“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


sábado, 9 de mayo de 2020

La normalidad era el problema



El economista Juan Torres realiza un pequeño experimento mental en plena pandemia. Imagina unos extraterrestres avanzados que estudian la organización humana. Y descubren:
Que el líder máximo de la máxima potencia recomienda bañarse en sol e inyectarse desinfectante para combatir al virus.
Que los líderes de todos los países que le restaron importancia al comienzo ahora se sofocan ante el destrozo social de la epidemia y tras confinar medievalmente a sus poblaciones, y golpear y desinfectar como ganado a tantos en las calles que no tienen donde confinarse, se percatan de que se requiere cooperación global en la búsqueda de soluciones. Pero los organismos globales como la ONU donde sentarse hace tiempo que perdieron autoridad y apenas llegaron a alcanzar nunca alguna efectividad por obra y mandato de la superpotencia.
Que el líder de la superpotencia, de hecho, retira en esos días los fondos a la Organización Mundial de la Salud, por otro lado hasta entonces enorme cachiporra de las grandes farmacéuticas de los países poderosos.
Que los científicos saben allí que millón y medio de virus se agazapan en los ecosistemas y van siendo liberados a medida que los humanos los destruyen con sus maquinarias deforestadoras y destructoras del suelo, y sin embargo siguen dejando el descubrimiento de vacunas e investigación en manos de grandes laboratorios privados que solo miran por el rendimiento a corto plazo de los beneficios en las carteras de sus dueños.
Que en lugar de cooperar, todos estos organismos estatales y privados compiten entre sí para lograr la jugosa patente de la vacuna.
Que la superpotencia invierte 600.000 millones de euros en gasto militar contra China, de la que luego debe requerir su ayuda en el 80% de medicamentos de los que carece por no haber invertido en salud.
Que la ausencia de cooperación internacional rompe la cadena de suministros alimentarios, en un planeta que desperdicia más alimento del que bastaría para eliminar el hambre aguda del más de 1000 millones de personas más necesitadas. En plena pandemia se tira a la basura un montón de alimento, los campos se quedan sin recoger porque los inmigrantes prohibidos que suelen trabajarlos andan atrapados en las fronteras. Comprueban nuestros extraterrestres que el modo de producción y distribución alimentaria del planeta significa enormes pérdidas ambientales, económicas y en vidas humanas, además de poner las condiciones de nuevas pandemias a partir de su cruel ganadería industrial.
Que entre esas destrucciones habituales la contaminación ambiental mata a más de siete millones de personas al año y los desastres ambientales a 600.000. Que el 40% de la población tiene problemas de acceso al agua, que más de 2 millones mueren por simples diarreas, que la subida del nivel del mar por el derretimiento de los polos amenaza a muchos millones, que la deforestación arrasa al año la cuarta parte de España en territorio vomitando CO2 a la atmósfera y calentándola, que para el 2050 la mitad de la población vivirá en desiertos y que el vertido de sustancias provocando resistencia a los antibióticos se convertirá en la mayor causa de muertes en el mundo.
Que todos esos problemas podrían evitarse con 19 billones de dólares, mientras que mantenerlos y acrecentarlos supone un gasto de 47 billones.
Que esos habitantes del planeta no tengan en cuenta que después de ellos tendrán que venir nuevas generaciones que cargarán con todo ese destrozo.
Que según la Unesco con el presupuesto de una veintena de equipos de fútbol se subsanarían las necesidades básicas de una infancia mundial crecientemente amenazada.
Que tampoco exista una respuesta global a la crisis económica que se dejará cientos de millones de empleos por el camino, a la exorbitante deuda mundial que generan en instituciones especulativas que marcan el destino del mundo en juegos de casino, de inversiones 125 veces superiores a las que requieren satisfacer sus necesidades básicas.
Que pese a la proliferación de credos e instituciones religiosas que predican el amor y la cooperación, vivan en un infierno de conflictos armados a los que se dedican innúmeros recursos.
Que, en definitiva, carezcan de conciencia como especie, abocándose con sus decisiones a su propia extinción.

En una transposición filosófica, Kant hablaba del carácter universal de una conciencia ética común a cualquier agente racional, fuera humano o extraterrestre. Queda claro que resulta muy difícil señalarnos como una especie racional. El propio Kant distinguió en su época, llamada ilustrada, entre épocas de ilustración y una época ilustrada, el horizonte lejano hacia el que deberíamos tender. No parece que vayamos a contar con el tiempo suficiente para ello.
En una entrevista estos mismos días, el arqueólogo Eduard Carbonell, responsable del proyecto Atapuerca, afirmaba que somos la única especie terrestre con conciencia de especie, pero todavía carente de una conciencia crítica de especie, exceptuando a una minoría. Lo que sigue predominando en la mayoría son los rasgos del gregarismo jerárquico, de donde emerge la mediocridad y miopía de sus líderes y grandes propietarios.
Chomsky señala igualmente con tristeza que quizás demostramos no ser una especie viable como especie racional.
La sociología de los países ricos hace prevalecer el miedo de cortas miras de sus segmentos instalados a la pandemia, deseosos de recuperar la normalidad que estamos describiendo aquí.
La pintada viral en un muro de Hong Kong reza: No quiero volver a la normalidad. La normalidad era el problema.
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