierda?
DG
Un trabajo de mierda es un empleo que es tan innecesario, incluso perjudicial, que hasta la persona que lo está haciendo cree íntimamente que este empleo no debería existir.  Naturalmente, tiene que fingir: esa es la parte estúpida, que de algún modo tienes que fingir que hay alguna razón para que este empleo exista. Pero por dentro, crees que si este trabajo no existiera, o bien nada cambiaría en absoluto, o el mundo de hecho sería un lugar un poco mejor. (…)
Los “cumplimenta-casillas” están ahí para permitir a una organización que diga que está haciendo algo que realmente no está haciendo. Es una especie de comisión de investigación. Si el gobierno se ve implicado en algún escandalo  — digamos, policías disparando a un montón de ciudadanos negros — o hay alguien aceptando sobornos, hay algún tipo de escándalo. Se forma una comisión de investigación, fingen que ellos no sabían lo que estaba sucediendo, aparentan que van a hacer algo sobre ello, lo que es completamente falso (...)
 Por un lado, tienes empleos que son trabajos explotadores, pero que son realmente útiles. Si estás limpiando baños o algo así, los baños necesitan ser limpiados, así que al menos tienes la dignidad de saber que estás haciendo algo beneficioso para los demás, incluso si no obtienes mucho más. Y por otro lado, tienes empleos donde eres tratado con dignidad y respeto, te pagan bien, tienes buenas prestaciones, pero sin decirlo, trabajas sabiendo que tu empleo, tu trabajo, es completamente inútil (...)
Pero las empresas hacen esto, también. Están siempre creando comités. Hay cientos de miles de personas alrededor del mundo que trabajan en conformidad con bancos, y eso de los comités es una fantasmada total. Nadie tiene la intención de seguir alguna de estas leyes que se les imponen. Su trabajo es simplemente aprobar cada transacción, pero por supuesto no es suficiente aprobar cada transacción porque parece sospechoso. Entonces, tienes que inventar razones para decir que hay algunas cosas que investigaste. Hay rituales muy elaborados de pretender investigar un problema, que en realidad no estás investigando para nada.
SW
Entonces entras en los “manda-tareas”.
DG
Los “manda-tareas” son la gente que está ahí para dar a la gente trabajo que no es necesario, o para supervisar a la gente que no necesita supervisión. Todos sabemos de quienes estamos hablando. Mandos intermedios, naturalmente, son un ejemplo clásico para esta categoría. Tuve gente que no tenía pelos en la lengua, “sí, tengo un trabajo de mierda, soy un mando intermedio. Fui ascendido. De hecho solía hacer este trabajo, me pusieron arriba y me dijeron que supervisara a la gente, que les hiciera trabajar. Y sé perfectamente bien que ellos no necesitan a nadie para supervisarlos o hacerles trabajar. Pero tengo que aparecer con cualquier excusa para existir de algún modo.” Así, finalmente en una situación como esa, dices, “Muy bien, vale, vamos a presentar estadísticas de objetivos, de modo que pueda probar que estás haciendo realmente algo que yo ya sé que estás haciendo, de manera que pueda sugerir que yo fui el tipo que te hizo hacerlo.”
De hecho, tienes gente rellenando todos estos formularios, de modo que están gastando menos tiempo en su trabajo. Esto sucede cada vez más en todo el mundo, pero en EEUU alguien hizo un estudio estadístico y descubrió, creo que como un 39% es el tiempo medio que un oficinista se supone que trabajaría en lo suyo realmente. Cada vez más, se ocupan de correos electrónicos administrativos, reuniones sin sentido, todo tipo de llenado de formularios, y de documentación, básicamente.
Administración inflada
SW
En el pensamiento marxista o radical, hay esta idea de trabajo productivo e improductivo. Me pregunto cómo conecta la categoría de trabajo de mierda con el concepto de empleos o trabajos improductivos.   
DG
Es diferente. Porque ese productivo o improductivo se refiere a si está produciendo plusvalía para los capitalistas. Esa es una cuestión bastante diferente. Nuestro trabajo de mierda es una valoración subjetiva del valor social del trabajo de las propias personas que lo hacen.
Por un lado, la gente acepta de algún modo la idea de que el mercado determina el valor. Esto es cierto en la mayoría de los países actualmente, de hecho. Casi nunca oirás de la gente empleada en ventas o servicios diciendo, “yo vendo palos de selfie, ¿Para qué quiere la gente palos de selfie?  Eso es estúpido, la gente es tonta.” Ellos no dicen eso. No dicen, “¿Bueno, por qué necesitas gastarte cinco dólares en una taza de café?” Así, la gente que trabaja en el sector servicios no cree que tengan trabajos de mierda, en casi ningún caso. Aceptan que si hay un mercado para algo, y la gente lo quiere, ¿quién soy yo para juzgarlo? Compran la lógica del capitalismo hasta ese grado.  
Sin embargo, entonces se fijan en el mercado laboral, y dicen, “espera un minuto, me pagan 40.000 dólares al año por sentarme y hacer memes de gatos todo el día y quizá contestar alguna llamada telefónica, eso no puede estar bien.”  Así pues, el mercado no siempre tiene razón; claramente el mercado laboral no funciona de un modo económicamente racional. Hay una contradicción. Tienen que idear otro sistema, un sistema tácito de valores, que sea muy diferente del productivo o improductivo para el capitalismo.
SW
¿Cómo se relaciona el aumento de estos trabajos de mierda con lo que nosotros consideramos trabajos productivos?
DG
Bueno, eso es muy interesante. Tenemos esta narrativa del aumento de la economía de servicios. Ya sabes, desde los años 80 nos estamos alejando de la industria manufacturera. Del modo que lo presentan, en estadísticas económicas, parece que el trabajo agrícola mayormente ha desaparecido, el empleo industrial ha caído — no tanto como la gente parece creer, pero lo ha hecho — y el empleo en el sector servicios se ha disparado. 
Pero eso también es porque ellos descompusieron el sector servicios para incluir empleos de oficina, gerenciales, de supervisión y administrativos. Si tú los diferencias, si miras el sector servicios en ese sentido, de gente que está cortándote el pelo o sirviéndote una comida, bien, la verdad, ese sector servicios ha permanecido muy constante en el 25% de la fuerza de trabajo durante los últimos 150 años. No ha cambiado para nada. Lo que realmente ha cambiado es esta gigantesca explosión de “traslada-papeles”, y ese es el sector de empleos de mierda.
SW
Tú llamas eso a la burocracia, al sector administrativo, al sector de mandos intermedios.   
DG
Exactamente.  Es un sector donde ambos, lo público y lo privado, más o menos se funden. De hecho, un área para la proliferación masiva de estos empleos es precisamente donde no está del todo claro lo que es público y lo que es privado: la interfaz, donde privatizan los servicios públicos, donde el gobierno está respaldando a los bancos.
El sector bancario es una locura. Hay un tipo con el que comencé el libro, de hecho. Yo le llamo Kurt, no sé su nombre verdadero. Él trabaja para una subcontrata de una subcontrata de otra subcontrata que trabaja a su vez para el ejército alemán. Básicamente, hay un soldado alemán que quiere mover su ordenador de una oficina a otra. Tiene que presentar una solicitud a alguien para que llame a alguien para que a su vez llame a alguno, esto va a través de tres empresas diferentes. Finalmente, tiene que conducir 500 kilómetros en un coche alquilado, rellenar los formularios, embalar el ordenador, trasladarlo, alguien más lo desembalará, y él firmará otro formulario y se marchará. Este es el sistema más ineficiente que posiblemente pudieras imaginar, pero está todo creado por esta interfaz de material entre lo público y lo privado, que supuestamente hace las cosas más eficientes (...)
Tienes a esos tipos, equipos de gente, cuyo trabajo al completo es escribir los informes que ejecutivos importantes presentaran en las grandes reuniones. Grandes reuniones que son una especie de encuentros equivalentes a las justas feudales, o como altos rituales del mundo corporativo. Entras ahí, y tienes todo este equipo, has logrado toda esta historia, tus puntos de poder y tus informes y etcétera. Así, hay equipos completos que están allí solo para decir: “yo hago las ilustraciones para el informe sobre estos tipos,” y “yo hago las gráficas,” y “yo hice y puse al día la base de datos”.
Ni siquiera nadie lee estos informes, solo están ahí para lucirse. Es el equivalente a un señor feudal.  Yo tengo un tipo cuyo trabajo es simplemente arreglarme el bigote, y otro tipo que está puliendo mis estribos, etc.  Sólo para demostrar que puedo hacer todo eso (...)
Fue ese sentimiento de una injusticia tan fundamental lo que creo que verdaderamente dirigió el movimiento [Occupy Wall Street]más que ninguna otra cosa. Me di cuenta de que creaban esos trabajos fantoches, donde básicamente tu estas ahí para hacer que los ejecutivos se sientan bien con ellos mismos. Ellos tienen que recuperar trabajo para que otra gente lo haga. En educación, en salud, esto es increíblemente evidente. Siempre lo ves. Las enfermeras a menudo tienen que gastar la mitad de su tiempo de trabajo rellenando formularios. El profesorado, profesores de escuela primaria, gente como yo no es tan malo en la educación superior como lo es si estás enseñando quinto grado, pero sigue siendo malo (…)
Una de las cosas que es muy importante del estudio que hice sobre los trabajos de mierda es lo deprimida que está la gente. Salió de manera contundente en las explicaciones que me dieron. En teoría, estás consiguiendo algo por nada, estás sentado ahí y te están pagando por hacer casi nada, en muchos casos. Pero esto solo desmoraliza a la gente. Hay depresión, ansiedad, todas esas enfermedades psicosomáticas, espacios de trabajo terribles y comportamiento tóxico, que incluso empeoran por el hecho de que la gente no puede comprender qué motivos tienen para estar tan disgustados."
 
 

Guerra comercial y comercio bélico

Juan Torres:
 
"Pero lo que está empezando a ocurrir ahora es que las medidas de Estados Unidos no se dan en el anterior clima de concesión mutua y de respeto al status quo, que es lo que diferencia un clima de competencia económica, más o menos agresiva pero aceptada, de una guerra comercial .
Cuando se produce una escalada de respuestas más o menos generalizadas a la agresión inicial (como ocurrió en 1930 cuando Estados Unidos elevó unilateral y rápidamente sus aranceles), cuando se desata la guerra, lo  que viene inmediatamente después es una caída en cadena del comercio internacional con efectos depresivos ya ampliamente analizados en la historia económica.
Hoy día sabemos que las guerras comerciales casi nunca resuelven los problemas que supuestamente trata de solventar el país que las desata con sus medidas proteccionistas. En este caso, Trump no va a defender los intereses de América y de los americanos en su conjunto ni va a salvar a los sectores económicos que pretende proteger. Actualmente, las empresas estadounidenses y en realidad todo su comercio internacional forman parte de cadenas internacionales de valor, de modo que las medidas proteccionistas de Trump sólo van a producir subidas de precios que proporcionarán beneficios extraordinarios a unas pocas empresas pero menos renta efectiva y menos ventas al conjunto de la economía (los aranceles sobre las importaciones de acero o aluminio, por ejemplo, van a perjudicar a las industrias del automóvil y la construcción). Tampoco van a hacer más competitivos a los sectores a quienes se trata de proteger porque éstos tienen problemas estructurales que no se curan eliminando la competencia exterior.
Cuando la protección no es mutuamente consentida, como ahora, se busca hacer daño con ella. Y eso es lo que harán China o Europa apuntando a los intereses y sectores que más empleo generan en Estados Unidos o incluso a los que en mayor medida apoyan electoralmente a su presidente. Trump ni siquiera conseguirá mejorar el balance exterior estadounidense porque está estableciendo aranceles a productos que se utilizan como inputs intermedios en su industria nacional: lo comido por lo servido. Estados Unidos se va a pegar un tiro en el pie.
La historia económica también nos ha enseñado que las guerras comerciales suelen traer consigo problemas monetarios de toda índole y crisis financieras, que las medidas agresivas que llevan consigo se imponen rápidamente pero luego son más difíciles de eliminar y que no suelen tener vencedores sino que pierden casi todos los que se ven involucrados en ellas.
Pero si hay algo especialmente preocupante de entre lo que nos enseña la historia económica de las guerras comerciales es que, con mucha frecuencia, terminan en conflictos armados y a veces generalizados. No lo olvidemos, porque quién sabe si detrás de una estrategia comercial de apariencia nacionalista y de factura económica tan torpe lo que hay en realidad es una ofensiva de la poderosa industria armamentística.
Aspirar a que exista un comercio completamente libre es una excusa para proteger a los más fuertes y creerse el discurso de quienes dicen que lo defienden es una ingenuidad que se paga caro. Pero pensar que el proteccionismo a ultranza puede resolver los problemas de las sociedades modernas es una simpleza quizá peor. Se necesita un sistema mundial de acuerdos multilaterales basados en la equidad y el equilibrio, en la protección de los más débiles, en el uso sostenible de los recursos naturales y en la salvaguarda de los intereses futuros de la humanidad. Todo lo contrario de lo que lleva a la guerra que se avecina"
 
 
 

viernes, 6 de julio de 2018

Aduaneros sin fronteras


"En el lento tránsito de la Unión Europa hacia su fragmentada y disgregada inoperancia, asistimos a la coalición del neoliberalismo con la extrema derecha política. Es lo que bauticé como la “lepenización de Goldman-Sachs”. La cumbre de finales de junio adoptó una política de extrema derecha en materia de refugiados: 1-Refuerzo de las fronteras exteriores de la UE vía la ampliación de las competencias y el presupuesto de Frontex, la agencia europea competente, 2 – incrementar la repatriación de emigrantes irregulares estableciendo campos de concentración en África del Norte y en el interior de la UE, instalaciones que llevarán nombres de camuflaje como “centros de control” o “plataformas de desembarco”.
Mientras los jefes de Estado europeos alcanzaban –de madrugada e in extremis, como viene siendo habitual– estas resoluciones, la semana se saldaba con por lo menos 220 personas ahogadas en el Mediterráneo, según la estimación de la agencia de refugiados de la ONU. Desde 2014, 16.000 han perdido la vida tratando de alcanzar Europa, unas 35.000 desde el año 2000, según la misma agencia.
Lo peor está por venir
Aunque el actual flujo migratorio hacia Europa no es significativo para un conjunto de 500 millones de habitantes –y comparado con la situación en Líbano o Turquía es francamente insignificante– logra potenciar la “lepenización” política en muchos países a causa del encogimiento del estado social y de la competencia entre pobres autóctonos y pobres foráneos, hasta el extremo de alterar los mapas políticos nacionales. 
Lo que comenzó siendo un fenómeno francés con el éxito del Frente Nacional de Le Pen, afecta ahora a muchos países europeos. La novedad es que esta “lepenización” se ha instalado en Alemania. La canciller Merkel, que en 2015 se marcó el brevísimo farol de acoger emigrantes por una mezcla de razones de imagen y de falta de mano de obra, ha visto cómo en dos años se formaba en su Bundestag el mayor grupo parlamentario de extrema derecha de Europa (92 diputados). La derecha alemana no ha tenido ningún problema en asumir el programa lepeniano, que ha llegado al poder en Italia, en Austria y otros países, bajo el impulso de la retrógrada CSU, el partido que gobierna Baviera prácticamente sin interrupción desde antes de que el Partido Comunista Chino llegara al poder en 1949.
Las predicciones y proyecciones del calentamiento global sugieren que el actual problema migratorio dejará de ser anecdótico. Unido a los efectos del belicismo en Oriente Medio, del comercio injusto por doquier y del neocolonialismo bajo otras formas en África y otros lugares, el cuadro es inequívoco.
El vector de esta política apunta hacia una división del mundo en dos categorías, dos castas geográfico-sociales, en la que el estrato superior que podría implicar al 20% de la población del planeta podría vivir en un cuadro de relativa distribución, suficiente para generar un consenso y una fuerza militar capaz de mantener al 80% restante en una posición totalmente subyugada y paupérrima. Evocando este escenario, el sociólogo Immanuel Wallerstein observa con razón que, “el orden mundial que Hitler tuvo en mente no era muy diferente” (...) 
Acabar con el orden desorden neoliberal-belicista, dejar de participar en él y romper con las alianzas que lo promocionan, sería el primer artículo del decálogo para cumplir con el mundo.
El antibelicismo habría que conjugarlo con políticas contra el crecimiento crematístico que está en el origen de tales desastres, con el fin de las políticas comerciales basadas en la rapiña y el abuso así como con los regímenes emplazados en el Sur para garantizarlas, con la práctica del multilateralismo en la esfera diplomática, con la denuncia de los acuerdos y relaciones desiguales, con el coto al extractivismo y a la emisión desenfrenada de gases responsables del efecto invernadero, con el respeto y desarrollo de los acuerdos internacionales en la materia, con el cumplimiento del insuficiente compromiso de la ONU de dedicar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo, con la prohibición de la venta de armas y la sanción al colonialismo, con la promoción del desarme de los recursos de destrucción masiva comenzando por las cinco potencias nucleares del consejo de seguridad de la ONU, etc., etc.
Solo desde un programa político reformista y humanista que apuntara en esa dirección, podría un estado nacional cerrar sus puertas a los grandes flujos migratorios que están por venir, alegando su compromiso práctico con un mundo viable y la necesidad de preservar su estabilidad interna, sin la cual se pierde toda posibilidad de acción política.
Solo los gobiernos del Norte que cumplan con el mundo podrían cerrar sus puertas al emigrante sin sentir la vergüenza que suscita la presente política hipócrita de la Unión Europea, hablando por un lado de derechos y valores mientras se organizan centros de detención de migrantes en África y se alimentan las hogueras globales con un modo de vida inviable para todos y sostenido por el militarismo (...) De la misma forma en que la solución a la desigualdad no es la caridad, sino la nivelación social y una política fiscal acorde, el problema de los emigrantes debe enfocarse en el marco de programas de cambio general. Antes de que la lepenización de Goldman Sachs nos robe todas las banderas" 
 

jueves, 5 de julio de 2018

Del capitalismo degenerativo

Entrevista a Andrés Piqueras:
 
"El capitalismo construyó una naturaleza mercancía en cuanto que “capital circulante” (materias primas, insumos...), convirtiéndola en una fuente aparentemente infinita de recursos gratuitos o semigratuitos y en un vertedero sin fondo de residuos. Esto trazaba el camino seguro de su destrucción. Lo que está haciendo hoy es completarlo. Este sistema está dispuesto a destripar todo el planeta antes de morir.
En cuanto a la sociedad, cuando el capitalismo fue un modo de producción en auge que generaba crecimiento -el capitalismo industrial clásico-, al mismo tiempo que enormes sufrimientos y horrores para las poblaciones, permitió la construcción de la “civilización industrial” en los núcleos centrales del sistema capitalista, y la mermada extensión del mismo hacia las periferias de aquél. La extracción de plusvalía y el sistema de propiedad privada fueron viables porque, a pesar de la desposesión y la explotación, a través del trabajo asalariado se otorgaba la posibilidad del consumo obrero y de su (relativo) acceso a bienes y recursos, así como una cierta redistribución del excedente para cimentar la cohesión social, con lo que la sociedad se fue expandiendo en diferentes términos. Es decir, que la plusvalía extraída a partir del empleo de la fuerza de trabajo, tenía como contrapartida los salarios de la población trabajadora empleada, los cuales revertían en consumo. Se trata de un mecanismo de integración de las poblaciones y de generación de base social; una distribución de la riqueza por medio del empleo que asegura al mismo tiempo la realización de la ganancia mediante el consumo y con ello la reproducción ampliada del capital.
En cambio, las dinámicas del capitalismo degenerativo o terminal en el que nos hallamos, ya no hacen sociedad, son antisociales. Así, la renta diferencial proveniente de las operaciones en el exterior, de las dinámicas parasitarias y de saqueo de recursos, así como de la especulación financiera, termina en su mayor parte acrecentando la concentración de riqueza en manos de los grandes capitales, especialmente de su rama parasitario-especulativa, banca pasiva, accionistas... Lo que quiere decir que aquella renta no revierte en el ciclo económico productivo y de consumo de masas (salarios, impuestos, obras, servicios, empresas…), pues además de las exacciones fiscales, apenas se declara una minúscula parte de aquellas ganancias, dado que la contabilidad se divide en subcontrataciones, filiales, sectores deslocalizados, secciones sumergidas, etc., y por si fuera poco la mayor parte van a parar a esas nuevas territorialidades creadas para sustraerse a cualquier control social y para esconder el botín proveniente de atracar a la sociedad, de apropiarse de la riqueza colectiva, los mal llamados “paraísos fiscales”. Es decir, esas ganancias bien se atesoran o bien se destinan a la especulación, sirviendo para agrandar el fetiche del dinero que hace dinero por sí mismo. La repatriación de la plusvalía, de las ganancias y de la renta, irá también a aumentar aún más los ya enormes auto-salarios de las elites bancario-financieras y de los CEO, a la especulación bursátil, a circuitos financieros, y sólo muy, muy marginalmente, al mantenimiento de la sociedad.
No hay que cavilar mucho para darse cuenta de que con ello se entorpece el propio funcionamiento del ciclo capitalista.  
De acuerdo. En cuanto a la expresión “fase actual”. ¿Tiene alguna definición económica? ¿A qué podemos llamar fases en la historia del capitalismo?
En mi anterior libro de La opción reformista intento dar una explicación de ellas vinculándolas a los distintos modelos de crecimiento (acumulación-regulación) del capital. En estos momentos estamos, como he dicho, en su fase degenerativa (terminal) –esa es al menos la formulación teórica que llevamos a cabo en el Observatorio Internacional de la Crisis-. En esta fase, las estructuras sociales de acumulación del capitalismo se ven cada vez más incapacitadas porque la generación de valor y de plusvalor se ve crecientemente entorpecida, como explico en el libro que ahora comentamos. Lo que tenemos, en vez de acumulación de capital –cada vez más exigua-, es un pobrísimo crecimiento ficticio en cuanto que está dado por deuda y por la invención de dinero sin ningún valor (no está vinculado a la producción). La deuda y el capital ficticio mantienen la ilusión de que el sistema sigue funcionando. Esto da como resultado una economía cada vez más irreal, un capitalismo moribundo asentado sobre la irrealidad. Lo propio de una demencia senil (...)
La capacidad de mutar de este sistema ha sido excepcional, porque excepcional es su dinámica de incesante crecimiento y destrucción de todo lo dado que va implícita en el desarrollo asimétrico y desproporcionado de fuerzas productivas que genera, hecho que no comparte con ningún otro modo de producción ni civilización. La opción reformista (aunque rebajada respecto de las propuestas de Kalecki, e incluso aplicada en versión “light” respecto de lo que posteriormente puso sobre la mesa Keynes) consistió en la puesta en marcha de mecanismos de distribución de una parte de la plusvalía generada por la propia población trabajadora, así como de medidas de protección de esta población, que supusieron la desmercantilización de diversos aspectos de su reproducción social, y por tanto en cierta manera la parcial desmercantilización y desproletarización de la fuerza de trabajo a través de servicios y bienes sociales. Ese “reformismo”, además de construir sociedad, como dije, fue la propia salvación del modo de producción capitalista. Hoy, al destruir tal opción da muestras evidentes de que ha agotado sus posibilidades “progresistas” (de progreso para la humanidad) y de que no tiene vías de escape. En realidad, se está autofagocitando para sobrevivir, es decir, está devorando la riqueza social que hasta ahora le permitía funcionar más o menos vigorosamente porque mantenía a la sociedad de la que se nutre. Si elimina los sustentos de su sociedad y la pudre, se mata a sí mismo (...)
Solo el materialismo histórico-dialéctico, afirmas en la introducción, sobre todo, añades, cuando más abierto ha estado a la epistemología ecologista, “ha sido capaz de ofrecer claves estructurales de análisis y tendencias verosímiles del capitalismo realmente existente”. ¿Qué es entonces para ti el materialismo histórico-dialéctico? ¿Cómo hay que entender aquí lo de dialéctico?
En la ciencia social llamamos estrategias ideales a las que pretenden (y así plantean sus investigaciones y teorizan) que son las ideas las que explican el mundo y por tanto también constituyen la primera causa de su transformación. Las estrategias materialistas, en cambio, sostienen que es lo material lo que explica lo mental; aunque el materialismo dialéctico en concordancia con su propia designación, siempre habló de que hay una interacción constante entre ambas dimensiones: la idea se hace materia a través de las acciones humanas, sobre todo cuanto más colectivas sean, pero a su vez esas ideas no pueden cobrar existencia ni mucho menos fuerza, fuera del entramado histórico-material en el que se desarrollan. Y si por tanto son ajenas al mismo o proponen acciones que no tienen coherencia con la realidad, no lograrán más que hacer surcos en el mar (...)
La ecosfera es lo más material que tenemos (nuestra infraestructura como especie), por eso es imprescindible partir de ella para cualquier análisis social realista. El materialismo dialéctico de epistemología ecologista es para mí lo más avanzado de que disponemos para explicar y transformar el mundo en el estado actual de desarrollo de la humanidad (...)
Lo que se mostró como una contundente victoria del capitalismo, saliendo aparentemente de su crisis estructural de sobreacumulación de los años 70 del siglo XX y eliminando o dejando fuera de juego a sus principales enemigos sistémicos, la URSS y China, fue en realidad una descarada huida del sistema capitalista hacia un mundo irreal, hacia una economía de ficción que, como acabo de decir, se basaba sobre todo en la permanente y creciente generación de deuda a partir de capital ficticio para aparentar que el sistema seguía funcionando (...)
Todo el decorado era de cartón-piedra, pero como digo, en esos momentos muchos no lo vieron. La teoría se resintió, cundió el desaliento de lo “post”: el postmodernismo, el post-estructuralismo, el post-marxismo… como si estuviéramos en un limbo histórico en el que las tendencias, razones de ser y reglas del capitalismo hubieran quedado suspendidas. También se pretendió que el capitalismo había superado definitivamente sus crisis cíclicas (¡qué irónico resulta hoy!). Hubo marxistas que renegaron incluso del elemento clave del movimiento capitalista descubierto por Marx: la caída tendencial de la tasa de ganancia. De hecho, al marxismo en general se le declaraba “obsoleto” y se trataba en adelante de elaborar teoría dando por buena la supraestructura o pantalla ideológica del capital. Poco a poco, la teoría se ha ido convirtiendo en un fetiche más del mismo, parte de su propaganda (...)
En realidad, hay que salvar a bastantes otros autores que llevan su militancia social en la cotidianidad de sus vidas incluido su quehacer científico, pero al tener Amin una dimensión mundial (y aun a pesar de algunas discrepancias con él) le menciono en mi Introducción para señalar que el materialismo dialéctico no había sido abandonado por todo el mundo. Su esfuerzo sistémico y sistemático creo que dio sus frutos más importantes hasta esa década que tú mencionas.
Para hacer honor a la verdad, de todas formas, en este plano tendría que haber nombrado por lo menos también a István Mészáros (a quien por otra parte cito en bastantes otros de mis trabajos). Creo que es el autor de talla mundial en la ciencia social que más ha incidido en el siglo XXI en el estudio de las reacomodaciones del capitalismo para hacer frente a sus límites estructurales y a su “insustentabilidad”, que yo llamo degeneración (...) 
El marxismo lo entiendo como un método científico [materialismo dialéctico] para el conocimiento del mundo, que es al tiempo metacientífico: analiza las raíces sociales, las relaciones de poder, que constituyen la propia ciencia; en ese sentido podría decirse también que es alter-científico (otra forma de hacer ciencia). Además, o por ello mismo, a diferencia de otros métodos y teorías científicas, comporta una praxis, es decir, un compromiso con lo que se conoce, en orden a transformarlo en el camino de la emancipación humana. Es decir, la razón de ser del marxismo es enfrentar siempre cualesquiera relaciones de explotación, dominación-sumisión, opresión y marginación que tengan lugar entre seres humanos, tanto en sus expresiones individuales como colectivas. Incluyendo aquellas que se dan en nombre del propio marxismo. No quiero dejar de citar aquí la explotación y dominación estructural de los hombres sobre las mujeres, por ejemplo.
Por eso el punto de entrada del marxismo para el conocimiento del mundo es la relación de clase o relación en la que unos seres humanos se aprovechan del trabajo de otros y/o usurpan sus oportunidades de vida. Aquí subyace para aquél el núcleo explicativo de las sociedades"