Más lecturas sobre Trump: representa la reacción de una elite norteamericana que impuso las reglas de la globalización a su favor, a partir del momento en que esta deja de irles tan de cara con el ascenso chino. Y, claro está, la avanzadilla autoritaria mundial para neutralizar los movimientos populares democratizadores, porque en este nuevo periodo la democracia es el mayor obstáculo a un sistema que para la perpetuación del privilegio debe seguir empobreciendo a cada vez más gente.
El premio Nobel de Economía J. Stiglitz:
"La manera en la que intento resumirlo es la siguiente: si realmente tuviéramos libre comercio, sería muy sencillo. Se eliminan todas las barreras al comercio, los aranceles, los subsidios. Si se tratara de eso, los acuerdos serían muy cortos. En las recientes negociaciones para revisar el NAFTA, se eliminó directamente la expresión “libre comercio”. Al menos en eso Trump ha sido honesto: este asunto tiene que ver con todo menos con el libre comercio. Por fin reconocen que estamos ante un comercio dirigido para favorecer ciertos intereses particulares.
Ni siquiera está claro que los trabajadores del automóvil vayan a salir beneficiados. Los costes de las empresas automovilísticas van a aumentar. Y esos aumentos en costes van a verse reflejados en los precios, por lo que la demanda de coches estadounidenses descenderá, al ser estos menos competitivos así que no está claro quién saldrá ganando con todo esto. Tampoco lo está en el asunto de los aranceles sobre el acero: los consumidores de acero van a empobrecerse, y hay muchos más trabajadores que utilizan el acero que aquellos que lo producen, así que los trabajadores en su conjunto van a empobrecerse.
Detengámonos por un segundo en esa gente que dice que ha sufrido los daños de la globalización en sus carnes. ¿Cree que Trump cumplirá lo que prometió a esa gente?
No, no. En absoluto. Van a empobrecerse y ya estamos empezando a verlo. Su reforma fiscal va a aumentar los impuestos para la mayoría de gente del segundo, tercer y cuarto quintil cuando se termine de implementar; es decir, para la clase media. Otros trece millones de estadounidenses van a quedarse sin sanidad por culpa de esta reforma fiscal, en un país en el que la esperanza de vida ya está en declive. El déficit comercial está alcanzando nuevas cotas, en parte por culpa de las políticas macroeconómicas que Trump está implementando.
Ahora bien, la parte positiva de todo eso es que estimula la economía, al menos a corto plazo. No es sostenible, pero se ha estimulado la economía, y el desempleo ha bajado. Y quizá, llegados a cierto punto, eso haga que suban los salarios un poco. Es algo que empezamos a ver, pero resulta notable lo mal que están las cosas en lo relativo a los salarios. Y eso se debe a que, incluso con el estímulo que se ha generado, ¿quiénes son los ganadores de la reforma fiscal? Los promotores inmobiliarios. ¿Y quiénes son los grandes perdedores? La educación y los gobiernos locales (...)
Ha mencionado un par de veces a China, así como los efectos que podría tener un aumento del comercio con una China cada vez más poderosa. China es también la mayor tenedora de la deuda estadounidense. ¿Nos aproximamos a una guerra comercial global con China?
Sí, desgraciadamente. Yo fui muy ingenuo al pensar, como tantos, “¿cómo van a dejar que suceda algo así las grandes empresas, que son las que gobiernan EE.UU. desde hace mucho tiempo?” Esas empresas se cuentan entre las perdedoras de todo esto. Pero en los tiempos que corren hay que dejar a un lado todas las teorías políticas y sí, Trump, parece decidido a llevarnos inexorablemente a una guerra comercial. Y la manera en la que lo está haciendo me lleva a pensar que durará mucho tiempo. Lo digo por lo siguiente: hace demandas a las que China no puede acceder.
Históricamente, EE.UU. ha pedido a China que abra sus mercados de seguros y financieros, y es algo que China podría llegar a aceptar. Hay mucho que negociar, pero se puede transigir y llegar a acuerdos. Pero hoy EE.UU. exige a China que renuncie a sus objetivos de convertirse en un país avanzado para 2025. Ningún país aceptaría esa demanda.
¿Cuáles serían las consecuencias de una guerra comercial entre EE.UU. y China?
Somos países enormemente interdependientes. El motivo por el que compramos tanta ropa y otros artículos de China es porque resulta mucho más barato. Lo que sucederá es que compraremos productos textiles de otros países, no que los fabriquemos en EE.UU. Puede que tengamos robots fabricando productos textiles, pero no demasiados. Simplemente, se los compraremos a Bangladesh, Sri Lanka o Vietnam. Esto no va a resultarles de ayuda a los trabajadores estadounidenses. Simplemente, nuestros consumidores pagarán más caro, de manera que no tendremos más empleo, sino más gastos. Hasta un 10 o 20%.
Ha dicho antes algo sobre que no esperaba que esto sucediera porque las grandes empresas no lo querrían, y estas tienen un poder desmedido en EE.UU. Es cierto que Trump no era el candidato favorito de Wall Street o Silicon Valley, pero resulta difícil imaginárselo gobernando contra la gente que financia a su partido. ¿Estamos ante una ruptura dentro de la clase dominante de EE.UU.?
Bueno, hay un par de aspectos interesantes en este asunto. Las grandes corporaciones estadounidenses han estado bastante más calladas en torno a esto de lo que me hubiera podido imaginar. Y hay dos hipótesis sobre el por qué: una es que le tienen miedo a Trump, a sus tuits . La otra es que, durante veinte años, han visto a China como una mina de oro. Podían producir allí pagando salarios bajos, sin tener que atenerse a ningún estándar medioambiental y con competencia muy limitada. Eso ha cambiado. Los controles medioambientales han aumentado, los sueldos han subido, y la competencia dentro de China se ha acrecentado, de modo que ya no están ante la mina de oro de antaño.
Pero sí que hay una división, una ruptura, en el seno del Partido Republicano. Es algo que vemos de manera más vociferante en lo que atañe a los hermanos Koch, los multimillonarios donantes del Tea Party. Son grandes adalides de salir del acuerdo climático de París, de deshacerse de todo tipo de regulaciones, pero también son decididamente internacionalistas (...)
Este giro neoproteccionista, desde Trump al brexit, tiene su faceta comercial, pero también cuenta con un componente de gran hostilidad a la inmigración, que se propone criminalizar y limitar. ¿Qué consecuencias económicas tendrán esas políticas?
De una manera u otra, esas políticas suponen una vuelta a algo que fue central en el Partido Republicano durante mucho tiempo: el aislacionismo, el hacer que América se repliegue sobre sí misma. Pero estamos hablando del periodo anterior a las dos guerras mundiales, antes de que EE.UU. se conviertiera en el poder global que es hoy en día. EE.UU. ha jugado un papel clave en el intento de coordinar la globalización, de apoyar un sistema basado en las reglas del juego, por mucho que yo no esté de acuerdo con las reglas que se ha tratado de imponer al resto. Y, si, en lugar de hacer eso, EE.UU. se vuelve una potencia aislacionista y enemiga del derecho internacional, eso tendrá consecuencias profundas para el avance del Estado de derecho a nivel mundial. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, para bien o para mal, estuvimos en el centro de todo. Y ahora, con Trump, parece que nos retiramos"
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