“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


jueves, 29 de noviembre de 2018

Acumulación por desposesión


Apuntes de David Harvey a partir de su "Breve historia del neoliberalismo", citados por Chris Hedges:

"Es importante reconocer los orígenes de clase de este proyecto, gestado en la década de 1970 cuando la clase capitalista se encontraba en problemas, los trabajadores estaban bien organizados y tenían la capacidad de hacer retroceder a los empresarios. Como cualquier clase dominante, necesitaban ideas dominantes. Por lo tanto, las ideas dominantes fueron que la libertad de mercado, la privatización, el espíritu empresarial, la libertad individual y todo lo demás deberían ser las ideas dominantes de un nuevo orden social, y ese fue el orden que se implementó en los años 80 y 90.

Como proyecto político, fue muy inteligente. Obtuvo un gran consenso popular porque hablaba de la libertad individual y de la libertad de elección. Pero en realidad se refería a la de mercado, principalmente. El proyecto neoliberal dijo a la generación del 68, “Ok, ¿quieres ser libre y tener libertad?” De eso trataba el movimiento estudiantil. “Te lo daremos, pero será la libertad del mercado. La otra cosa que buscas es la justicia social, olvídalo. Te vamos a dar la libertad individual, olvídate de la justicia social. No te organices”. El intento fue desmantelar esas instituciones, que no eran otras sino las instituciones colectivas de la clase trabajadora, particularmente los sindicatos y poco a poco los partidos políticos que representaban algún tipo de preocupación por el bienestar de las masas.

Lo mejor de la libertad de mercado es que parece ser igualitaria, pero no hay nada más desigual que el trato igualitario de los desiguales. Promete la igualdad de trato, pero si eres extremadamente rico, significa que puedes hacerte más rico. Si eres muy pobre, es más probable que te empobrezcas. Lo que Marx mostró brillantemente en el volumen uno de ‘El Capital’ es que la libertad de mercado produce niveles cada vez mayores de desigualdad social.

La difusión de la ideología del neoliberalismo fue organizada por la clase capitalista. Las élites capitalistas financiaron organizaciones como Business Roundtable y la Cámara de Comercio y think tanks como “The Heritage Foundation” para vender el producto al gran público. Ellos financiaron a las universidades con donaciones, siempre y cuando las universidades pagaran y contribuyeran con su lealtad a la nueva ideología dominante. Utilizaron su influencia y riqueza, así como sus plataformas de medios de comunicación, para transformar a la prensa en su portavocía. Y silenciaron a los herejes o les hicieron difícil encontrar empleo. El aumento del valor de las acciones bursátiles en lugar del aumento de la producción se convirtió en la nueva medida de la economía. Todo y todos fueron financiarizados y mercantilizados.

El valor se fija por cualquier precio que se concrete en el mercado. Entonces, Hillary Clinton es muy valiosa porque dio una conferencia a Goldman Sachs por 250.000 dólares. Si doy una conferencia a un grupo pequeño en el centro de la ciudad y obtengo 50 dólares por ella, obviamente ella vale mucho más que yo. La valoración de una persona, de su contenido, se infiere de lo que puede obtener de ello en el mercado.

Esa es la filosofía que se encuentra detrás del neoliberalismo. Tenemos que poner precio a todas las cosas, aun cuando algunas de ellas no deberían ser consideradas como tales y tratadas como productos básicos. Por ejemplo, el cuidado de la salud, en el mismo momento en que se convierte en una mercancía. La vivienda para todos es otro ejemplo. Y la educación. Por lo tanto, los estudiantes tienen que pedir prestado dinero para obtener la educación que les permita obtener un empleo en el futuro. Esta es la estafa. Básicamente dice que si te comportas como un empresario, si sales ahí afuera y te entrenas, obtendrás tus justas recompensas. Pero si no las obtienes, es porque no te entrenaste bien. O porque tomaste un camino equivocado. Porque te dedicaste a estudiar filosofía o a leer a los clásicos en lugar de inscribirte en un curso de habilidades autopersonales de gestión.

La estafa del neoliberalismo es a día de hoy ampliamente comprendida en casi todo el espectro político. Es cada vez más difícil ocultar su naturaleza depredadora, incluida sus enormes exigencias de cuantiosos subsidios públicos (Amazon, por ejemplo, solicitó y recibió beneficios fiscales multimillonarios de Nueva York y Virginia para establecer centros de distribución en esos estados). Esto ha obligado a las élites gobernantes a establecer alianzas con demagogos de derechas que utilizan las crudas tácticas del racismo, la islamofobia, la homofobia, la intolerancia y la misoginia para canalizar la creciente rabia y frustración de la sociedad lejos de las élites, canalizándola hacia los vulnerables. Estos demagogos aceleran el saqueo de las élites globales y, al mismo tiempo, prometen proteger a los trabajadores y trabajadoras. La administración de Donald Trump, por ejemplo, ha abolido numerosas regulaciones, desde las emisiones de gases de efecto invernadero hasta la neutralidad de la red, y ha recortado los impuestos a las personas y corporaciones más ricas, impidiendo el ingreso público de 1.500 millones de dólares durante la próxima década. Todo esto estableciendo al mismo tiempo un lenguaje autoritario y otras formas de control.

El neoliberalismo genera poca riqueza. Más bien, la redistribuye hacia arriba hacia las manos de las élites gobernantes. La lógica principal de la acumulación por desposesión se basa en la idea de que cuando las personas se quedan sin la capacidad de fabricar cosas o prestar servicios, siga siendo posible establecer un sistema que extraiga su riqueza restante. Esa extracción se convierte entonces en el centro de sus actividades. Una de las formas en que puede ocurrir esa extracción es creando nuevos mercados de productos básicos donde antes no existían. Por ejemplo, cuando era más joven, la educación superior en Europa era esencialmente un bien público. Cada vez más -este y otros servicios- se han convertido en una actividad privada. Servicios de salud. Muchas de estas áreas que usted consideraría que no son productos comerciales en el sentido ordinario se convierten en tales tipos de productos. La vivienda para la población de bajos ingresos a menudo era vista como una obligación social. Ahora todo tiene que pasar por el mercado.
Cuando era niño, el agua en Gran Bretaña se proporcionaba como bien público. Al cabo de un tiempo, por supuesto, se privatizó. Comienzas a pagar los gastos de agua. Han privatizado el transporte (en Gran Bretaña). El sistema de autobuses es caótico. Existen todas esas compañías privadas corriendo de aquí para allá, en todas partes. No hay manera de encontrar un sistema que necesites realmente. Lo mismo sucede con los ferrocarriles. Pero una de las cosas que suceden en este momento en Gran Bretaña es interesante: el Partido Laborista dice: ‘Vamos a tomar todo eso de nuevo en propiedad pública porque la privatización es totalmente insana y tiene consecuencias insanas y no está funcionando bien en absoluto’. La mayoría de la población ahora está de acuerdo con esto.

Bajo el neoliberalismo, el proceso de “acumulación por desposesión” está acompañado por la financiarización. La desregulación permitió que el sistema financiero se convirtiera en uno de los principales centros de actividad redistributiva a través de la especulación, la depredación, el fraude y el robo. La promoción de acciones cotizadas, los esquemas de Ponzi, la destrucción estructurada de activos a través de la inflación, la desmantelación de activos a través de fusiones y adquisiciones, la exponencial elevación de los niveles de deuda tal que reducen poblaciones enteras incluso en los países capitalistas avanzados al peonaje de la deuda. Por no decir nada del fraude corporativo, la devaluación de activos, el ataque a los fondos de pensiones, su aniquilación por la inducción de colapsos corporativos a través de la manipulación de créditos y acciones, en todo esto se ha convertido el sistema financiero capitalista.

El neoliberalismo, blandiendo su tremendo poder financiero, es capaz de diseñar crisis económicas para deteriorar el valor de los activos y luego aprovecharse de ellos.
Una de las maneras en que se puede crear una crisis es cortando el flujo de crédito. Esto se hizo en el este y sureste de Asia en 1997 y 1998. De repente, la liquidez se agotó. Las principales instituciones no prestaban dinero. Había habido un gran flujo de capital extranjero en Indonesia. Cerraron el grifo. El capital extranjero fluyó hacia afuera. Lo cerraron en parte porque una vez que todas las empresas se declararon en bancarrota, podían pasar a ser compradas con grandes descuentos. Vimos lo mismo durante la crisis de la vivienda aquí (en los Estados Unidos). Las ejecuciones hipotecarias posibilitaron posteriores recompras de pisos a precios muchísimo más baratos. Es cuando entra Blackstone, compra todas las viviendas y pasa a convertirse en el propietario más grande de todos los Estados Unidos. Tiene 200.000 propiedades o algo así. Ahora se encuentra esperando que el mercado gire. Cuando el mercado gire, que lo hará brevemente, entonces podrá vender o alquilar y cometer el crimen. Blackstone ha conseguido el pelotazo del siglo gracias a las ejecuciones hipotecarias a partir de las que todo el mundo perdió. En esencia se trata de una transferencia masiva de riqueza.

La libertad individual y la justicia social no son necesariamente compatibles. La justicia social requiere solidaridad social y la voluntad de sumergir los deseos, las necesidades y los deseos individuales en la causa de una lucha más general como, por ejemplo, la igualdad social y la justicia ambiental. La retórica neoliberal, con su énfasis en las libertades individuales, puede efectivamente separar el libertarismo, las identidades políticas, el multiculturalismo y, finalmente, hacer oscilar hacia el consumismo narcisista a las fuerzas sociales que persiguen la justicia social a través de la conquista del poder estatal"


martes, 27 de noviembre de 2018

Jugadas

 
La filtración del whatsapp de Cosidó supuso la explosión controlada, desde dentro de un sector del PP, del apaño político bipartidista en el reparto de jueces. Al menos permite prorrogar la actual situación de ventaja del PP en el Poder Judicial.
¿Y no es curiosa la reacción del PSOE? El reproche iba encaminado contra semejante explosión controlada porque ponía en duda la honestidad de Marchena. Un juez que en sus actuaciones, tan a favor siempre de las tesis de la derecha política más recalcitrante, roza la prevaricación permanente.
¿No suena a que el manejo de la ley al servicio de sus propios intereses ideológicos, incluso personales respecto al partido que lo colocó allí, es asunto menor frente al reproche de estar dándole argumentos a los independentistas catalanes, algo mucho más grave al parecer?
No se olvide a Llarena mismo condenando de antemano a los presos políticos catalanes en una conferencia privada antes de que se celebrara el juicio, algo actualmente investigado en Estrasburgo.
No solo porque las vergüenzas del propio PSOE queden al descubierto en el apaño proverbial, en medio de una acelerada deslegitimación social de la Justicia.
Es que además ese parece ser un PSOE no muy predispuesto a que le aprueben los presupuestos los partidos catalanes.
Lógica la desconfianza catalana respecto al PSOE. 
¿Teme acaso la fiereza de las fuerzas nacionalcatólicas? Estas ya están funcionando, con sus medios a toda máquina, de todos modos.
Otra cosa muy distinta sería el enfado de los poderes económicos de aprobarse dichos presupuestos.
Y a eso suena la jugada: lo dejamos en decretos-ley, a sabiendas de que la derecha los bloqueará en los tribunales y nos ganamos para la causa unos millones de votos progresistas, pero sin traicionar a toda esa base de votantes que compra desde el principio las tesis ultranacionalistas y centralistas de la derecha españolista, la que nos ha traído hasta el actual despropósito. ¡Y todo de forma incruenta para la oligarquía económica!
Muy PSOE, muy bifronte.
Jugada maestra en la que están cayendo los partidos catalanes de izquierdas, alega Vicenç Navarro.
Si ERC quiere realmente fastidiar al PSOE, debería empujarle a aprobar esos presupuestos. Porque eso sí que sería meterle en problemas.
El resto serán escupitajos inventados y demás zarandajas. Aunque lo cierto es que a Hernando, mucho más insultante hasta con los muertos, jamás lo expulsan de la Cámara.
 
 
 
 

Con casa nos queremos

 Manifestación intempestiva de la PAH contra las políticas de vivienda, que molestó a la alcaldesa y a su concejala de los pelotazos urbanísticos de la derecha prorrogados, que inauguraban la Navidad.

Sarah Babiker:  
 
"Quizá lo último que miró fueron sus cosas cuando llamaron a su puerta para echarla. ¿Cuántos meses habrá aguantado la angustia, la de no llegar a pagar lo fundamental, un techo sobre tu cabeza? ¿Cuántas noches sin dormir intentando dar con soluciones y acabando siempre en los mismos callejones sin salida? Kilos de angustia y de insomnio que hacen el cuerpo pesado. Entonces buscó un abismo que aliviara. Y saltó (...)
Todo el mundo debería alguna vez ser rechazado en una frontera. Ver reducida su humanidad y sus miedos, su historia y sus angustias, sus amores y sus sueños a un papel, página impar, ¿dónde está el sello? Todo el mundo debería en algún momento de su vida ser sometido a la banalidad del mal que respira tras la última palabra burocrática. Al disciplinamiento de la espera arbitraria, de no saber cuál es el formulario correcto, el protocolo acertado para la próxima semana u hora. Todo el mundo debería pasar alguna vez en su vida por la experiencia de hacer colas hacia la incertidumbre. De transitar túneles al raso. Estar a cielo abierto y no encontrar salidas.
Quizá todas debiéramos vernos en alguna ocasión con nuestras hijas en la puta calle. Nuestras cosas guarecidas bajo plásticos, ojos infantiles que te miran buscando respuestas que no tienes. Alrededor tuyo casas. Gente viviendo en esas casas. Casas con alquileres que no podrás pagar nunca. Pisos con precios que son para otra gente de otro mundo. Que son para empresas y fondos buitres y peña con mucha pasta que solo necesita esos pisos para hacer más pasta. Y la ciudad hecha de súbito desierto, tierra hostil.
Quizá todos tendríamos que vernos ahí alguna vez, sin colchón familiar, sin patrimonio, sin nadie a quien recurrir. Que nos pongan la puerta de un piso vacío cerca. Una casa que no da cobijo a nadie. Un techo buscando a quién albergar. Y entonces lo haces. Contra el estigma, y la criminalización, contra tu vergüenza y tu reparo lo haces. Pegas esa patada y estás dentro. Porque afuera no se puede vivir.
Quizá todas deberíamos pasar por estar en ese afuera. Entonces sería impensable que los techos estuvieran en manos de empresas, que su precio estuviera fuera del alcance de jóvenes y jubiladas, de familias enteras, de mileuristas y precarias. Sería impensable un reglamento sobre vivienda pública, como el que hoy se iba a votar en Madrid, donde quedara fuera la gente que ocupó una casa para huir de la intemperie. La gente a la que la ley de extranjería, el páramo del asilo, deja sin posibilidad de obtener un salvoconducto a los derechos más fundamentales. Entonces quizá las administraciones, la sociedad entera, sus legisladores, la gente que les vota, no podrían decir nunca más, a nadie: “Para ti no hay sitio”."

Demasiado presupuestos


Vicenç Navarro:

"El error de sustituir los presupuestos por decretos-ley es, sin embargo, creer que las medidas sociales de los presupuestos pueden sustituirse por una suma de tales decretos, lo cual es altamente cuestionable, tal como la experiencia demuestra. No hay duda de que las derechas neoliberales, el PP y Ciudadanos, llevarán esos decretos-ley al Tribunal Constitucional (TC), basándose en que una condición para su aprobación es su excepcionalidad. En otras palabras, los decretos-ley en los temas sociales enunciados tienen que responder a circunstancias de urgencia y excepcionalidad, categoría subjetiva que, sin lugar a dudas, dará pie a la intervención del TC, lo que llevará, además de a un gran retraso, a la posibilidad muy probable de que dichas medidas sean vetadas por tal tribunal. La judicialización de la política es una constante en la estrategia de las derechas en España, conscientes de que el poder judicial en este país está muy escorado a la derecha, como el juicio de los presos políticos está demostrando. De ahí que tal judicialización dificultará e incluso imposibilitará su aprobación. Así pasó con anteriores decretos-ley, como la declaración de inconstitucionalidad en el año 1997 de una reforma fiscal de 1992, o en el año 2016 de unos créditos extraordinarios aprobados en 2014. En ambos casos el TC indicó que unos cambios de tal naturaleza no podían seguir la vía extraordinaria, sino la ordinaria. Y así podría pasar, anulando la probabilidad de que tales medidas pudieran ser aprobadas.
La enorme responsabilidad de las izquierdas independentistas en perpetuar la enorme crisis social existente en Catalunya y en España
Es un gran error y una enorme incoherencia el ligar y relacionar la aprobación de los presupuestos (que significan un paso muy importante, ya que contienen medidas de gran calado que beneficiarían enormemente a las clases populares de Catalunya y de España) a cambios del gobierno español en el tema nacional. La continua supeditación de la resolución de la enorme crisis social a la resolución del tema nacional está convirtiendo a tales izquierdas en cómplices del enorme daño que los partidos neoliberales están imponiendo a la población (...)
Hoy, la gran mayoría de la población catalana votaría a partidos de izquierdas. Según la última encuesta del CEO, la suma de los votos de ERC, PSC, Catalunya en Comú y la CUP sería mayoritaria entre la población (58,5%). Es lógico, pues, asumir que, conforme al principio de representatividad y solidaridad que debería guiar a las izquierdas, la mayoría de catalanes desea que estas medidas sean aprobadas. Ahora bien, las izquierdas independentistas (ERC y CUP) prefieren mantener la alianza con otros partidos independentistas (y por lo tanto con la derecha neoliberal del PDeCAT), una alianza que sería minoritaria (la suma de ERC, PDeCAT y CUP no alcanzaría el 50%, concretamente sería el 48,4%). Y la suma de las derechas (PDeCAT, Ciudadanos y PP) sería solo del 39,5%. Y, en cambio, los partidos neoliberales de derechas, claramente en minoría, serían los mayores beneficiarios del veto independentista a los presupuestos.
Las izquierdas independentistas deberían anteponer el deseo de las clases populares, en un momento de gran crisis social. Ignorar tal deseo (a favor de un futuro incierto) es un gran error que, por desgracia, se ha cometido durante un largo periodo de tiempo. Parecen no entender que la estrategia de tensión que están favoreciendo está llevando a una situación que está causando un enorme daño a la mayoría de la población, que no es para nada responsable ni de la situación, ni de los presos políticos, ni de la rigidez y represión del Estado central, ni de la torpeza del gobierno catalán. Así de claro"



sábado, 24 de noviembre de 2018

Fakes

 
El análisis de Petras ayuda a distinguir entre el bullicioso relato imaginario de Trump y la realidad.
La retórica de recuperar terreno imperial perdido por la debilidad de los anteriores le conduce a alardear del éxito en Siria, del aislamiento de Irán, del debilitamiento de Rusia y China mediante su asfixia a fuerza de bases y armamento nuclear (en realidad desplegado en la era Obama-Clinton) y sanciones económicas, de la recuperación derechista de América latina a su servicio, de la presión sobre Europa para darle la espalda a Rusia e Irán, de su supremacía sobre Medio Oriente y África del Norte, de la renegociación de los tratados comerciales en una nueva vuelta de tuerca en favor de las corporaciones norteamericanas.
Pero la elite financiera enjuaga sus negocios con China más allá de la guerra comercial, Rusia se hace más fuerte militar y comercialmente, China supera con creces crecimiento y superávit comercial respecto a EEUU, Europa estrecha sus lazos petroleros rusos, en Siria la retirada es de cajón, Afganistán está perdida, Israel puentea en alta tecnología las prohibiciones de comercio con Rusia y China, Arabia Saudí compra el 10% en armamento de lo pactado mientras persiste en bloquear a la aliada Qatar, los países sudamericanos derechizados se enfrentan a profundas crisis económicas.
Un número, en fin, que prescinde de los auténticos números.
Y sin embargo la ristra de triunfos trumpianos impostados deriva en auténtico triunfo en casa: el voto sigue viviendo en ese relato inventado, que era de lo que se trataba.
Apenas una Ocasio-Cortez en New York y otras candidatas y candidatos diversos étnica y sexualmente, desde la creciente corriente de las bases del partido Demócrata afines al socialismo democrático de Bernie Sanders, logra por ahora eclipsar ese único triunfo principal derivado de triunfales fakes.
Que la realidad titular no nos estropee un gran relato promocionado vía Twitter, y en campañas por Facebook o WhatsApp a partir de nuestra fisiología y datos personales.
   

De extracción africana


Nick Dearden (Al Jazeera):
 
"Esta es la esencia de un informe (pdf) publicado [24 de mayo de 2017] por varios grupos con campañas comunes. Basándose en una serie de cifras nuevas el informe concluye que el África subsahariana es un acreedor neto del resto del mundo por valor de más de 41.000 millones de dólares. Por supuesto, entra dinero: aproximadamente 161.000 millones de dólares en forma de préstamos, remesas (de aquellas personas que están fuera de África y envían dinero a casa) y ayuda.
Pero también hay 203.000 millones de dólares que salen del continente. Parte de este dinero sale directamente, como 68.000 millones de dólares en impuestos evadidos. Son sobre todo las corporaciones multinacionales quienes “roban” (legalmente) gran parte de este dinero aparentando que realmente generan su riqueza en los paraísos fiscales. Estos llamados “flujos financieros ilícitos” equivalen a aproximadamente el 6.1 % de todo el Producto Interior Bruto (PIB) del continente o a tres veces lo que África recibe como ayuda.
Además están los 30.000 millones de dólares que estas corporaciones “repatrian”, es decir, los beneficios que hacen en África pero envían a su país de origen o a otra parte para disfrutar de su riqueza. La City de Londres está repleta de los beneficios extraídos de la tierra y el trabajo de África.
También hay otras formas más indirectas por medio de las cuales sacamos la riqueza de África. El informe publicado hoy calcula que se roban a África 29.000 millones de dólares con la tala, pesca y comercio de animales salvajes ilegales. Se deben a África 36.000 millones de dólares a consecuencia del daño que el cambio climático va a provocar a sus sociedades y economías ya que no pueden utilizar los combustibles fósiles para desarrollarse como hizo Europa. África no ha provocado nuestra crisis climática, pero los africanos sentirán sus efectos más que otras personas. No hay ni que decir que en estos momentos no se han previsto fondos.
De hecho, incluso esta valoración es enormemente generosa porque asume que toda la riqueza que fluye hacia África beneficia a las personas que viven en ese continente. Pero los préstamos a los gobiernos y al sector privado (equivalentes a más de 50.000 millones de dólares) pueden convertirse en deudas impagables y odiosas.
Ghana pierde el 30 % de sus ingresos públicos debido al pago de la deuda, ya que paga préstamos que a menudo se hicieron de forma especulativa, basándose en precios elevados de productos básicos y que tenían unas tasas de interés enormes. Un alto horno de aluminio de Mozambique particularmente odioso construido con préstamos y dinero procedente de la ayuda cuesta al país 21 libras esterlinas por cada una de las que recibió el gobierno de Mozambique.
La ayuda británica, que se utiliza para crear escuelas y centros de salud privados, puede minar la creación de unos servicios públicos decentes, que es la razón por la que se están cerrando esas escuelas privadas en Uganda y Kenia. Por supuesto, algunos africanos se han beneficiado de esta economía. Actualmente hay unos 165.000 africanos muy ricos, el conjunto de cuyo patrimonio asciende a 860.000 millones de dólares.
Pero, dado cómo funciona la economía, ¿dónde guardan principalmente su riqueza estas personas? En paraísos fiscales.
Una estimación de 2014 sugiere que los africanos ricos tenían 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Una economía que permite a una exigua minoría de africanos enriquecerse dejando que la riqueza salga de África está robando la riqueza del pueblo africano"
 
 

martes, 20 de noviembre de 2018

De monos a dioses, o viceversa


Yuval Harari, el filósofo de cabecera de Obama, Bill Gates y los chicos Silicon Valley se sintió incómodo cuando comprobó que todos ellos le ensalzan como el arquitecto intelectual de la futura tecno-religión universal, de la que se consideran los primeros profetas.
En su condición cultural hebrea, Harari no puede por menos que apelar al mito del Génesis: seréis como dioses.
En respuesta a esta incomodidad, se ha puesto a denunciar recientemente el poder algorítmico que nos conoce mejor que nosotros mismos a fuerza de de Big Data, y que cada vez decide y decidirá más por nosotros. 
Y según defiende él todavía, mejor.
Ya lo está haciendo políticamente: desde Trump o el Brexit, a Bolsonaro.
Ciao al presunto libre albedrío, clama de pronto. A la rebeldía de cualquier pensamiento crítico, nos vendría a decir. A la democracia. 
Pero todo eso agrada a los nuevos dioses. O como poco, arquitectos precursores de los dioses que vendrán.
Los privilegiados podrán alargar su vida en siglos, pero igualmente reconoce ahora que las tendencias apuntan a una gran mayoría humana sobrante en esa agenda quizás imparable.
Cooperamos en masa en virtud de relatos compartidos, contaba en su Sapiens: de animales a dioses. Desde los viejos dioses a las recientes instituciones, entre ellas principalmente el dinero. Todos ellos relatos comunales imaginarios, de enorme poder, que mueven a cada vez más millones de personas en la evolución histórica. Este poder cooperativo nos lleva hoy a tecnologías que trasladan la propia vida al material inorgánico, de base silícica (como los químicos saben desde hace mucho tiempo, el silicio es el único elemento capaz de generar largas y complejas cadenas estables como el carbono).
Serán la inteligencia artificial y nuestros seres tecnobiológicos los que ultimen la expansión de la vida más allá del planeta, no será la especie humana en sí misma, vaticina con bastante realismo.
Como Hegel lo pensaba de su propia filosofía, que culminaba en sí misma la culminación histórica que anunciaba, creo que su honestidad lo empuja de pronto a incomodarse al comprobar que él mismo teje un gran relato asumido gustosamente por la elite de vanguardia y que aspira a convertirse en tecno-religión universal, previa evangelización mediática desde el poder por todos sus poros de comunicación global.
De una potencia analítica singular, creo que Harari se acerca al segundo Harari con mayor celeridad de lo que Wittgenstein tardó en llegar al segundo Wittgenstein, como mandan los tiempos acelerados. Lo hace una vez empieza a sopesar las consecuencias que se derivan de su tecno-religión, y el contraste abismal con los ideales del viejo humanismo ilustrado que apostaba por la libertad y autonomía humanas.
Sencillamente, matiza ahora, aún estamos a tiempo de equilibrar la distopía antihumanista que pinta si tratamos de regresar la tecnología en beneficio de la mayoría de la población. Aunque ninguno sepamos cómo realizar ese camino en lo que respecta al enorme poder mundial concentrado. 
Desde luego usar Internet para el conocimiento como hace él, que no usa móvil y vive en el campo, pero en ningún caso usarla para que nos use, para que guíe nuestros pasos y nos sugiera constantemente hacia dónde ir, parece un muy buen primer paso.
En cualquier caso, de monos a dioses nos retrotrae al dictum nietzscheano que contempla lo humano como el puente entre el animal y el superhombre. Precisamente trascendiendo las reglas del humanismo moral, en el caso de Nietzsche: Harari comienza a retroceder ante semejante abismo y eso le honra.
Porque este nuevo gran relato tecno-religioso nos podría hacer desempolvar como seria interferencia no solo el del Génesis invertido, sino el moderno del aprendiz de brujo goethiano.

 

Globalización de qué


El pulitzer Chris Hedges, a la pregunta de si existen diferencias entre el partido Demócrata y el Republicano (las dos facciones del Partido Único en palabras de Chomsky o Samir Amin): "Desde luego que hay diferencias. Se trata de cómo quieres que te hagan llegar el fascismo corporativo. ¿Quieres que te lo haga llegar un licenciado por Princeton, un criminal de Goldman Sachs o un racista, nativista y fascista cristiano? Porque esta es esencialmente la ideología que la administración Trump ha aceptado de buena gana porque Trump no tiene ideología. Por eso tratan de llenar su vacío ideológico.
Pero sabes bien, y has expuesto ya esta cuestión, que ambos partidos están haciendo avanzar los motores fundamentales del poder corporativo oligárquico global y uno de ellos intenta presentar esto de forma multicultural e inclusiva. El otro es, ya sabes, algo así como verse abrazado por un hato de trogloditas. Pero no hay forma alguna dentro del sistema político estadounidense que pueda domesticar o desafiar a la maquinaria de la guerra o a Goldman Sachs o ExxonMobil"
 
Última entrevista a Samir Amin:
 
"El colapso de estos tres sistemas, la llamada socialdemocracia en Occidente, el sistema soviético y nuestro sistema, es lo que proporciona todas las condiciones para que el capitalismo imperialista tome la ofensiva y haga cumplir su nuevo patrón de globalización (…)
El término clave aquí es capitalismo monopolista global. El capitalismo monopolista, como fuerza social, no es nada nuevo. Se movió en dos etapas
La primera etapa del capitalismo monopolista fue desde fines del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial, un largo período de más de un siglo. Este capital monopolista fue analizado por socialdemócratas como John A. Hobson y Rudolf Hilferding. Durante este período el capital monopolista tenía carácter nacional. Hubo imperialismo británico, imperialismo estadounidense, imperialismo alemán, imperialismo japonés e imperialismo francés.
Como escribió Lenin en sus estudios sobre el imperialismo en 1916, estas fuerzas imperialistas no solo conquistaron y subyugaron a la periferia, sino que a la par estaban luchando entre sí. La lucha entre ellas condujo a dos Guerras Mundiales.
Todas las revoluciones socialistas de ese período tuvieron lugar en la periferia del sistema imperialista global, comenzando en la semi-periferia, con el eslabón más débil, Rusia y luego en las periferias reales, Cuba y Vietnam. Ninguna revolución tuvo lugar en Occidente. No hubo una revolución socialista en la agenda de Estados Unidos, Europa occidental o Japón.
Después de la Segunda Guerra Mundial, gradualmente primero y repentinamente después, a mediados de la década de 1970, el capital monopolista en Occidente se movió a una nueva etapa que he denominado capital monopolista generalizado.
El capital monopolista fue lo suficientemente exitoso como para someter todas las otras formas de producción social a la posición de ser sus subcontratistas. Eso significó que el valor producido por las actividades humanas fue, en gran medida, absorbido por el capital monopolista en forma de renta imperialista. En esta nueva globalización, nuestros países son invitados a ser subcontratistas del imperialismo. Esto es obvio en el caso de la India (...)
 
Un elemento importante es aclarar que la maquinaria del Estado no se disuelve en esta era de globalización. La realidad es que el capital monopolista, incluso en los países imperialistas, necesita de la maquinaria del Estado.
El Estado ha sido domesticado para servir exclusivamente a los intereses de los imperialistas. Lo pueden ver en la forma en que Donald Trump utiliza el gobierno en Estados Unidos y lo pueden ver en los llamados consensos nacionales de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Por lo tanto, decir que las fuerzas del mercado reemplazan al Estado es una tontería. El Estado con sus aparatos de poder militar y policial es esencial para el proceso de globalización (…)
 
Después de nuestra victoria, de la victoria del pueblo indio junto con la victoria de los chinos y otros [Conferencia de Bandung y descolonización], negociamos la globalización. Ahora estamos de regreso a la llamada globalización liberal, que es decidida unilateralmente por los países del G7 (Grupo de los 7), esto es Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón.
El desafío que tenemos ante nosotros es rechazar este patrón de globalización, no tener ilusiones con esta globalización. Para los países africanos la globalización significa el saqueo de sus recursos nacionales como petróleo, gas, minerales y también tierras cultivables.
Para la India, al igual que para muchos países de América Latina y del sur de Asia, toma otras formas. Esto incluye aprovecharse de nuestra mano de obra barata, transfiriendo valor creado en nuestros países a través de la extracción de renta monopólica para el sistema imperialista. Este es el desafío que tenemos ante nosotros.
 
John Bellamy Foster del Monthly Review escribe que solo nos quedan dos opciones: el socialismo o la exterminación, ya que el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida. Usted ha escrito que el capitalismo se ha vuelto obsoleto. ¿El fin del capitalismo está en el horizonte? ¿Qué es lo que hace del capitalismo un sistema social obsoleto?
AMIN: El capitalismo está en una crisis estructural. A mediados de la década de 1970, las tasas de crecimiento de los centros desarrollados capitalistas, Estados Unidos, Europa y Japón cayeron a la mitad de lo que habían sido en los treinta años anteriores. Y no se han recuperado desde entonces. Esto significa que la crisis continúa e incluso se profundiza año tras año (...)
Hemos llegado al punto en que el capitalismo ha empezado a declinar.
El declive es un momento muy peligroso. El capitalismo no va a esperar su muerte tranquilamente. Se comportará cada vez más salvajemente para mantener su posición, para mantener la supremacía imperialista de los centros. Esta es la raíz del problema y de las guerras imperiales.
La guerra comenzó en 1991, inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética. La primera salva fue la Guerra de Irak en 1991. El desmembramiento de Yugoslavia entre 1991 y 2001 trajo esa guerra a Europa.
Ahora, en mi opinión, el sistema europeo en sí mismo ha comenzado a implosionar. Esto se ve en los resultados negativos de las políticas de austeridad. Son negativas para la gente, pero también para el capitalismo porque no provocan crecimiento imperialista (...)
 
En «El retorno del fascismo en el capitalismo contemporáneo» usted argumenta que la crisis del capitalismo contemporáneo crea condiciones fértiles para el retorno del fascismo en el mundo actual. Esto es evidente por la emergencia de varias fuerzas de derecha en diferentes partes del mundo. ¿Está apuntando a una repetición del fascismo clásico?
AMIN: El sistema de la llamada globalización neoliberal no es sostenible. Genera mucha resistencia en el Sur, así como en China. Esta globalización ha creado enormes problemas para el pueblo de Estados Unidos, Japón y Europa. Por lo tanto, esta globalización no es sostenible. Ya que el sistema no es sostenible, el sistema mira hacia el fascismo como la respuesta a su creciente debilidad.
Es por esto por lo que el fascismo ha reaparecido en Occidente. Occidente exporta el fascismo a nuestros países. El terrorismo en nombre del islam. Es una forma de fascismo local. Y hoy, tenemos en India la reacción derechista hinduista (…)
 
La tributación progresiva junto con la continuidad de las llamadas políticas liberales que permiten al capital monopolista operar libremente sólo darán resultados marginales. Más aún, las demandas de impuestos progresivos serán consideradas «imposibles» por las clases dominantes y por ello rechazadas por la clase gobernante.
Lo mismo podría decirse de la fijación de un salario mínimo. Esto es bienvenido, por supuesto, pero tendrá efectos limitados en tanto se continúe con una política económica liberal. Los salarios, una vez elevados, se verán afectados por la inflación, lo cual reducirá sus beneficios. Este es el argumento de los liberales, que rechazan la mera idea de establecer salarios mínimos.
Un acceso más equitativo a la educación y a la salud debe ser el objetivo de cualquier desafío legítimo al sistema capitalista. Pero tal elección implica un crecimiento del gasto público y ¡el liberalismo considera tal crecimiento inaceptable! Avanzar hacia ofrecer «mejores empleos» es, entonces, simplemente una frase vacía si no está respaldada por políticas sistemáticas de industrialización y por la modernización de la agricultura familiar.
China está intentando hacer esto parcialmente, India no. Los liberales insisten en la necesidad de reducir la deuda pública. Pero, las razones para el crecimiento de la deuda pública deben ser explicadas.
¿Qué políticas producen esta alta deuda pública? Este crecimiento es simplemente el resultado inevitable de las políticas liberales. La deuda pública es incluso deseable para el capital monopolista, porque ofrece al capital en exceso oportunidades de inversión financiera. Piketty y otros que han estado escribiendo sobre la desigualdad son todos economistas liberales (…)
Estos académicos son en el mejor de los casos «reformistas», como Joseph Stiglitz, el ex Economista Jefe del Banco Mundial. Los cinco siglos de historia del continuo y creciente desarrollo desigual del capitalismo deberían al menos llevarlos a cuestionar esta hipótesis. O por lo menos llevarnos a nosotros a hacerlo (…)

 
Un puñado, unas pocas decenas de enormemente grandes empresas y menos de 20 instituciones bancarias deciden la dirección de todo.
François Morin, un importante experto financiero, ha dicho que menos de 20 grupos financieros controlan el 90% de las operaciones del sistema financiero y monetario global integrado.
Si añadimos unos 15 grandes bancos, vamos del 90% al 98%. Se trata de apenas un puñado de bancos. Eso es centralización, concentración de poder. La propiedad permanece diseminada, pero eso es de menor importancia. El punto es cómo se controla la propiedad. Esta centralización del control de la propiedad ha llevado al control de la vida política.
Estamos ahora lejos de la democracia burguesa del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Vivimos ahora en un mundo con un sistema de partido único. Los socialdemócratas y los conservadores son ahora social-liberales.
Puede haber dos partidos que compiten en las elecciones, pero en realidad son el mismo partido. Esto significa que vivimos en un sistema de partido único. En Estados Unidos, demócratas y republicanos han sido siempre un solo partido. No era así en Europa y, por lo tanto, en el pasado, el capitalismo pudo ser parcialmente reformado. Las reformas socialdemócratas de bienestar después de la Segunda Guerra Mundial fueron grandes reformas.
En mi opinión fueron reformas progresistas, incluso si estaban asociadas con el mantenimiento de una actitud imperialista frente a los países del Sur. Ahora eso se ha vuelto imposible. El sistema de partido único ha llegado, pero ha estado perdiendo legitimidad. Eso también abre un camino para el fascismo, para el neofascismo, que está creciendo en todas partes. Esta es una de las razones por las cuales tenemos que desmantelar el sistema"
 
 

lunes, 19 de noviembre de 2018

Momento Tucídides, momento Polanyi


Monereo, Illueca, Anguita: 
 
"Hay que decirlo también aquí y ahora: en momentos en los que el mundo está cambiando de base y atraviesa una transición geopolítica de grandes dimensiones, donde la tendencia de fondo es la multipolaridad, es decir, en pleno proceso de redistribución del poder a nivel global, la UE carece de un proyecto autónomo identificable. La ausencia de una política internacional propia capaz de orientar una transición que se presume conflictiva, condenará a Europa a la subalternidad respecto a la política norteamericana. La “trampa de Tucídides” no es un asunto menor ni una elucubración intelectual. EE. UU. no va a renunciar de forma pacífica a las posiciones de dominio conquistadas tras la Segunda Guerra Mundial, lo que sitúa la guerra como instrumento prioritario para definir los grandes problemas estratégicos. Para Europa, la OTAN implica perpetuar la supeditación a los intereses geoestratégicos norteamericanos, el incremento de los presupuestos militares y convertir las demandas de seguridad en un problema de orden público y de fortaleza del Estado penal (...) 
Sin embargo, lo peor de este nuevo frentismo emergente es que no es capaz de entender las relaciones existentes entre la integración europea (la UE) y la crisis de nuestras debilitadas democracias, ni tampoco las profundas transformaciones que se están operando en nuestras sociedades. No deberíamos engañarnos ni dejarnos engañar: la restauración de democracias de mercado requiere, necesita del miedo como fundamento; de personas aisladas, socialmente desvinculadas e inseguras frente al futuro. El tipo de capitalismo hoy dominante necesita personas que actúen según las reglas y modos que éste exige. Cuando hablamos del “momento Polanyi” nos estamos refiriendo a un fenómeno que aparece en todas partes: una reclamación fundante de protección, de seguridad e identidad, de nostalgia de un orden basado en la comunidad.
Este nuevo frentismo confunde los efectos con las causas; pretende combatir el populismo de derechas sin reparar en las circunstancias que lo han engendrado; aspira a legitimar instituciones que están en crisis en todas partes y hace de la conservación de lo existente el fundamento y el horizonte de lo que está por venir. ¿Realmente se cree que desde estos supuestos es posible rearmar política y culturalmente un movimiento de oposición a las derivas autoritarias que experimentan nuestras sociedades? ¿Alguien piensa seriamente que desde estos puntos de partida se generarán el entusiasmo, la adhesión y el imaginario necesarios para una movilización social capaz de ganar y activar a las mayorías sociales? No lo creemos. Más bien pensamos que será lo contrario. Defender instituciones en crisis y socialmente deslegitimadas únicamente propiciará el fortalecimiento de populismos autoritarios y nacionalistas que acabarán por desviar las demandas de protección hacia fórmulas securitarias que impliquen la restricción de las libertades y de los derechos. Si la izquierda acaba defendiendo este nuevo frentismo, terminará por romper sus ya debilitadas relaciones con las clases populares, perpetuando un camino que la llevará de desaparecer como alternativa de gobierno.
Creemos que hay que aprender de la historia. La democracia, nuestros clásicos así lo entendieron, se defiende desarrollándola, ampliándola, extendiéndola. Esto significa poner en primer plano la contradicción entre la democracia y el capitalismo (...)
Merece la pena recordar una reflexión que nos dejó Perry Anderson hace algún tiempo en un excelente artículo: “para las corrientes anti-sistema de izquierdas, la lección que hay que sacar de estos últimos años está clara. Si quieren dejar de ser eclipsados por sus homólogos de derechas, ya no pueden permitirse ser menos radicales y menos coherentes que ellos en su oposición al sistema. En otras palabras, el futuro de la Unión Europea depende tanto de las decisiones que la han moldeado que ya no podemos contentarnos con reformarla: hay que salir de ella o deshacerla para poder construir en su lugar algo mejor, con otros fundamentos, lo que equivaldría a arrojar al fuego el Tratado de Maastricht” (Le Monde Diplomatique, marzo de 2017).
Nuestra línea de pensamiento está muy próxima a la del historiador británico: se trata de defender el proyecto europeo contra su principal amenaza, que no es otra que la UE, y apostar por una Europa confederal que defienda la paz, las libertades públicas, los derechos sociales y la igualdad entre pueblos y naciones. Para ello, los Estados, la soberanía popular y el autogobierno de las poblaciones europeas no pueden ser considerados como obstáculos a derrotar, sino como instrumentos indispensables que permiten tejer relaciones de cooperación entre los pueblos y garantizar los derechos humanos fundamentales. El debate real en Europa no es entre fascismo y antifascismo. El debate real es continuar con el proyecto neoliberal de la UE o defender un proyecto europeo que realmente lo sea. La respuesta la dará la historia"


domingo, 18 de noviembre de 2018

Trump por Stiglitz

 
Más lecturas sobre Trump: representa la reacción de una elite norteamericana que impuso las reglas de la globalización a su favor, a partir del momento en que esta deja de irles tan de cara con el ascenso chino. Y, claro está, la avanzadilla autoritaria mundial para neutralizar los movimientos populares democratizadores, porque en este nuevo periodo la democracia es el mayor obstáculo a un sistema que para la perpetuación del privilegio debe seguir empobreciendo a cada vez más gente.
 
El premio Nobel de Economía J. Stiglitz:
 
"La manera en la que intento resumirlo es la siguiente: si realmente tuviéramos libre comercio, sería muy sencillo. Se eliminan todas las barreras al comercio, los aranceles, los subsidios. Si se tratara de eso, los acuerdos serían muy cortos. En las recientes negociaciones para revisar el NAFTA, se eliminó directamente la expresión “libre comercio”. Al menos en eso Trump ha sido honesto: este asunto tiene que ver con todo menos con el libre comercio. Por fin reconocen que estamos ante un comercio dirigido para favorecer ciertos intereses particulares.
Ni siquiera está claro que los trabajadores del automóvil vayan a salir beneficiados. Los costes de las empresas automovilísticas van a aumentar. Y esos aumentos en costes van a verse reflejados en los precios, por lo que la demanda de coches estadounidenses descenderá, al ser estos menos competitivos así que no está claro quién saldrá ganando con todo esto. Tampoco lo está en el asunto de los aranceles sobre el acero: los consumidores de acero van a empobrecerse, y hay muchos más trabajadores que utilizan el acero que aquellos que lo producen, así que los trabajadores en su conjunto van a empobrecerse.
Detengámonos por un segundo en esa gente que dice que ha sufrido los daños de la globalización en sus carnes. ¿Cree que Trump cumplirá lo que prometió a esa gente?
No, no. En absoluto. Van a empobrecerse y ya estamos empezando a verlo. Su reforma fiscal va a aumentar los impuestos para la mayoría de gente del segundo, tercer y cuarto quintil cuando se termine de implementar; es decir, para la clase media. Otros trece millones de estadounidenses van a quedarse sin sanidad por culpa de esta reforma fiscal, en un país en el que la esperanza de vida ya está en declive. El déficit comercial está alcanzando nuevas cotas, en parte por culpa de las políticas macroeconómicas que Trump está implementando.
Ahora bien, la parte positiva de todo eso es que estimula la economía, al menos a corto plazo. No es sostenible, pero se ha estimulado la economía, y el desempleo ha bajado. Y quizá, llegados a cierto punto, eso haga que suban los salarios un poco. Es algo que empezamos a ver, pero resulta notable lo mal que están las cosas en lo relativo a los salarios. Y eso se debe a que, incluso con el estímulo que se ha generado, ¿quiénes son los ganadores de la reforma fiscal? Los promotores inmobiliarios. ¿Y quiénes son los grandes perdedores? La educación y los gobiernos locales (...)
Ha mencionado un par de veces a China, así como los efectos que podría tener un aumento del comercio con una China cada vez más poderosa. China es también la mayor tenedora de la deuda estadounidense. ¿Nos aproximamos a una guerra comercial global con China?
Sí, desgraciadamente. Yo fui muy ingenuo al pensar, como tantos, “¿cómo van a dejar que suceda algo así las grandes empresas, que son las que gobiernan EE.UU. desde hace mucho tiempo?” Esas empresas se cuentan entre las perdedoras de todo esto. Pero en los tiempos que corren hay que dejar a un lado todas las teorías políticas y sí, Trump, parece decidido a llevarnos inexorablemente a una guerra comercial. Y la manera en la que lo está haciendo me lleva a pensar que durará mucho tiempo. Lo digo por lo siguiente: hace demandas a las que China no puede acceder.
Históricamente, EE.UU. ha pedido a China que abra sus mercados de seguros y financieros, y es algo que China podría llegar a aceptar. Hay mucho que negociar, pero se puede transigir y llegar a acuerdos. Pero hoy EE.UU. exige a China que renuncie a sus objetivos de convertirse en un país avanzado para 2025. Ningún país aceptaría esa demanda.
¿Cuáles serían las consecuencias de una guerra comercial entre EE.UU. y China?
Somos países enormemente interdependientes. El motivo por el que compramos tanta ropa y otros artículos de China es porque resulta mucho más barato. Lo que sucederá es que compraremos productos textiles de otros países, no que los fabriquemos en EE.UU. Puede que tengamos robots fabricando productos textiles, pero no demasiados. Simplemente, se los compraremos a Bangladesh, Sri Lanka o Vietnam. Esto no va a resultarles de ayuda a los trabajadores estadounidenses. Simplemente, nuestros consumidores pagarán más caro, de manera que no tendremos más empleo, sino más gastos. Hasta un 10 o 20%.
Ha dicho antes algo sobre que no esperaba que esto sucediera porque las grandes empresas no lo querrían, y estas tienen un poder desmedido en EE.UU. Es cierto que Trump no era el candidato favorito de Wall Street o Silicon Valley, pero resulta difícil imaginárselo gobernando contra la gente que financia a su partido. ¿Estamos ante una ruptura dentro de la clase dominante de EE.UU.?
Bueno, hay un par de aspectos interesantes en este asunto. Las grandes corporaciones estadounidenses han estado bastante más calladas en torno a esto de lo que me hubiera podido imaginar. Y hay dos hipótesis sobre el por qué: una es que le tienen miedo a Trump, a sus tuits . La otra es que, durante veinte años, han visto a China como una mina de oro. Podían producir allí pagando salarios bajos, sin tener que atenerse a ningún estándar medioambiental y con competencia muy limitada. Eso ha cambiado. Los controles medioambientales han aumentado, los sueldos han subido, y la competencia dentro de China se ha acrecentado, de modo que ya no están ante la mina de oro de antaño.
Pero sí que hay una división, una ruptura, en el seno del Partido Republicano. Es algo que vemos de manera más vociferante en lo que atañe a los hermanos Koch, los multimillonarios donantes del Tea Party. Son grandes adalides de salir del acuerdo climático de París, de deshacerse de todo tipo de regulaciones, pero también son decididamente internacionalistas (...)
Este giro neoproteccionista, desde Trump al brexit, tiene su faceta comercial, pero también cuenta con un componente de gran hostilidad a la inmigración, que se propone criminalizar y limitar. ¿Qué consecuencias económicas tendrán esas políticas?
De una manera u otra, esas políticas suponen una vuelta a algo que fue central en el Partido Republicano durante mucho tiempo: el aislacionismo, el hacer que América se repliegue sobre sí misma. Pero estamos hablando del periodo anterior a las dos guerras mundiales, antes de que EE.UU. se conviertiera en el poder global que es hoy en día. EE.UU. ha jugado un papel clave en el intento de coordinar la globalización, de apoyar un sistema basado en las reglas del juego, por mucho que yo no esté de acuerdo con las reglas que se ha tratado de imponer al resto. Y, si, en lugar de hacer eso, EE.UU. se vuelve una potencia aislacionista y enemiga del derecho internacional, eso tendrá consecuencias profundas para el avance del Estado de derecho a nivel mundial. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, para bien o para mal, estuvimos en el centro de todo. Y ahora, con Trump, parece que nos retiramos"
 
 

jueves, 15 de noviembre de 2018

De la mala fe sartriana


Bruno Guigue, antiguo alumno de la École Normale Supérieure y de la ENA, alto funcionario de Estado de Francia, escritor y politólogo, profesor de filosofía de educación secundaria, encargado de cursos en relaciones internacionales en la Universidad de La Reunión. Es autor de cinco libros, entre ellos Aux origines du conflit israélo-arabe, L'invisible remords de l'Occident, y de cientos de artículos.
 
"Que los niños yemeníes mueran de hambre por millares, que los palestinos caigan bajo las balas del ocupante, que Siria sea un campo de ruinas y Libia esté inmersa en el caos, apenas nos conmueve. ¿Hay manifestaciones, huelgas o protestas? No realmente. Ni manifestaciones significativas ni debates dignos de ese nombre. El crimen neocolonial se digiere sin dificultad. Pero si sufriéramos lo que nuestros gobiernos infligen a pueblos que no nos han hecho nada, ¿qué diríamos? ¿Si una alianza criminal nos condenase a morir de hambre o de cólera, como en Yemen? ¿Si un ejército ocupante matase a nuestra juventud porque se atreve a protestar, como en Palestina? ¿Si las potencias extranjeras armasen a las milicias para destruir nuestra república, como en Siria? ¿Si una coalición extranjera hubiera bombardeado nuestras ciudades y asesinado a nuestros dirigentes, como en Libia?
La tendencia de los países supuestamente civilizados de echar un púdico velo sobre sus propias infamias no es nueva. Con su «limpieza» la democracia occidental ve más fácilmente la paja en el ojo del vecino que la viga en el propio. De derecha, de izquierda o de centro, vive en un mundo ideal, un universo feliz donde siempre tiene la conciencia de su parte. Sarkozy destruyó Libia, Hollande Siria, Macron Yemen, pero nunca habrá un tribunal internacional que los juzgue. Según el criterio de nuestra bella democracia esas masacres solo son naderías. Un desliz pasajero, si no queda más remedio, pero la intención era buena. ¿Cómo van a querer las democracias otra cosa que el bienestar para todos? Sobre todo destinado al elector medio, el discurso oficial de los occidentales traduce siempre la garantía inamovible de pertenecer al campo del bien. ¿Ustedes sufren opresión, dictadura, oscurantismo? No se preocupen, ¡les enviaremos a los bombarderos! (…)
La Corte Penal Internacional (CPI) es un tribunal para los indígenas, está reservado a los africanos. Las personas como Fabius poseen el arte de esquivarlo.
Empapados de un discurso que les dice que su país siempre está en el lado bueno, los franceses parecen estar a años luz del caos que contribuyen a crear sus dirigentes. Los problemas del mundo solo les afectan cuando las hordas de miserables se presentan en sus puertas. Y son numerosos los que deciden dar su voto –como muchos otros europeos- a quienes les prometen librarlos de esa invasión. Por supuesto esa defensa de la «casa propia» debería ir acompañada, lógicamente, del rechazo a la injerencia en la casa de los demás (...) 
Pero eso no es todo. Podemos incluso preguntarnos si esos presuntos patriotas lo son realmente con ellos mismos, ¿cuántos de ellos son favorables a la salida de sus países de la OTAN, esa máquina de reclutar naciones europeas? Como a la pregunta anterior, la respuesta está clara: ninguno. Esos «nacionalistas» juzgan a la Unión Europea por su política migratoria, pero solo es un trozo de su repertorio patriótico, un auténtico disco rayado de acentos monocordes. Sacan músculo frente a los emigrantes pero no son tan viriles frente a Estados Unidos, los bancos y las multinacionales. Si se tomasen su soberanía en serio se preguntarían por su pertenencia al «campo occidental» y al «mundo libre». Pero eso es mucho preguntarse.
En esta incoherencia generalizada Francia es un caso de manual. Una derecha determinada -extrema derecha más bien- critica con mucho gusto las intervenciones en el extranjero, pero de forma selectiva. El Frente Nacional, por ejemplo, denuncia la injerencia francesa en Siria, pero aprueba la represión israelí contra los palestinos. ¿El derecho de los pueblos al autogobierno es diferente de unos a otros? De hecho ese partido hace exactamente lo mismo que una presunta izquierda que apoya a los palestinos –de boquilla- y aprueba la intervención occidental contra Damasco, señalando incluso que no hacemos lo suficiente y deberíamos bombardear ese país más duramente. El drama es que esas dos incoherencias gemelas –y contrarias- ciegan al pueblo francés.
Comprobamos esta ceguera al ver que mientras los izquierdistas desean el derrocamiento de un Estado laico por los mercenarios de la CIA (en nombre de la democracia y los derechos humanos) los nacionalistas apoyan la ocupación y la represión sionista en Palestina (en nombre de la lucha contra el terrorismo y el islamismo radical).
Es verdad que ese cruce entre pseudopatriotas y pseudoprogresistas tiene también una dimensión histórica. A su manera acarrea la herencia envenenada de los tiempos coloniales. Así la derecha nacionalista critica el neocolonialismo occidental en Siria pero encuentra insoportable que se recuerden los crímenes coloniales perpetrados por Francia en el pasado en Indochina, Argelia o Madagascar. Se supone que no es voluntario, pero la izquierda contemporánea –en nombre de los derechos humanos- hace exactamente lo contrario: juzga al viejo colonialismo, como el de la «Argelia francesa», pero aprueba la intervención neocolonial en Siria contra un Estado soberano que arrebató su independencia al ocupante francés en 1946. En resumen, la derecha ama locamente el colonialismo pasado y la izquierda ama localmente el colonialismo presente. Se riza el rizo y en definitiva todo el mundo está de acuerdo. Víctima: la lucidez colectiva.
Francia es uno de los pocos países donde un colonialismo esconde otro, el viejo, el que hunde sus raíces en la ideología pseudocivilizadora del hombre blanco, se encuentran como regenerado por la sangre nueva del «belicismo del derecho humanista». Ese colonialismo, a su vez, es un poco como el antiguo colonialismo « puesto al alcance de los caniches», parafraseando a Céline. Quiere hacernos llorar antes de lanzar los misiles (…)
Sin duda llegará un día que se dirá, resumiendo, que si Francia sembró el caos en Libia, en Siria y en Yemen, en el fondo, fue para «compartir su cultura», como afirmó François Fillon respecto a la colonización francesa de los siglos pasados. En el «país de los derechos humanos» todo es posible, incluso el autoengaño"
 
 
 

martes, 13 de noviembre de 2018

Locos por el control social II


Jorge Majfud:

"El presidente electo de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, ha declarado que acabará con la ideología en la educación, eliminando la educación sexual y terminando con cualquier reflexión sobre género en las escuelas. Para lograrlo, aparte de nuevas leyes y decretos, ha propuesto que los alumnos filmen a sus profesores para denunciar el “adoctrinamiento izquierdista” y la “sexualización” de los niños en las aulas.
Como consecuencia, en Brasil ya hay casos de profesores acosados y amenazados de muerte por ejercitar la libertad de academia, un principio sagrado que tiene varios siglos de antigüedad, aunque con interrupciones abruptas y trágicas. Casi todos los fascismos (de izquierda y de derecha) y hasta las democracias manipuladas por la propaganda, comienzan vigilando a los profesores (esos ignorantes históricos que no saben qué es “la realidad”) lo cual ha sido ilustrado de una forma muy precisa e íntima en la película sobre los inicios del franquismo en España, La lengua de las mariposas, por dar sólo un ejemplo.
También, aunque más débiles y limitados por sus constituciones, existen grupos de denuncia e intimidación de maestros y profesores en países como Alemania y Estados Unidos, pero América Latina tiene una tradición más larga y más trágica en ese sentido debido a la debilidad de sus instituciones democráticas y de su congénita cultura colonial.
Según el capitán Bolsonaro, es urgente terminar con el “fuerte adoctrinamiento” de “la ideología de Paulo Freire”. Siempre son los demás quienes tienen algún tipo de ideología. El famoso educador brasileño, autor de Pedagogia do oprimido (un clásico en la academia estadounidense y de casi cualquier parte del mundo), había sido expulsado al exilio por la dictadura de su país en los años sesenta “por ignorante”. Es decir, en todo aspecto, el gran país del Sur anuncia un regreso de medio siglo a sus tiempos más brutales y autoritarios. Esta vez, no por un golpe de Estado militar sino a través de un golpe parlamentario, judicial y mediático, primero, y finalmente legitimado por las urnas.
En el proyecto llamado “Escola Sem Partido”, actualmente en el parlamento brasileño, se propone la creación de una materia llamada, con toda la fuerza de tres ideoléxicos duros, “Educación moral y cívica” (exactamente como aquella que debíamos tomar en la secundaria durante la dictadura militar uruguaya, justo cuando nuestro gobierno no era ni educado ni moral ni cívico). Además, se propone prohibir el uso de las palabras “género” y “orientación sexual”. Este discurso es similar a aquellos que, por todo Occidente, ahora llaman al feminismo “dictadura de género”, sin advertir que lo hacen revindicando el tradicional estatus quo, cuando no la reacción, es decir, la vieja ideología del patriarcado (cuando no abiertamente el machismo), ideología que ha sido ejercida e impuesta con toda la fuerza y la violencia opresora de la cultura y todas las instituciones conocidas a lo largo de siglos.
El proyecto de una “Escuela sin partido”, como el repetido discurso social que la sustenta, no es otra cosa que la manipulación ideoléxica de una Escuela-con-un-Partido-Único, eso que se reprocha siempre al comunismo cubano (de los demás comunismos amigos, como el chino, ni se habla porque son comunismos ricos). Para evitar estas connotaciones, tal vez lo llamen “Escuela del Partido Universal”, lo cual, en oídos de sus fanáticos religiosos sonaría como una excelente idea.
Siempre son los otros quienes tienen ideología. Siempre son los otros quienes están adoctrinados. Para esta precaria filosofía, un ejército como el brasileño (que, por si fuese poco festeja en las calles el triunfo de su candidato político) no tiene ideología ni sus soldados ni sus seguidores están adoctrinados. Para esta filosofía del garrote, ejercer el pensamiento crítico es propio de cerebros lavados, mientras retorcerse en trance en el piso de una iglesia o repetir cien veces una misma frase es suficiente demostración de que alguien ha recibido la verdad absoluta sobre Dios, sobre el gobierno nacional y sobre los problemas fundamentales de la física cuántica. Ellos no. No son adoctrinados. Lo cual es una curiosidad histórica, ya que el adoctrinamiento procede de inocular una doctrina religiosa, cosa que se practica con niños desde hace siglos.
De la misma forma que cada una de las múltiples sectas están convencidas de ser dueñas de la única interpretación posible sobre un mismo libro sagrado (con trágicos resultados a lo largo de la historia), así también en política, en educación y sobre cualquier dilema que haya enfrentado la humanidad hasta el momento: la solución está en cerrar los ojos, levantar los brazos y repetir cien veces una misma frase para evitar que el bicho de la duda y del pensamiento crítico nos permitan ver algo de la realidad más allá de nuestros deseos.
Ahora, recordemos que, diferente a las universidades (donde, desde hace mil años se ha intentado promover la diversidad y la libertad de cátedra para desafiar y empujar todos los límites del conocimiento) la educación primaria y la secundaria están todas basadas, inevitablemente, en algún tipo de ideología (entendiendo ésta como un sistema de ideas que intentan explicar y transformar una realidad), en un modelo de ciudadano que una sociedad se da a sí misma, principalmente a través del Estado (sea la educación pública o la privada controlada por los organismos de acreditación de los Estados). Recordemos también, si de algo importa a los fanáticos, que la educación de los niños, más allá del adoctrinamiento religioso los domingos, como forma de lograr algún progreso en la historia, fue una propuesta de los humanistas del siglo XV.
Pretender que un gobierno cualquiera pueda limpiar la educación de ideología es doblemente ideológico y doblemente peligroso, porque ignora su propia naturaleza ideológica presentándola como neutral.
Lo que cualquier gobierno y cualquier educador debería hacer no es ignorar su propia ideología, sino determinar qué ideología, qué filosofía, qué metodología es la más conveniente para una sociedad, para una civilización que progrese hacia el conocimiento, hacia la libertad, la diversidad, la civilidad y la justicia. Libertad con igualdad y no libertad desigual, esa libertad tradicional para goce de un sólo grupo dominante o en el poder.
Como lo muestra la historia a través de innumerables tragedias, la ignorancia nunca es buena consejera. Mucho menos cuando se la ejercita desde la arrogancia del poder, desde la negación de un diálogo civilizado entre los individuos y los diferentes grupos de una sociedad que, por naturaleza, está compuesta de una gran diversidad de intereses y de formas de ser, de sentir y de pensar.
Cuando un gobernante, cuando una sociedad no entiende este principio tan básico, no debe esperar mejores días por delante. Porque los esclavos suelen reproducir la moral y la ideología de sus opresores, pero tarde o temprano llega ese día en el que nadie quiere estar" 


Locos por el control social


Aplíquese actualmente a la anorexia, un tipo de autodestructividad ligada a las exigencias de un estricto canon social sobre la integración adolescente, como al TDH y similares, ligadas estrechamente al expansivo negocio farmacéutico en torno al canon de integración infantil. El texto canónico al respecto: El mito de la enfermedad mental de Thomas Szasz, que busca causas sociales y culturales de adaptación disfuncional donde el sistema medicaliza los problemas para el control social. 

"El 3 de mayo de 1886, Albert X., de 26 años, antiguo empleado de la fábrica de gas de Burdeos, fue ingresado en el Antiguo Hospital Saint-André de Burdeos y asignado al médico A. Pitres. ¿Sus síntomas? Albert se encontraba exhausto y lloraba amargamente. Había abandonado a su familia, su trabajo, sus responsabilidades, su vida diaria y se había dedicado únicamente a caminar. Caminar tan lejos como le fuese posible. En ocasiones, más de 70 kilómetros al día. Pero no lloraba de cansancio. Al contrario. Durante años, recorrió Francia, Alemania, Austria. Llegó hasta Constantinopla, Moscú, Argelia. Viajaba, caminaba obsesivamente para, enseguida, olvidar sus viajes. No recordaba nada. Su enfermedad era precisamente esa: la necesidad compulsiva de viajar, de deambular, de vagabundear. El recuerdo era un modo de quedarse. Y su necesidad era la de irse. Irse incluso de sí mismo. Lloraba porque le impedían fugarse.
Un mes mas tarde, con Albert todavía en el hospital sin diagnóstico alguno, ¿epilepsia, histeria, monomanía?, el interno del doctor Pitres, el joven doctor Tissié, comienza un estudio apasionado del caso Albert. Su estudio, que compondrá su tesis doctoral Les alienées voyageurs. Le cas Albert (1887) y que recuperará el filósofo Ian Hacking en su magnífico texto Mad travelers (1998), utiliza todos los medios diagnósticos de la época para tratar de atrapar este desvarío inédito, esta particular enfermedad que padecía Albert y que todavía no era conocida (...) El médico Tissié creará una nueva categoría dentro de la enfermedad mental: los locos viajeros. Albert será el primero. El primer loco viajero. El primero de muchos (...)
El médico Tissié establece que lo que padece Albert es una nueva patología, un nuevo tipo de enfermedad mental, que pasa a conocerse como “automatismo ambulatorio”. Queda por definir si su causa es la histeria o la epilepsia, lo cual crea problemas taxonómicos, pero en ningún caso se discute la realidad de esta nueva enfermedad mental que parece que el desarrollo de la psiquiatría ha descubierto. De nuevo, la ciencia cree haber descubierto un nuevo hecho que hasta entonces, debido al menor desarrollo científico, no se había positivado. E, inmediatamente, aparece toda una epidemia de locos viajeros, de hombres afectados de ese automatismo ambulatorio que cursaba con fugas y pérdidas de la memoria. Sin embargo, dos dudas aparecen casi inmediatamente a la puesta en escena de la nueva enfermedad de Tissié: ¿Por qué las mujeres no lo sufren? Y, ¿por qué no ocurre en otros contextos geográficos como Estados Unidos o Inglaterra? ¿Es una enfermedad exclusiva de Francia?
La respuesta debe necesariamente atender a los diferentes contextos culturales. En Francia, encontramos una fiebre del viaje potenciada por el poder simbólico de las nuevas estaciones y ferrocarriles y, además, debido a la obligatoriedad del servicio militar –que no existía en Inglaterra o EEUU- existía un cuerpo de médicos forenses encargado de identificar a desertores entre la masa anónima de pueblos o viajes, lo cual permitía identificar a esos locos viajeros con facilidad. Por último, la problemática social del vagabundaje en Francia era mucho más acuciante que en otros territorios acostumbrados a que sus hombres marcharan a miles de kilómetros a nuevos territorios. Lo cual nos lleva ante una pregunta que Tissié no pudo plantearse y que resulta fundamental: entonces, ¿es este tipo de locura natural o cultural? Y aún más, ¿hay enfermedades culturales?. Tradicionalmente, tendemos a creer que toda enfermedad es un desarreglo biológico que posee unas causas biológicas, es decir, naturales, reconocibles. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando una enfermedad es provocada por la cultura? ¿Sigue siendo una enfermedad? Ian Hacking nos propone un término muy útil para denominar a estas enfermedades: enfermedades mentales transitorias.
Pero la psiquiatría de la época no se planteaba el problema de la cultura, sino que pretendía hallar, en virtud de su carácter científico, la verdad de un individuo. El problema de este tipo de enfermedades se agrava cuando observamos los cambios de la propia ciencia psiquiátrica con respecto a estas enfermedades. Cambian de estatus, de taxonomía o incluso desaparecen de los manuales de trastornos mentales de referencia – DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Es patente que hoy en día no hay locos viajeros, es una enfermedad que se ha perdido en el tiempo, quizás el contexto social preciso que la alumbró haya desaparecido –aunque se sigue reconociendo algo parecido bajo la rúbrica actual de amnesia disociativa.
En ocasiones, la ciencia psiquiátrica patologiza conductas consideradas por una sociedad como irregulares convirtiéndolas en una enfermedad que pretende ser objetiva y reflejo de la verdad profunda del ser humano. En nuestro país tenemos ejemplos aberrantes en el desarrollo de la psiquiatría franquista, que analizan tanto S. Cayuela en su Por la grandeza de la patria como por E. González en Los psiquiatras de Franco.
Antonio Vallejo Nájera, jefe de los servicios psiquiátricos militares, nos habla, por ejemplo, de la “morbosidad criminógena marxista” y del “fanatismo marxista” que trata de analizar, a través de los estudios de presos del franquismo –combatientes internacionales, presos políticos marxistas y, cómo no, nacionalistas vascos y marxistas catalanes- el llamado “psiquismo del fanatismo marxista”. Sus conclusiones fueron que ese nuevo individuo enfermo llamado fanático marxista padecía insuficiencias debido a la figura corporal, el temperamento esquizotímido o paranoide, el bajo nivel de inteligencia y el bajísimo y patológico nivel de patriotismo y religiosidad, siguiendo las máximas sociobiológicas del pensamiento nazi, reduciendo el ser humano a un componente patológico de la sociedad española.
De este modo, vemos que el procedimiento seguido por el fanático marxista funciona de modo parecido al loco viajero: toma como objetivos las irregularidades de una sociedad sin plantearse porqué estas conductas son consideradas irregulares. Las uniones profundas entre la ideología y la ciencia, o, dicho de otro modo, entre la gubernamentalidad y los saberes, en caso de no descubrirse y plantearse, nos llevan a considerar como científicas -objetivas, universales y necesarias- las verdades del poder. Y quizás, en estos tiempos, esta sea una de las funciones sociales de la filosofía: desvelar los acomodos de las verdades a través de las cuales nos reconocemos como normales. Desentrañar, aunque sea con historias, ejemplos o archivos, el modo en que las ciencias y los saberes han ido y continúan obligándonos a vivir y entendernos como sujetos enfermos, locos, desviados, extraños o, incluso, normales, útiles y triunfadores"


viernes, 9 de noviembre de 2018

Justicia hipotecada, hipotecas ajusticiadas

 
Descubrirnos el Tribunal Supremo que la banca es el supremo poder y el poder judicial actúa de parte, concretamente de parte de los poderosos. El desprestigio no existía antes, qué va: pregunten a los tribunales internacionales por los políticos presos, Otegi, las víctimas del franquismo y la Transición. Pregúntenle a las mujeres. Y debe cincunscribirse a las puñetas, no debe alcanzar nunca a los propios bancos puñeteros bajo pena de blasfemia. Y oportunismo sobrevenido el del heroico gobierno, que se negó hace poco a pactar con sus socios subirle impuestos a la banca, siquiera devolver aquellos de los que Zapatero la eximió. Este país es en sí mismo la hipoteca.
 
Ángeles Maestro:
 
"Pero el caso del pago del impuesto de las hipotecas, no sólo muestra la vergüenza de la corrupción evidente del “más alto Tribunal”.
Quienes – como el PP, y una ristra de tertulianos y “expertos”- argumentan que la sentencia debe aceptarse porque si se hiciera pagar el impuesto a los bancos se encarecería el precio  de las hipotecas, están mostrando una realidad incontestable: el poder de los bancos es absoluto.
Y este inmenso negocio, desde el estallido de la crisis financiera y por obra y gracia de la Unión Europea y de su Banco Central (BCE), se hace sobre todo con dinero público.
El BCE con competencia exclusiva para imprimir y prestar dinero tras la desaparición de los bancos centrales de los países miembros, no puede comprar deuda pública de los Estados y sólo puede vender dinero a los bancos. El tipo de interés actual es del 0,25%.
El artículo 123 de su Reglamento prohíbe taxativamente al BCE adquirir deuda pública, pero cuando pese a todo hacen el favor de comprarla es a cambio de nuevas privatizaciones y reformas laborales, recortes en las pensiones, etc. ¿Cabe alguna duda de a quién representan?
El negocio se cierra cuando los Estados se ven obligados a comprar dinero a los bancos privados a cambio de deuda pública al tipo de interés “de mercado”, es decir, abonando para obtener dinero  un interés mucho más elevado que el pagado por los bancos al BCE. Y la deuda pública aumenta y aumenta. Así, mientras los servicios y prestaciones públicos se desmoronan, La Troika y los bancos dicen que se debe a que “vivimos por encima de nuestras posibilidades y gastamos más de lo que ingresamos”. Los acreedores del Estado son los grandes bancos, de aquí y de fuera.
Y es el Estado, en este caso el español, quien con dinero público extraído de la sanidad, de la educación, de la dependencia, de las becas, etc, ha rescatado a unos bancos que ya han anunciado que no devolverán los más de 60.000 millones de euros que oficialmente reconocen haber recibido.
Son esos mismos bancos los que como hienas han arrojado, y arrojan, a la calle (y muchas veces al suicidio) a cientos de miles de familias obreras que no consiguen con sus míseros salarios, o desde el paro, pagar su hipoteca o su alquiler. El resultado: un millón setecientos mil desahucios desde que empezó la crisis y cerca de tres millones de viviendas vacías.
Y las decisiones las toman exactamente los mismos consejos de administración que se autoadjudican salarios astronómicos y exhiben beneficios record cada año.
Además, es a esos bancos a quienes como “prioridad absoluta” el Estado debe pagar la deuda pública contraída, tal y como obliga el artículo 135 de la Constitución y el Tratado de Estabilidad de la Zona Euro de 2013. Para eliminar cualquier escapatoria, la Ley 2/2012 que desarrolla los marcos legislativos anteriores establece la tenaza de la reducción del gasto público que debe asegurar el pago de esa deuda.
Ese marco jurídico-político permite la intervención, real y directa, de la llamada Troika (UE, BCE y FMI), sobre los presupuestos de todas las administraciones públicas y de la Seguridad Social.
Curiosamente esa humillante intervención, a la que se van sometiendo dócilmente todos los gobiernos desde 2011, incluido el actual con su variopinto apoyo parlamentario, no les parece lesiva para la soberanía a tantos exhibidores de banderas y defensores de la patria. Pero lo más grave, es que se oculta sistemáticamente que los programas políticos y las promesas de cambio que construye con desparpajo el “relato” de PSOE y Unidos Podemos son rigurosa y estrictamente papel mojado en el vigente marco jurídico-político de la UE y del Euro. El ejemplo de Syriza ahorra más argumentos (...)
El magnate del automóvil, Henry Ford decía que si la gente supiera como funciona el sistema financiero habría una revolución antes de mañana. ¿A quién sirve el silencio acerca de la mano que mece la cuna?
La crisis, mejor dicho, las consecuencias de la crisis, arrojadas brutalmente sobre las condiciones de la inmensa mayoría, arrancan máscaras y, aún a pesar de todos las maniobras de confusión, la realidad se abre camino.  Ante la conciencia de cada vez más gente se abre paso la necesidad de plantear objetivos políticos indispensables, de los que no se habla en las instituciones.
La expropiación de la banca, negar el pago de la deuda y salir del Euro y de la UE, constituyen la única alternativa, la condición sin la cual no hay cambio posible"