“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


jueves, 30 de agosto de 2018

Más imbéciles que pobres

 
J. C. Escudier:
 
"Puede que los impuestos tengan ideología, pero de lo que han carecido muchos años ha sido de equidad. En devolver algo de esa equidad al sistema tributario parecen ir encaminadas las negociaciones entre el Gobierno y Unidos Podemos, que tienen en sus manos la oportunidad de acometer la revisión de un modelo que sirva para lo que fue concebido originalmente: redistribuir la riqueza y corregir las desigualdades, de manera que los que más tienen paguen más y permitan la asistencia a los más favorecidos. A esto, que puede sonar muy revolucionario, se le llama simplemente justicia fiscal.
No se trata de subir los impuestos para financiar el despilfarro, que es el soniquete que machaconamente se tararea desde algunos sectores, sino corregir el mal endémico del sistema, que no está en los gastos sino en los ingresos. Y es que aquí, ya sea porque unos se tomaron en serio la broma/curva de Laffer, según la cual bajar los tributos aumenta la recaudación, o porque otros quisieron demostrar que pagar menos a Hacienda era un rasgo definitorio de la izquierda, se consumó un disparate: España, aún en esta fase de crecimiento, sigue siendo el cuarto país de la Eurozona que menos recauda en relación a su PIB, por detrás de dos repúblicas bálticas –Letonia y Lituania- y de Irlanda, el refugio de las multinacionales.
El asunto es capital cuando lo que se pretende es mantener un Estado del Bienestar que financie adecuadamente la educación y la sanidad y pague pensiones dignas a sus jubilados. Y eso difícilmente puede conseguirse cuando los ingresos fiscales con datos de 2017 no llegan al 38% del PIB, más de ocho puntos menos que la media de los países del euro. Por ponerle letra a esta triste canción, el país deja de ingresar al año más de 80.000 millones de euros, lo que demostraría que no es que seamos pobres sino sólo imbéciles. Y como ni en Alemania (más del 45% del PIB), ni en Italia (46,6%) ni en Francia (casi el 54%) gobierna una izquierda confiscatoria, habrá que deducir que en esta piel de bovino nuestra los impuestos son bajos y hay quien no se retrata ante Hacienda ni en fotomatón.
La radiografía de las rentas apuntala esta última idea. El peso de los asalariados en el conjunto de la economía, aquellos sobre lo que el control el Fisco es absoluto, se situó el pasado año en poco más del 47% del PIB, el porcentaje más bajo de las últimas tres décadas. En el otro plato de la balanza, que es el que sube, se encuentran los beneficios de las empresas, el pago de intereses y, por supuesto, las rentas del capital. Los salarios crecieron, sí, pero los beneficios de las empresas subieron mucho más, y de ahí que el porcentaje de la riqueza en manos de los trabajadores cayera. ¿Es normal que la renta salarial sufrague cerca del 90% del gasto público y que la inmensa mayoría de la clase empresarial declare ingresos de mileurista?
Así que, sin tocar el IVA, que es el impuesto más injusto porque grava igual a banqueros que a parados, urge una revisión general del modelo tributario. Hay que conseguir que las grandes empresas paguen por sus beneficios, porque es una rareza mundial que mientras la recaudación por IRPF en 2017 ya supera a la de 2007, el año cero de la crisis, la recaudación del impuesto de Sociedades sea inferior en 20.000 millones a lo ingresado diez años antes cuando los beneficios duplican en crecimiento a los salarios. No es admisible que las grandes tecnológicas sigan eludiendo tributar por su cifra real de negocio o que sean los contribuyentes los que financien grandes operaciones corporativas gracias a esos créditos fiscales que reducen y hasta suprimen la factura tributaria de sus actores.
Es también de sentido común que el IRPF sea un impuesto progresivo, algo que es incompatible con que el tipo marginal de quienes declaran ingresos de más de 60.000 euros al año sea idéntico al de quienes los triplican. O que la banca contribuya al esfuerzo colectivo después de que el país se haya endeudado hasta el tuétano para reflotar al sistema tras sus quiebras. O que se intensifique la regulación de la SICAV, el refugio de los grandes capitales, y se graven las transacciones financieras, cuya desregulación hace recaer casi en exclusiva la recaudación sobre asalariados y consumidores, las únicas espaldas sobre las que reposa el gasto público. De todo esto están hablando el Gobierno y Unidos Podemos. Ya era hora"
 
 

lunes, 27 de agosto de 2018

Enredarse en su propio 135

 
Monereo-Medina:
 
"En 2011 Pedro Sánchez era un diputado del grupo parlamentario socialista en el Congreso. El 26 de agosto de 2011 participó en la reunión en la que se propuso la reforma del artículo 135 de la Constitución. En ella participaron Elena Valenciano, Javier Moscoso, Carlos Mulas, Pedro Sánchez y el jefe de gabinete de Zapatero. Días después se registró la reforma en el Congreso que fue apoyada con entusiasmo por el diputado Sánchez. En la hemeroteca encontramos un artículo del actual presidente publicado en El Periódico de Catalunya del que extraemos estos párrafos:
“Nunca creí que lo que diferenciara a la izquierda y la derecha fuese el tamaño del déficit público. La estabilidad de las cuentas es un principio de buen gobierno. Establecido el marco, el debate político entre la izquierda y la derecha debe girar en lo que de verdad importa a la ciudadanía: cuánto ingresas y cuánto y cómo lo gastas.
La estabilidad no está reñida con la justicia social, al contrario, la alimenta al garantizar la sostenibilidad del Estado del bienestar“.
Por ignorancia o convicción Sánchez fue cómplice de la más nefasta reforma de la Constitución de 1978. Ésta fue posible gracias a que el bipartidismo reunía en 2011 una mayoría suficiente como para reformar por la vía exprés y sin debate nuestra carta magna, un hecho que quizá nunca se repita y por ello será irreversible.
La fatalidad se vuelve sobre un partido que plantó los cimientos de la austeridad sobre los cuales luego el PP levantó un edificio construido con el hormigón armado de la ley orgánica. La reforma del artículo 135 priorizaba el pago de la deuda pública y confinaba el déficit público estructural al límite que marcaría la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. Esta ley es la criatura congénitamente tarada de la reforma constitucional. Esa misma ley es la que impone en su artículo 30 un límite en el gasto no financiero “coherente con el objetivo de estabilidad presupuestaria”.
Pese al sesgo de austeridad de este nuevo marco legal podría pensarse que un gobierno socialista lo aplicaría con menor rigor que su predecesor ultraconservador. Sin embargo, el historial de los miembros de este gobierno sugiere que no deberíamos hacernos muchas ilusiones acerca de su posicionamiento fiscal. Nada indica que el Gobierno de Pedro Sánchez vaya a salirse del guion marcado por la jerarquía bruselense. Ya resultó ominoso que Nadia Calviño fuese recibida con aplausos cuando se comprometió, en un auto de fe ante la curia bruselense, con la estabilidad presupuestaria y el cumplimiento de mal llamado “objetivo de déficit”. Recordemos que Nadia Calviño ha desempeñado anteriormente el papel de celosa centinela de las lindes marcadas al gasto fiscal por las autoridades europeas en calidad de Directora General de Presupuestos, bajo el mando del comisario europeo alemán Günther Oettinger. Éste es más célebre desde que hace pocas semanas se jactara de que los mercados pondrían en su sitio a los italianos. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, es otra conocida obsesa del rigor presupuestario (...)
No nos equivoquemos: a los socialistas jamás se les pasaría por la cabeza la “irresponsabilidad” de aumentar el déficit público. No olvidemos que para el dogma vigente lo responsable es reducir el déficit y por eso el observatorio creado por el anterior Gobierno para vigilar la senda de consolidación fiscal se llama Agencia Independiente de Responsabilidad Fiscal. Rigor presupuestario, responsabilidad fiscal, esas virtudes cardinales tan elogiadas por economistas y comentaristas moralizantes y que, sin embargo, tanto daño causaron a la sociedad. La maldita fábula de la cigarra y de las hormigas es la moralina que ha justificado siempre condenar a media humanidad al desempleo y la pobreza.
Pese a todo, el Gobierno ha dado muestras de “buena voluntad” tratando de ampliar el techo de gasto en 6.000 millones de euros (el 0,5% del PIB). Se cuenta que la ministra de Economía, “Nadia Calviño, había desplegado una frenética actividad en Bruselas para pactar una nueva senda con el comisario francés Pierre Moscovici” y que éste “dio su visto bueno a cierta relajación. Pero con una condición: presentar un presupuesto creíble en los capítulos de ingresos y gastos el próximo otoño”. Los compromisos presupuestarios con Bruselas consisten en que un cargo no electo como Moscovici se pueda enseñorear con tales exigencias. El credo económico actual nos dice que la Política Económica no es cosa que deba dejarse en manos de políticos electos. La cultura de la austeridad es profundamente antidemocrática pues se trata de sustraer del debate político las decisiones sobre política fiscal.
Nos informa el medio de propaganda más afín al PSOE que ahora el gobierno se ve “obligado” a un ajuste adicional que eleva el total de los recortes a 11 millardos de euros. Parece ser que somos la vergüenza de Europa porque el “Gobierno del PP dejó el déficit público en el 3,1% del PIB el año pasado: el mayor de Europa, por encima de Grecia y de todos los demás países del euro, con España convertida en el único país que sigue en el brazo correctivo del Pacto de Estabilidad”. Quizás sea una persona trasnochada pero pienso que a un progresista lo que debería darle vergüenza es la segunda tasa de desempleo más elevada de Europa; el hundimiento de la tasa de natalidad porque los jóvenes no pueden plantearse formar hogares con los sueldos de miseria que les ofrece el mercado laboral; o que nos hayamos convertido en el quinto país más desigual de la UE.
La perplejidad del gobierno de Sánchez ante la reacción de sus aliados parlamentaros, empeñados en discutir estos límites, revela las contradicciones irresolubles entre la Europa tecnocrática de los tratados que considera los límites de déficit como un dogma de fe inapelable y las pretensiones de un parlamento, supuesta sede de la soberanía popular, reducido —nolis, velis— a mero sancionador de las decisiones de Bruselas. En nuestra época asistimos a los últimos estertores de la democracia ante la indiferencia de la mayoría.
Paradójicamente el PSOE de Pedro Sánchez podría beneficiarse de una negociación que resultara en una senda de reducción de déficit más laxa. Cumplir con las exigencias de Bruselas podría dificultar nuestra recuperación o incluso conducirnos a una nueva recesión y eso podría llevar al PSOE al panteón de los partidos socialdemócratas europeos. La osadía de obedecer al parlamento y no a Bruselas, en cambio, permitiría desarrollar políticas sociales progresistas. El debate y la negociación parlamentarios, aunque resulten ruidosos y enrevesados, pueden dar resultados superiores a la orden ejecutiva emitida por un comisario. Un pequeño paso han dado aceptando la propuesta de Unidos-Podemos para que se elimine el veto que la Ley de Estabilidad Presupuestaria daba al Senado, es decir, al PP (…)
Existe una indudable utilidad social en subir los impuestos a unos para bajárselos a otros, redistribuyendo la carga fiscal. Es notorio que el sistema fiscal español se ha hecho crecientemente regresivo bajo los sucesivos gobiernos del PP y del PSOE. En este sentido, una propuesta de reducción del IVA —quizás el impuesto más regresivo que existe— que fuera compensada con un alza en los impuestos sobre las rentas procedentes del ahorro, la recuperación del impuesto de sucesiones o un impuesto georgista sobre el suelo merecería ser apoyada siempre que no aumentase la carga fiscal total o incluso —¿por qué no?— la redujese hasta que desapareciese completamente la lacra del atroz desempleo español.
La fijación neurótica con objetivos, que no por ser cuantitativos no dejan de ser arbitrarios, como el de la senda de reducción de déficit debería ser repudiada por todos los partidos progresistas. Frente a lo que afirmaba Pedro Sánchez hace siete años, lo que debe diferenciar a la izquierda de la derecha es precisamente renunciar a la obsesión por la estabilidad presupuestaria y centrarse en los efectos que tiene la política fiscal en la economía real, es decir, evaluar cómo asegura el pleno empleo, mejora la distribución de renta y riqueza y garantiza la estabilidad de precios. A eso se le llama aplicar el método científico a la política fiscal y no el cabalístico.
Destruir el ahorro de un sector privado en el que solo unos lo tienen y la mayoría solo tiene deudas no resuelve nada. Reconozcamos además que es difícil confiar en un partido político como el PSOE que no tiene un buen registro histórico de reformas que mejorasen la distribución de la carga fiscal. Por otra parte, el día en que la izquierda entienda que el objetivo no es el déficit sino sus efectos sobre la economía real y el bienestar de la gente habremos dado un gran paso adelante porque podremos a preocuparnos por algo más importante: la distribución del ahorro y la riqueza entre los agentes del sector privado"

 
 
 

sábado, 25 de agosto de 2018

De ahogarlos a balazos a devolverlos por violentos

 

"La devolución del 23 de agosto no aguanta el mínimo filtro jurídico. Lo explica con precisión el Manifiesto que han firmado 48 organizaciones y colectivos. Pero, además, con respecto al salto anterior comporta una diferencia de trato, que el Ministerio del Interior intenta justificar, esgrimiendo que responde a la “intolerable” violencia que esta vez habrían ejercido “los asaltantes”. Desde el punto de vista legal, el argumento tampoco se sostiene.
En la aplicación de las normas jurídicas, el principio de igualdad es una garantía fundamental para las personas y un mandato insoslayable para las autoridades: situaciones iguales han de ser tratadas de forma equivalente. Las normas jurídicas —que es lo único que cabe aplicar, atendiendo a otro principio esencial, el de legalidad— no prevén que pueda darse un trato diferente a una persona extranjera en función de que haya empleado, o no, violencia en su acceso al territorio. Lo que sí establecen es que se debe perseguir y sancionar toda agresión sobre cualquier persona. Es más: castigan con mayor severidad cuando el agredido es un funcionario público que actúa en el ejercicio de sus funciones (delito de atentado).
Si en el segundo salto a la valla se ejerció violencia contra guardias civiles, la obligación del Estado sería detener y poner a disposición de la Justicia a los autores del delito —si lo hubo—, aportar pruebas en el marco de un procedimiento penal con garantías, y demostrar qué persona fue la autora del concreto daño infligido.
El Gobierno, sin embargo, se extralimita, prevarica, miente. Dice albergar una absoluta seguridad sobre las agresiones perpetradas por ese “centenar de violentos”, aunque no presenta ninguna prueba que la sustente. Se arroga la capacidad de juzgar sumariamente y en grupo a todas esas personas. Decide, en 24 horas, que todas y cada una de ellas emplearon la violencia en el “asalto”. ¿Todas? Y determina que lo que procede es castigarlas con su devolución inmediata. Sí, a todas, salvo a las que aparenten ser menores de edad.

Falta a la verdad, en fin, cuando niega que esta práctica sea nueva. No hay novedad en que los gobiernos socialistas contribuyan a destruir el capital jurídico de los derechos humanos cuando implementan sus políticas migratorias. Bajo sus diversos mandatos se fabricó la irregularidad, se instauraron los siniestros CIE, se colocaron concertinas, se articularon redadas racistas, murieron migrantes baleados en la frontera. No es nuevo, pues, que ellos también desjerarquicen las normas supremas y los valores que formalmente rigen nuestra sociedad: llevan tiempo haciéndolo, como sus alternantes en el poder.
Pero sí hay un elemento antes desconocido. El propio Gobierno incoherentemente lo reconoce cuando alega haber “reactivado” un Acuerdo bilateral de 1992 para devolver a ese centenar de personas. ¿No es esto nuevo? Sí, definitivamente es nuevo que de un día para otro se pueda deportar a un grupo de extranjeros con el argumento de que emplearon violencia al entrar, aunque no se aporten más pruebas que las que, en boca de la vicepresidenta, Carmen Calvo, “conocen todos los ciudadanos”.
Debería saber la ministra de Igualdad que, de existir esas pruebas, tendrían que ser puestas en conocimiento de los tribunales, a los que la Constitución reserva la función de juzgar. Recuérdese que las agresiones constituirían delitos. Pero el Ejecutivo prefiere tomar la justicia por su mano, mostrar “firmeza” para ganarse a una ciudadanía amedrentada y calculadamente desinformada, y trasladar su comprensión y apoyo a la labor de unas fuerzas de seguridad a las que desde hace años se compromete, con sus órdenes ilegales.
Cuesta creer que para tomar esta decisión, el Ministerio de Interior haya consultado a expertas o expertos en Derecho internacional, en Derecho de asilo y en Extranjería. Más allá de que difícilmente cabe sostener su legalidad (no todas las interpretaciones caben), lo indudable es que se ha adoptado en solo un día. Un día del mes de agosto. Todo conduce a suponer que la resolución ha sido improvisada. Un ejercicio irracional y abusivo del poder, un acto de venganza, con el único cálculo del rédito electoral.
Duele pensar que la decisión va a encontrar apoyo en un sector de la sociedad, a pesar de su clamorosa irregularidad y a pesar del daño que ha causado, cuando menos a quienes no participaron de la violencia, que son todos los que saltaron, salvo que se demuestre lo contrario: también a los extranjeros se les aplica la presunción de inocencia. No se me ocurre mayor violencia que la ejercida contra estas personas, en nuestro nombre.
Hiere tal normalización del sufrimiento de miles de personas, bajo pretexto de la protección de nuestras fronteras. Hiere que a quienes se ha desposeído a través de la violencia, la explotación y el expolio, ahora se les niegue incluso su condición humana y se les prive también de sus derechos más básicos. Porque cuando los derechos de “los otros” no se protegen, cuando el Estado actúa al margen del Derecho, el daño es mucho más profundo e irreparable de lo que imaginamos. Si el discurso del miedo y del odio siguen asentándose, si las políticas racistas y xenófobas se justifican y proliferan, lo que peligra es la construcción de sociedades justas e igualitarias. Peligran los derechos de todas"
 
 

viernes, 24 de agosto de 2018

Escuela de calor

 
Marc Vandepitte:
 
"¿Estamos perdiendo la lucha contra el cambio climático? La respuesta es que ni siquiera estamos luchando. En París se hicieron solemnes promesas de reducir rápidamente las emisiones de gas efecto invernadero. Tres años más tarde estos gases siguen aumentado, como también aumentan las inversiones para la obtención de gas y de petróleo. En 2017 aumentó también por primera vez en cuatro años la demanda de carbón, la bestia negra. Inversamente, los subsidios para las energías renovables han disminuido y las inversiones se han estancado. En resumidas cuentas, las subvenciones para los carburantes fósiles alcanzan hoy en día a más de 5.000.000 millones de dólares mientras que los subsidios para la energía renovable se tienen que contentar con 135.000 millones de dólares, es decir, con 40 veces menos.
Si la producción de energía renovable se mantiene en el modesto plan de inversiones actual llegaremos a encontrarnos ante un escenario en el que la temperatura global aumentará más de 6 grados. De acuerdo con un documento que se ha filtrado del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU, de aquí a 2040 la temperatura global habrá aumentado un grado y medio.
La mala voluntad y la indiferencia de los responsables políticos son evidentes. En nuestro modelo de sociedad capitalista las orientaciones y los límites de sus políticas están definidas por las Bolsas y los mercados financieros.
A grandes rasgos nos hallamos ante a una alternativa simple. O bien quemamos en el futuro todas las reservas de carburantes fósiles que poseemos y nos dirigimos hacia una aumento de la temperatura de entre 3 y 5 grados o incluso más, algo que convertiría al planeta en un lugar absolutamente inviable, o bien tratamos de mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2 grados y solo podemos quemar entre un 20 % y un 40 % de las reservas. Incluso con un aumento de 2 grados seguirán produciéndose importantes consecuencias negativas en grandes regiones del globo. La clave está en las manos de los gigantes de la energía de nuestro planeta. Se trata de las 200 principales empresas de gas, carbón y petróleo que en conjunto representan un valor de mercado de 4.000.000 millones de dólares, es decir, un equivalente a la suma de los PBN de todos los países de América del Sur. El problema es que estos gigantes no toleran nada que afecte a su imperio económico o financiero, ni siquiera por consideraciones ecológicas ni tampoco si lo que está en peligro es el futuro del planeta.
Si los gigantes de la energía decidiesen dejar intactas entre un 60 % y un 80 % de sus reservas su valor comercial caería lo mismo que sus acciones bursátiles. Por otra parte, tampoco podrían destinar inversiones para buscar nuevas reservas. Un estudio reciente demuestra que los Acuerdos de París no tuvieron el menor impacto en sus cotizaciones bursátiles. Gracias a sus grandes grupos de presión, los accionistas están convencidos de que los políticos no cumplirán sus promesas. Y mientras tanto continúan invirtiendo alegremente. El año pasado las inversiones en energías fósiles llegaron a los 450.000 millones de dólares. Según Jeffrey Sachs, reputado economista y consejero de la ONU, “los grupos de presión están ganando y […] el resto del mundo perdiendo, sobre todo porque los grupos de presión de los carburantes fósiles están muy bien organizados […] Se necesitan soluciones urgentes antes de que sea demasiado tarde”.
Un sondeo de opinión en 38 países demuestra que más del 60 % de la gente ve el calentamiento climático como una gran amenaza. Pero mientras los políticos escuchen más a los mercados financieros y a las bolsas que a su población, no se producirá ningún cambio urgente ni draconiano. Es hora de que tomemos nuestro destino en nuestras manos. Un sistema social en el que las multinacionales y los mercados tienen la última palabra no tiene futuro. En su obra sobre el clima Naomi Klein demuestra que el mundo se halla frente a una elección decisiva: salvar al capitalismo o salvar el clima.
La reciente canícula [europea] nos ha hecho sentir en nuestra propia carne a dónde podríamos llegar. Puede que esto nos incite a plantearnos algunas cuestiones fundamentales y a sacar de ello las consecuencias sociales que se desprenden necesariamente. Comprometámonos con el clima, porque el cambio climático es el cáncer que nos afectará a todos, a nosotros y a nuestros nietos. Todavía no es demasiado tarde"
 
 
 

lunes, 20 de agosto de 2018

Cosas de la Reserva como si solo fuera Trump

 
Dan Glazebrook  (RT, Counterpunch, Z magazine, The Morning Star, The Guardian, The New Statesman, The Independent y Middle East Eye)
 
"La vulnerabilidad de la moneda se debe a la enorme deuda del país en dólares. Las empresas turcas deben actualmente casi 300.000   millones de dólares de deudas en divisa extranjera, una cifra que representa más de la mitad de su PIB. La pregunta es cómo ha ocurrido y por qué de pronto se ha convertido ahora en un problema.
Durante la era de la expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) la Reserva Federal estadounidense inundó las instituciones financieras estadounidenses con 3.5 billones de dólares nuevos, la mayoría de los cuales se destinaron a los llamados “mercados emergentes”, como Turquía. Mientras la música seguía sonando todo iba bien: unas tasas de interés cercanas a cero combinadas con un dólar débil hicieron que estas deudas fueran asequibles. Pero desde que la Reserva Federal puso fin a su programa de expansión cuantitativa el año pasado y a continuación empezó a revertirlo vendiendo los activos financieros que había comprado (y, por lo tanto, sacando los dólares del sistema financiero) el valor del dólar ha empezado a aumentar otra vez, lo que ha hecho que los pagos de la deuda sean menos asequibles.
Esta apreciación del dólar se ha visto agravada por dos aumentos sucesivos de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, pero también por los pasos dados por Trump. Paradójicamente, las guerras comerciales de Trump han llevado a que el dólar suba más ya que los inversores lo han considerado un “refugio seguro” en comparación con otras divisas que se consideran menos capaces de soportar las impredecibles turbulencias que ha desencadenado Trump. Incluso el yen y el franco suizo, que tradicionalmente se suelen considerar “tan buenos como el oro”, se han debilitado frente al dólar, lo mismo que le ha ocurrido, de hecho, al propio oro.
Como afirmó Aly-Khan Satchu, fundador y presidente de Rich Management, “han convertido al dólar estadounidense en un arma, ya sea deliberadamente o según un plan” (¿hay diferencia?). Añadió además que el “dólar está castigando básicamente a los países” y advirtió que otros países sufrirán el mismo trato “si siguen llevando adelante las mismas políticas que Erdogan”.
Por consiguiente, Estados Unidos ha propinado un revés cuádruple a Turquía: subidas de los tipos de interés y corte del suministro de dólares por parte de la Reserva, aranceles y sanciones de Trump. El resultado es una pérdida del valor de la lira de casi el 40 % desde principios de año.
Los efectos ya se sienten mucho más allá de las fronteras turcas: el rand sudafricano cayó el lunes a su nivel más bajo desde hace dos años y la rupia india, el peso mexicano y la rupia indonesia también se han visto fuertemente afectados. No es de extrañar ya que el aumento de las deudas en dólares (de 2 billones de dólares hace 15 años a 9 billones hoy en día, sobre todo en el Sur Global) junto a la reversión del QE era una crisis que se veía venir. Actualmente se están dando todas las condiciones que prefiguraron la crisis monetaria de sudeste asiático en 1997. Solo se necesitaba un empujón, que es exactamente lo que ha hecho Trump.
De todo esto hablan los manuales o deberían hacerlo en caso de que los manuales de economía guardaran alguna relación con la realidad (cosa que no hacen). Los diez últimos años son casi una repetición exacta de la década que llevó a la crisis de 1997 (...)
Así pues, no es tan difícil ver por qué Trump y la Reserva Federal pueden desear desencadenar hoy esta crisis. Cuantas más monedas de países endeudados en dólares bajen más bienes y servicios reales tendrán que pagar como tributo a Estados Unidos para pagar los intereses de las mismas deudas en papel dólar, mientras que aquellos que no puedan pagar serán engullidos por muy poco dinero.
No obstante, más allá de estos beneficios meramente económicos, también subyace el imperativo geopolítico: mantener y extender la dominación estadounidense hundiendo a sus rivales. A fin de cuentas Trump no hace otra cosa que convertir todos los posible medios de poder de los que dispone en una palanca para destruir a sus oponentes. Empujar a un país tras otro al borde de la ruina (y, por tanto, a caer en manos del FMI para que los rescate) es una forma de convertir la dependencia respecto al dólar creada durante la década pasada en poder puro y duro.
Son fáciles de imaginar las exigencias que podría tener Estados Unidos a cambio de apoyar un rescate del FMI: acabar con las importaciones de petróleo procedente de Irán, suspender la participación en la “Iniciativa del Cinturón y la Ruta” de China… el potencial es enorme. Ya se ha amenazado directamente a Turquía acerca de “lo que debe hacer” para “tranquilizar a los mercados”: The Times, por ejemplo, pedía que “Erdogan ponga fin a su rencilla con Occidente si quiere evitar una crisis más profunda; […] su forma de actuar debería ser clara: debería subir las tasas de interés [esto es, prometer a los inversores internacionales de divisas un recorte mayor de la economía turca], hacer caso a economistas competentes, garantizar explícitamente la independencia del Banco Central [esto es, hacer que deje de estar bajo supervisión democrática] y reconciliarse con el presidente Trump” ya que, a fin de cuentas, “se necesitará el apoyo de Estados Unidos si el FMI y el Banco Mundial van a intervenir”.
De hecho, ahí es donde se descubre una vez más la falsa dicotomía entre los “globalistas” y los “nacionalistas económicos” en la Casa Blanca de Trump (y en el país en general). Cuando se trata de empujar a la quiebra al Sur Global sus intereses coinciden totalmente. Por mucho que los comunicados de prensa de Goldman Sachs peroren una y otra vez contra de los aranceles de Trump, la realidad es que la guerra comercial es la guinda del pastel de la propia política de la Reserva Federal de aplastar a los “mercados emergentes”.
Wall Street depende precisamente del tipo de inestabilidad financiera que ha desencadenado la guerra comercial de Trump. Como señala Peter Gowan, “la economía estadounidense […] depende de reproducir constantemente la inestabilidad monetaria y financiera internacional”. Wall Street en particular “depende de las inestabilidades caóticas en los sistemas financieros del ‘mercado emergente’”. Pero la verdadera naturaleza de estas acciones se disimula envolviéndolas en la bandera y presentándolas junto a los gritos de alarma de los “globalistas”. El Sur Global está ahora al borde del precipicio y tanto los “liberales de la clase dirigente” como los “insurgentes nacionalistas” hacen en fila para darles un empujón"
 
 
 

sábado, 18 de agosto de 2018

Vigencia de Amin

 
                    
Nick Dearden, director de la organización del Reino Unido Global Justice Now.
 
"Amin pensaba que el capitalismo mundial —el dominio de oligopolios con base en el mundo rico— sostiene su dominio por medio de cinco monopolios: el control de la tecnología, el acceso a los recursos naturales, las finanzas, los medios de comunicación globales y los medios de destrucción masiva. Sólo derribando estos monopolios se puede hacer un progreso real.
Esto implica desafíos particulares para aquellos de nosotros que somos activistas en el Norte, porque cualquier cambio que promovamos debe desafiar los privilegios del Norte frente al Sur. Nuestro internacionalismo no puede ser expresado por medio de algún tipo de acercamiento humanitario al Sur global — como la idea de que los países del Sur necesitan nuestra “ayuda para el desarrollo”—.
Para Amin, cualquier forma de trabajo internacional debe estar basada en una perspectiva explícitamente anti-imperialista. Cualquier otra cosa fracasará a la hora de desafiar la estructura de poder: aquellos monopolios que realmente mantienen poderosos a los poderosos.
Junto a colegas como André Gunder Frank, Amin veía el mundo dividido en el “centro” y las “periferias”. El rol de las periferias, aquellos países que llamamos el Sur global, es proveer a los centros —específicamente la “Tríada” de América del Norte, Europa Occidental y Japón— de los medios de desarrollo sin ser capaces de desarrollarse ellas mismas. Evidentemente, la explotación de los minerales de África como comercio claramente favorable para el centro nunca permitirá la liberación africana; sólo una explotación constante.
Esto va en contra de tanta “mentalidad de desarrollo”, que llevaría a pensar que los problemas de África vienen de no estar integrada adecuadamente en la economía global que ha crecido en los últimos cuarenta años. Amin piensa de hecho que el problema de África surge al estar demasiado integrada pero “de la forma equivocada”.
De hecho, en tanto que los monopolios del control están intactos, los países del centro han tenido pocos problemas globalizando la producción desde los años setenta. La explotación obrera en la industria ahora tiene lugar a lo largo de la periferia, pero ello no ha cambiado el poder de los del Norte por su control de las finanzas, de los recursos naturales, de los ejércitos, etc. Lo cierto es que ha fortalecido su poder reduciendo los salarios y destruyendo un sector manufacturero que se había convertido en la base del poder de los trabajadores sindicados.
Así que no tiene ningún sentido pedirle a los países del centro que les concedan mejores relaciones comerciales a las periferias.
Amin también estaba preocupado por el activismo medioambiental, que se convierte demasiado a menudo en un debate sobre cómo los países del centro administran su control de los recursos mundiales, en lugar de cuestionar su control (…) 
Por supuesto, este no es simplemente un proyecto para los activistas del Norte. Está muy lejos de serlo. La teoría por la que Amin es más conocido es la de la “desconexión”.
La desconexión supone que los países de la periferia se retiren de su integración explotadora en la economía global. En cierto sentido se trata de des-globalización, pero no es una forma de aislamiento económico —algo en lo que los líderes socialistas africanos cayeron de tan buena gana—. Más bien supone no implicarse en las relaciones económicas desde la vulnerabilidad.
Amin afirma que los países del Sur deben desarrollar su economía por medio de varias formas de intervención estatal, el control del flujo de dinero entrante y saliente de sus sectores financieros y la promoción del comercio con otros países del Sur. Deben nacionalizar sectores financieros, regular fuertemente los recursos naturales, “desconectar” los precios internos del mercado mundial, y liberarse a sí mismos del control de instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio. Sean cuales sean los problemas que acompañen a la nacionalización de las industrias, es la única base posible para que una economía controlada de forma genuinamente social salga adelante.
Amin afirma que la desposesión del campesinado a lo largo de los países periféricos se convertirá en el problema central del siglo XXI
Después de haber escuchado durante treinta años que solucionarían sus problemas exportando más, privatizando sus recursos naturales y liberalizando los sectores financieros, algunos países en desarrollo harían hoy bien en prestar atención al consejo de Amin.  Los poderes imperialistas se han dado cuenta de que la competición entre ellos no es útil, y han creado una suerte de imperialismo colectivo, que se expresa a través de instituciones como la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional (…)
El capitalismo está experimentando una profunda y prolongada crisis, que Amin cree que no tiene solución fuera de la barbarie política. Describe esta forma de capitalismo como “senil”.
Esta crisis se caracteriza por una creciente dependencia de las finanzas, lo que implica que se hace cada vez menos dinero de actividades productivas, y más de la simple “renta”. Es un medio mucho más directo de robar la riqueza de la mayoría del mundo. La forma adjunta de la política significa que la democracia ha sido reducida a una farsa en la que la gente es espectadora de un teatro de la élite —eso cuando no están satisfaciendo su rol asignado de consumir—.
El capitalismo necesita obligatoriamente de un proceso constante de desposesión para poder acumular y continuar expandiéndose. El capitalismo no podría haberse desarrollado sin la conquista europea del mundo; la disponibilidad de tantos recursos “sobrantes” fue vital. La válvula de escape de muchos de esos desposeídos de la tierra europea era el “nuevo mundo”, que permitía la emigración masiva; aunque, por supuesto, otros morían en masa, como atestigua la hambruna irlandesa de la patata.
Así que, por mucho que tantos de los desposeídos pudieran aspirar a las vidas de quienes viven en países de capitalismo avanzado, simplemente no es posible. Tampoco pueden estar en lo correcto los marxistas tradicionales cuando dicen que el capitalismo es un estadio necesario en el camino al socialismo —una perspectiva que Amin describe como “eurocéntrica”.
La industria no puede incorporar más que una pequeña fracción de la humanidad, pero necesita los recursos de los que depende esta humanidad. Entonces, el único modo en que el capitalismo puede seguir adelante es por medio de la creación de un “planeta suburbio” —una especie de “apartheid a escala mundial”—. Amin afirma que la desposesión del campesinado a lo largo de los países periféricos se convertirá en el problema central del siglo XXI.
Amin cree que el camino hacia el socialismo depende de revertir esta tendencia a la desposesión implicando, a escala nacional y regional, la protección de la producción de la agricultura local, la garantía de la soberanía alimenticia de los países y la desconexión de los precios internos del mercado mundial de las mercancías. Esto detendría la desposesión de los campesinos y su éxodo a las ciudades.
Sólo esta revolución en el modo en que la tierra es entendida, tratada y accedida puede sentar las bases para una nueva sociedad. Esto también implica abandonar la idea del “crecimiento” tal y como se comprende hoy, y por el cual son juzgadas todas las economías del mundo, que sólo beneficia de verdad a una minoría de la población mundial. El resto de la humanidad es “abandonada al estancamiento, si no a la pauperización”.
Quizá esto haga parecer a Amin más bien idealista en su enfoque, pero nada más lejos de la realidad. Amin rechaza explícitamente la idea de una “revolución de 24 horas” ─ un solo acto insurreccional que abriría la puerta a un período de socialismo. De hecho, acepta que bien pueda ser necesario usar capital privado, e incluso internacional, para diversificar las economías del Sur. Lo importante es el control. Por ello, Amin también se niega a usar el concepto de “socialismo del siglo XXI”, centrándose en la necesidad de “el largo camino de transición hacia el socialismo”.
Samir Amin se describe a sí mismo como un “marxista creativo” (”comenzar a partir de Marx, pero no terminar con él o con Lenin o Mao”) que incorpora toda clase de modos críticos de pensar; incluso los “que fueron equivocadamente considerados como ‘ajenos’ por los dogmas del marxismo histórico del pasado”(...)
Estas perspectivas son sin duda más relevantes hoy que cuando Amin comenzó a escribir. Un marxismo creativo da cuenta adecuadamente de la perspectiva y las aspiraciones de los realmente desposeídos del mundo, rompe con los dogmas históricos y se niega a tratar de mantener pegado un modelo roto, pero entiende igualmente la imposibilidad de derribar este modelo mañana"
 
 

viernes, 17 de agosto de 2018

17A

 
Las CUP tienen razón. Las autoridades que vienen a pavonearse en el homenaje a las víctimas empiezan por una casa real y partidos políticos enmierdados desde hace décadas, hasta la más reciente venta de armas a Arabia Saudí por parte de Felipe VI, en grandes negocios con el gran patrocinador y financiador del salafismo wahabita, en concreto del Daesh. Grandes negocios monárquicos hermanados y empresariales a costa de los muertos en Las Ramblas, o de la masacre de decenas de niños en un autobús escolar en Yemen recientemente. Si nos representan, es que efectivamente somos unos impresentables.
Esas autoridades de unos servicios secretos que escamotearon información crucial a las fuerzas policiales catalanas a modo de castigo y aislamiento político. Lo que explica que un operativo preparase el mayor atentado con explosivos desde el 11M y se permitiese apuntar nada menos que contra la Sagrada Familia, algo impensable actualmente en el resto del territorio español.
Unas autoridades que mantienen presos ante el escándalo internacional a unos políticos que se limitaron a dar respuesta política, cívica y pacífica, a las demandas del 80% de los catalanes respecto a un referéndum, y que ha concitado protestas y manifiestos por su liberación en muchas partes, el más reciente alentado por intelectuales de la talla de Chomsky. Que multiplican los disidentes huidos a Europa por sus ideas, al abrigo del estado de derecho ajeno.
Las víctimas del 17A han colaborado estrechamente con las víctimas del 11M de Manjón, en su momento ninguneadas e incluso amenazadas por una ultraderecha madrileña en torno a las víctimas ultraderechistas de ETA, catalanófobas de fiera tradición, que persistieron años en mentir y manipular con mucho dinero público respecto a la autoría de la matanza de Atocha, y que lleva décadas despreciando a las víctimas del franquismo en las cunetas. Normal que Ada Colau no las haya invitado a la conmemoración puesto que esta se pretende de verdad y concordia. Allí andaban ayer estas víctimas junto a VOX y PP jugando su propia charada conmemorativa mientras que acusaban a Colau de amiga de terroristas. Por poco no le echaron de nuevo la culpa a los bolardos.
En estos momentos se despliegan las pancartas contra un rey de fortuna familiar ligada a los saudíes, que amenazante contra el pueblo catalán dio espaldarazo a la brutal represión contra gente desarmada el 1-O en Barcelona.
Y los malabares por parte de la alcaldesa Colau para diluir esta presencia vergonzosa de tales autoridades en segundo plano, y evitar que protagonicen negativamente un acto que debe dar voz a la gente.
Cuando lo humanamente elemental resulta tan institucionalmente complicado es que unas cuantas cosas no andan bien en este país. El esperpento institucional, su horror impune habla por sí solo.
Y un nuevo ejemplo de la enorme inteligencia política de una Colau que va a administrar semejante marrón sin perder la perspectiva. Como de la proverbial deformidad moral de país tan narcotizado que asumirá como propio semejante espectáculo de vergüenza como si no ocurriera.
  
 
 
 

lunes, 13 de agosto de 2018

De la auténtica avalancha africana

 
Samir Amin, el gran teórico de la desconexión y la teoría de la dependencia acaba de morir: in memoriam
 
"Está en marcha una avalancha hacia África, bajo la forma de una irrupción neocolonial sobre los recursos minerales, energéticos, territoriales, marinos, solares, eólicos y humanos del África del Norte y subsahariana.
Un nuevo imponente saqueo, pero con importantes diferencias en relación a lo que ocurría en tiempos de la Conferencia de Berlín de 1884-1885:
Esta vez el asalto es global, porque África es el continente más prometedor para el capital global. Lo que está en juego aquí es algo de primera importancia. En primer lugar, se trata de realizar un excedente de acumulación del capital que parece cada vez más difícil obtener en otras partes. Por otra parte, ¿no es África la única parte del mundo en la que tanto la población como el potencial de mano de obra continúan creciendo a un ritmo rápido? Los depredadores no son únicamente los tradicionales bandidos europeos, sino también las multinacionales estadounidenses (las más importantes inversiones en términos de stock de capital, provienen de los Estados Unidos, los bancos y empresas chinas, sauditas, emiratíes, indias y turcas. Las inversiones directas en el extranjero (IDE) hacia África han crecido de 10.000 millones de dólares en 2000 a más de 55.000 millones en 2015, haciendo de este continente el segundo destino mundial de IDE inmediatamente después de la región Asia-Pacífico (…) 
Los instrumentos del asalto neocolonial contra África se han vuelto más sofisticados y más diversificados. Mediante la multiplicación de la presencia militar estatal y privada, de bases militares, de consejeros y de servicios secretos, en el continente y sus márgenes. Mediante las guerras desencadenadas por Occidente y las guerras civiles o de secesión en las que los imperialismos, incluyendo el italiano, están implicados en gran medida. Pero también y sobre todo mediante otras formas de implicación:
- el estrangulamiento debido a la deuda externa, de 13.000 millones de dólares en 1973 a 450.000 millones hoy, para los estados subsaharianos;
- el land grabbing [acaparamiento de tierras] en África -que equivale a cerca del 50% de las tierras acaparadas en todo el mundo- para una superficie superior a 21 millones de hectáreas (de 41 millones de total mundial) 
- la transformación de la agricultura africana, bajo la dominación del agrobusiness, en una agricultura de exportación, que no responde a las necesidades alimentarias de las poblaciones locales: monocultivos intensivos impuestos a varios países para la producción de biocarburantes, de madera, etc;
- la venta a pérdida, en los mercados africanos, de productos agrícolas estadounidenses o europeos subvencionados, poniendo fuera de juego a los productos de la agricultura local;
- la rapiña de las riquezas piscícolas costeras;
- la trata de mujeres, cuyas cadenas de mando y “consumidores finales” están en Europa y en los demás países más ricos;
- el bran drain [literalmente pillaje de cerebros, de calificaciones] de la gente africana más cualificada, profesionales de la medicina ante todo, denunciado hace ya veinte años por Coutrot y Husson;
Sin hablar aquí del tradicional saqueo de materias primas, habiendo sido sustituidos el caucho y el oro por el petróleo, el gas, el coltán, los metales raros de los que África rebosa literalmente, en ciertos casos de forma casi monopolística. A lo que hay que añadir los efectos indirectos, sobre todo el continente, del hiperdesarrollo capitalista mundializado, la desertificación, la sequía y las hambrunas, productos del cambio climático, que África ha sufrido más que cualquier otra parte del globo.
Este conjunto de procesos interactúan y acaban por conducir a un movimiento migratorio interno en África, en rápido crecimiento. La deserción progresiva de los campos está en curso, paralelamente a la ruina de la agricultura de subsistencia, que alimenta sin embargo aún a un tercio de las y los habitantes del continente, y al nacimiento de megapolis incluso de ciudades-región (Lagos cuenta con 23 millones de habitantes) y de un gran número de centros urbanos. Apenas hace 10 años, la gran mayoría de los movimientos migratorios de África se desarrollaban en el interior del continente. Los que iban hacia Europa estaban en crecimiento pero seguían siendo modestos, comparados a los movimientos intracontinentales. La emigración africana hacia Europa provenía aún en su mayoría de África del Norte, la salida de los países subsaharianos estaba aún limitada y era cosa de personas que tenían un nivel de formación medio o elevado (…)
Desde hace una quincena de años, las cosas han cambiado verdaderamente. Los procesos de urbanización, ligados al desarrollo y a la modernización capitalistas de las economías y de las sociedades subsaharianas se han acelerado. Al mismo tiempo las fronteras entre Estados africanos, anteriormente bastante porosas, se han vuelto menos permeables. Y tendencias nacionalistas, cuando no racistas, se han afirmado contra las migraciones provenientes de otros países del continente (los pogromos sanguinarios que han estallado estos últimos años en África del Sur constituyen un caso extremo) (…)
El progresivo ascenso del discurso público antiinmigrantes, de su puesta en marcha promovida por la antigua derecha así como por gobiernos de centro-izquierda, así como de las fuerzas que han lanzado/promovido el nuevo curso político europeo cada vez más explícitamente racista, ha permitido proclamar alto y fuerte un mensaje recurrente que unifica hoy a los Estados y los gobiernos europeos: ¡Alto a la inmigración!.
Ascensión acompañada por el cierre de las fronteras europeas contra la tan temida invasión de África, devolución de las embarcaciones en el Mediterráneo, refuerzo de la policía de fronteras Frontex, edificación de una cadena de campos en África del Norte, además de los macabros centros actualmente en pie, y de muros para cerrar el camino a las hordas de inmigrantes, tras haber cerrado el acceso por Turquía de acuerdo con Recep Tayyip Erdogan (…)
La lucha contra las políticas migratorias restrictivas y represivas de los Estados y contra toda forma de discriminación hacia las poblaciones inmigradas debe ser una prioridad de los y las revolucionarias internacionalistas, que deben denunciar sin ambigüedad las migraciones forzadas, que constituyen una gran parte de las migraciones contemporáneas. Es un proceso complejo, vista la profundidad histórica y el carácter estructural de estas causas. Avanzar en esta dirección necesitaría grandes confrontaciones y transformaciones sociales.

Habría que obtener ante todo: 1º, la anulación de la deuda externa de los países africanos; 2º la retirada inmediata de las tropas -privadas y públicas, italianas y europeas-, de los consejeros militares, de los grupos de entrenamiento militar y policial; 3º la restitución de las tierras arrebatadas a través del land grabbing; 4º la detención del envío a África de los productos agrícolas europeos subvencionados que destruyen la agricultura local; 5º el abandono de la pesca en los mares de los países africanos; 6º la rediscusión de las relaciones comerciales, sobre bases paritarias y de reciprocidad; 7º la elaboración de formas concretas de un proceso de restitución del saqueo multisecular; etc.
Y, en muy primer lugar, la ruptura del silencio sobre las luchas obreras y populares, sobre las resistencias al neocolonialismo, en curso en África, y su apoyo por todos los medios. ¡Para dejar así de cubrir África de campos, muros, montañas de cadáveres de migrantes, de deudas, de depredadores, de contingentes militares, de guerras abiertas o secretas!"
 
 
 

 

sábado, 11 de agosto de 2018

Del vacuo y falaz sentido común que nos dijeron progresista

 
¿La UE debe vetar el oportunismo de quienes promueven soluciones fracasadas, señor Sánchez? Empezaría entonces por vetarse a sí misma, y acto seguido al propio PSOE que tan alegremente la ha secundado durante décadas. Curiosa confesión inconsciente de culpabilidad que aún se sigue pretendiendo declaración de nobles principios, cada vez con menor credibilidad. De hecho, esos movimientos de desintegración protofascista que usted y Merkel denuncian  hoy acogotados resultan la consecuencia política y social previsible de la Europa neoliberal comandada por la oligarquía financiera centroeuropea, y que gente como ustedes llevan promoviendo mínimo desde el Tratado de Maastricht. Solo si no se ha escapado del marco ideológico falsario difundido durante décadas por El País y medios similares del establishment europeo, puede uno creerse que los actuales ultranacionalismos y populismos fascistas ocurren pese a la integración europea. A no ser que se admita que la propia estructura de la UE y la del euro, radicada geopolíticamente en un molde neocolonialista centro-periferias, también ha transcurrido siempre contra la integración europea... aunque desgraciada como previsiblemente esté resultando al final una fuerza desintegradora muy superior a la misma. Para empezar puesto que destruye la democracia, como el caso griego certificó a voces, pero también la reforma del 135 de nuestra demediada Constitución. Servidor ya interpretaba en el 15M que, entre otras cosas muy importantes, constituía la mejor vacuna posible aquí en España a una tendencia europea que ya despuntaba, y cómo el chivo expiatorio de la inmigración volvería a ser coartada central de la misma.
 
 
Fernando Luengo:
 
“Este es un Gobierno europeísta y Europa necesita del liderazgo de Alemania”. Extracto de unas declaraciones del presidente de gobierno, Pedro Sánchez, ante el encuentro con Angela Merkel. No creo que sea un desliz, sino una verdadera toma de posición ante lo que podríamos denominar “la cuestión europea”. No me sorprende, pero sí me preocupa.
El gobierno socialista busca encontrar anclajes sólidos en Europa que compensen su debilidad interna. Quiere ser importante más allá de nuestras fronteras, proclamando su disposición a trabajar por un eje “europeista” que estaría integrado por Alemania, Francia, Portugal y España. Un eje desde el que reivindicar “más Europa”, frente a las fuerzas y tendencias que amenazan con su desintegración; que ahora simboliza, sobre todo, el ascenso de los partidos populistas y xenófobos en Italia.
Ante la ausencia de un debate en profundidad sobre los problemas de fondo de la construcción europea -debate que el Partido Popular escamoteó a la ciudadanía y que el Partido Socialista Obrero Español también quiere eludir-, la propaganda y los tópicos construidos a partir de frases hechas y vacías, como la referida al liderazgo de Alemania en el denominado “proyecto Europeo”, tienen su recorrido. Ahí quedan, como formando parte de un sentido común progresista.
Desde el estallido del crack financiero, las elites políticas y económicas, con la abierta complicidad de los grandes medios de comunicación, han derramado toneladas de tinta para lanzar el discurso de que la culpa de la crisis y el principal lastre para salir de ella residía en el despilfarro de las periferias y de las administraciones públicas.
Contamina que algo queda. Aunque lo cierto es que la política económica llevada a cabo por Alemania -que, por cierto, ha perjudicado a muchos alemanes-, ha sido y es una de las principales amenazas de la referida construcción europea. La política hipermercantilista seguida por el gobierno de Angela Merkel -y, ¡ojo!, también por su predecesor, el socialista Gerhard Schöeder-, apoyada en la represión salarial y la contención del gasto público, la imposición de políticas de austeridad salarial y presupuestaria a las periferias, el rechazo a aplicar fórmulas cooperativas a escala europea de gestión de la crisis, la imposición de un marco institucional que beneficia, principalmente, a las grandes corporaciones de los países del norte. Esto es lo que representa Alemania, no el europeismo al que apela el presidente de gobierno.
No, señor Sánchez. Alemania, sus políticas y los políticos que las aplican, son el gran problema de Europa. Inquieta que un gobierno que se reclama socialista lance un mensaje tan vacío, erróneo y sesgado como el que se resume en reivindicar el liderazgo europeista de Alemania"
 
 
 

jueves, 9 de agosto de 2018

Poco tratados, poco libres, poco de comercio

 
O huyen de guerras, o del libre comercio que las provoca. Una conexión tan entrañable como inextricable, y tantas veces en nombre de la democracia y el progreso. A los engranajes de la pauperización y las consiguientes bolsas de pobreza y emigración forzada, ya analizadas por Marx, los termina coronando una guinda estilo Trump: quien pese a nuestro escándalo no deja de suceder con dignidad la época de Obama, el gran deportador de cientos de miles. Sean nuestras guerras de destrozo externo de un país o intestinas como las del narco en Méjico, fruto del TLC: ya la Inglaterra victoriana practicaba su libre comercio del opio en China con el estímulo bien a la vista de sus fragatas de guerra a sus espaldas. Es tan libre ese comercio que siempre convino imponerlo un tanto. Tratados como el actual TTIP que se cierne sobre nosotros: apenas la quinta parte de sus articulados regulan el comercio, el resto se trata de blindar privilegios e impunidad de las grandes corporaciones transnacionales, que hoy acumulan un poder y riqueza imperiales desorbitadas, inéditas en la Historia. Muy poco tratados, muy poco libres, muy poco de comercio.



martes, 7 de agosto de 2018

De estrategias MAD generalizadas

 
Noam Chomsky:
 
"En 1945 no se sabía que no solo estábamos entrando en la era nuclear, sino que estábamos entrando en una nueva época geológica, que los geólogos llaman el Antropoceno, una época en la que la actividad humana está teniendo graves y nocivos efectos en el medio ambiente en el que la vida humana y otros tipos de vida pueden sobrevivir. También hemos entrado en lo que hoy en día se llama la sexta extinción, una extinción rápida de especies, que es comparable a la quinta extinción, ocurrida hace 65 millones de años cuando un asteroide, un enorme asteroide, golpeó la Tierra. La Sociedad Geológica Mundial finalmente se estableció al final de la Segunda Guerra Mundial, al inicio de la escalada aguda del Antropoceno y destrucción del medio ambiente, no solo debido al calentamiento global, el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, sino también debido a cosas tales como los plásticos en el océano, que se predice que serán mayores que el peso de los peces en el océano, en un futuro no muy lejano. Estamos destruyendo el medio ambiente que permite lo que conocemos como vida humana organizada. Estamos generando el riesgo de sufrir una catástrofe irreversible con nuestras recurrentes confrontaciones nucleares. Cualquiera que haya visto nuestro historial, que es impactante, podría concluir que es un milagro que hayamos sido capaces de sobrevivir tanto tiempo. Hoy en día, los seres humanos de esta generación, por primera vez en la historia tienen que preguntarse: “¿Sobrevivirá la vida humana?”. Y en un futuro no muy lejano, las sociedades organizadas… estos son los problemas que nos deberían preocupar. Todo lo demás carece de importancia en comparación con esto. Y volviendo a la OTAN, ¿qué están haciendo? Se expandieron hacia la frontera rusa. Si observas las políticas de Trump desde un punto de vista geoestratégico, son totalmente incoherentes. Por un lado, se está haciendo el simpatico con Vladimir Putin. Por otra parte, está intensificando las amenazas contra Rusia, y por lo tanto, contra nosotros mismos también. Está armando a Ucrania, lo que es una seria amenaza para Rusia. Está aumentando las fuerzas militares en la frontera rusa. Los rusos están haciendo lo mismo en el otro lado. Realizando maniobras militares. El nuevo programa nuclear que Trump ha instituido, que es una grave amenaza para Rusia, y también para el mundo entero. Ya bajo el gobierno de Obama los programas de modernización habían alcanzado un nivel que representaba una amenaza real de un ataque nuclear preventivo contra Rusia. Importantes investigaciones sobre el tema se han publicado en revistas científicas, en el Boletín de Científicos Atómicos. Trump lo está intensificando, aumentando la modernización de fuerzas extremadamente peligrosas, y también reduciendo significativamente el umbral de la guerra nuclear. También con armas nuevas, que son armas nucleares supuestamente tácticas, que, como cualquier estratega nuclear puede decirte, son incentivos para la escalada hacia una catástrofe final. Estas son enormes amenazas contra Rusia, y contra nosotros también, combinadas con cortesías hacia Putin en conferencias de prensa. Geostratégicamente, esto no tiene sentido. Todo tiene perfecto sentido en una premisa diferente.
AMY GOODMAN: Trump se ha enfrentado a los aliados de la OTAN, desde Reino Unido a Alemania, y antes de eso, a Macron en Francia y Justin Trudeau en Canadá. Pero mientras cuestionaba a la OTAN, dijo que lo hacía simplemente porque quiere que ellos gasten más dinero, y de hecho nombró a los fabricantes de armas en Estados Unidos, con los que él quiere que gasten más dinero… diciendo que estos países deberían gastar el cuatro por ciento de sus presupuestos en armas. ¿Puede hablarnos sobre esto?
NOAM CHOMSKY: En otras palabras, si estás buscando una estrategia seria detrás de esto, estás buscando en el lugar equivocado. No se trata de buscar qué hay detrás de estos hechos. Nada de esto tiene sentido desde un punto de vista estratégico. Nada. Todo es contradictorio, incoherente y demás. Eso debería decirnos algo: miremos en otra dirección. Y todo tiene perfecto sentido bajo la premisa de que Trump está motivado por una sola preocupación abrumadora: él mismo. Todo esto tiene sentido para un megalómano que quiere asegurarse de que tiene poder, riqueza y tiene que apelar a un número de electorados para asegurarse de que está siendo apoyado. Uno de esos electorados es esa élite abrumadoramente belicista… ya sabe, expandir la OTAN, construir el sistema militar, modernizar armas nucleares, etc. Trump los tiene en su bolsillo. El electorado crucial es… y su electorado real… es el sector corporativo y los superricos. Trump está prodigando regalos para ellos. Y mientras hace eso se pavonea frente a los medios, y los medios lo están ayudando al centrarse en él, sus secuaces en el Congreso están llevando a cabo un robo inmenso. Es increíble, si lo miras punto por punto. He mencionado un par de ejemplos antes. Trump tiene que mantener una base de votantes; de lo contrario, está fuera. Y lo hace con adoptando una pose: “Voy a enfrentarme a la OTAN, haciéndoles pagar más, para que no nos sigan robando”. Estupendo. “Voy a enfrentarme a China. Para que dejen de robarnos nuestra propiedad intelectual”. Estupendo. “Voy a imponer tarifas a todo el mundo. Porque los estoy defendiendo a ustedes, amigos, defiendo los derechos de los trabajadores”. Punto por punto, todo se trata de lo mismo. Y creo que eso es en buena medida lo que está sucediendo. Esta búsqueda de una estrategia geoestratégica coherente detrás de todo esto es casi imposible. Hay algunas cosas que tienen sentido, por supuesto. El esfuerzo para construir una alianza con los Estados más reaccionarios de Medio Oriente contra Irán… junto a Arabia Saudí, Israel, Emiratos Árabes Unidos, la dictadura de Egipto… es una locura, pero a la vez es una estrategia coherente. Debo decir como corolario a la doctrina del “yo primero” que hemos observado una y otra vez, que si Obama hizo algo, Trump tiene que hacer lo contrario, sin importar de qué se trate. No importa cuáles sean las consecuencias. De lo contrario, no es un presidente transformador, un presidente importante"
 
 
 

sábado, 4 de agosto de 2018

Sol de justicia


Un ministro del Interior sobre el que recaen sospechas fundadas de tortura en sus procesos como juez, ideal para un país denunciado internacionalmente año tras año por torturas en calabozos, que protege y condecora a sonados torturadores y criminales contra la Humanidad. Un poder judicial de herencia nuclearmente nacionalcatólica, amigo de todo tipo de manadas, en especial las fascistoides, codo con codo con el nivel de corrupción de la clase dirigente española, guardián impertérrito de las esencias de cloaca. Aunque útimamente tan impugnado por el estado de derecho... en otros lugares de América o Europa.
 
"Para el TC tales funciones son anticonstitucionales pues suplantan el papel exclusivo que en este ámbito tienen los Tribunales: “No son posibles en nuestro Estado de Derecho actuaciones del poder público directa y específicamente dirigidas a la investigación criminal si no se realizan bajo la dirección o el control inmediato del Poder Judicial”. “La calle es mía”, afirmó Fraga Iribarne siendo ministro del Interior. Algo parecido a lo que ahora afirma el TC: escarbar en las cloacas del Estado es propiedad exclusiva del Poder Judicial.
¿Pero qué pasa con los cientos de casos de torturas denunciadas en el País Vasco en las últimas décadas ante los que la Judicatura se ha negado a practicar investigación alguna? ¿O cuando sentencias, como las relativas a la masacre de Gasteiz del 3 de marzo de 1976, o Sanfermines de 1978, miran para otro lado y no ven indicio alguno de delito? ¿Habrá que plegarse ante semejantes arbitrariedades y complicidades políticas y judiciales?
Hace 40 años, el entonces ministro del Interior, Martín Villa, afirmó sobre los sucesos de Sanfermines: “Lo nuestro son errores, lo de ellos crímenes”. Los jueces tomaron nota y sentenciaron que aquella barbarie policial fue debida a confusiones y malas interpretaciones. Ahora, hace tan solo un mes, el también ministro del Interior, Grande Marlasca, ha afirmado: “La única verdad es la judicial”, y sus señorías han cogido la idea y han redactado esta sentencia. En resumen, los ministros del Interior dictan y los jueces ponen las firmas y membretes judiciales.
La Justicia española está siendo cuestionada hoy a nivel internacional como nunca lo ha estado en las últimas décadas. La querella argentina contra el franquismo por crímenes de lesa humanidad, los Informes de los Relatores de Derechos Humanos de la ONU, las sentencias del Tribunal europeo sobre torturas y la reciente dictada en Alemania en el caso Puigdemont, hablan a coro sobre los continuos despropósitos judiciales y la impunidad para con las violaciones de derechos humanos cometidas en el Estado español
La sentencia del TC va a ser, en este contexto, una herramienta más en manos del Gobierno de turno para oponerse, sabotear y perseguir cualquier tipo de investigación internacional o institucional relativa a violaciones de derechos humanos achacables al Estado. En vez de sanear a fondo instituciones policiales y judiciales que siguen teniendo buena parte de sus raíces ancladas en aquel rancio franquismo, las más altas instancias judiciales (TC, TS, AN) proceden a enrocarse y a huir hacia atrás para evitar que nada de lo anterior salpique a la propia Judicatura, al Gobierno o a la Policía a su servicio.
Se busca así cerrar a cal y canto las puertas que en los últimos años se han abierto en el terreno de la recuperación de la memoria histórica. En este sentido, y habida cuenta los aires jurisprudenciales que corren (“todo sigue siendo ETA”, “todo es rebelión y sedición”, “todo es odio”,…), esta sentencia pronto será esgrimida no solo contra iniciativas similares de cualquier Parlamento autonómico, sino también contra Ayuntamientos, Universidades y asociaciones de memoria histórica, a fin de obstaculizar cualquier paso por muy fundamentado que sea, en el camino de la Verdad.
Por supuesto, la respuesta a lo anterior no pasa por aceptar los límites cada vez más estrechos marcados por el Gobierno y su Judicatura, mucho más aún cuando ésta utiliza en sus actuaciones no dos, sino siete varas de medir distintas según que se sea falangista o rapero, mosso de escuadra o guardia civil, independentista o unionista, de Altsasu o Algeciras, monarca o plebeyo, civil o policía, mujer feminista u obispo misógino, currante o banquero, yerno de rey o fontanero. La investigación de estos delitos de Estado es algo demasiado importante como para dejarla en exclusiva en manos de esta Justicia.
Por eso de lo que se trata es de multiplicar todo tipo de iniciativas sociales, políticas e institucionales (querellas municipales, comisiones de la verdad, investigaciones académicas, actividades culturales, movilizaciones sociales,..) para ensanchar aún más las puertas abiertas y recurrir, si fuera preciso, a prácticas de desobediencia civil e institucional. La necesidad de extender y profundizar las exigencias de Verdad, Justicia y Reparación es hoy más ineludible que nunca"
 
 
 

viernes, 3 de agosto de 2018

Geopolítica de verdad


Pierre Rousset:
 
"El proyecto de nuevas Rutas de la Seda se presentó en 2005, pero no ha comenzado a ponerse en práctica más que recientemente, y por tanto es demasiado pronto para valorar hasta qué punto se va a llevar a cabo realmente. Es un proyecto sumamente ambicioso. La vía terrestre (la Ruta) comunicará China con Europa a través de Asia continental. La vía marítima (el Cinturón) parte del sudeste asiático para llegar hasta el este de África y el Magreb. Seis corredores regionales permitirán vincular a más países a estos dos ejes principales.
Se trata, en primer lugar, de desarrollar de un modo coherente un conjunto de infraestructuras, de multiplicar las inversiones, de abrir mercados a sectores industriales que experimentan sobreproducción en el plano nacional (cemento, acero) y de emplear una mano de obra sobrante (utilizada en obras de construcción en el mundo entero), de abrir y mejorar las vías de comunicación, así como de reforzar la influencia política y cultural de la potencia china (incluso en el ámbito social, con la construcción de hospitales y escuelas). A fin de cuentas, la ambición es contribuir a hacer de China un polo de referencia civilizatorio mundial, alternativo a EE UU.
Las consideraciones geoeconómicas y geoestratégicas están en la base de esta política de expansión multidimensional. Para Pekín se trata de asegurar sus abastecimientos de materias primas y de reducir el coste del transporte, como ilustra, con respecto a los productos petroleros de Oriente Medio, la construcción del gigantesco puerto chino-paquistaní de Gwadar; de penetrar mejor en mercados dominados, según el lugar, por Japón o Corea del Sur, por Rusia o por EE UU; de multiplicar las pasarelas que permitan evitar el estrecho de Malaca, que podría quedar bloqueado en unas situación de crisis aguda con Washington, pasando por Bangladesh, Birmania o Pakistán… Las inversiones abarcan todos los sectores (del turismo a la minería, de la electrónica a la energía solar), la creación de polígonos industriales y zonas portuarias, grandes obras públicas (vías de ferrocarril, puentes, túneles, presas) o equipamientos energéticos (oleoductos y gasoductos, centrales eléctricas, campos eólicos…).
Desde el punto de vista financiero, el proyecto costaría 800.000 millones de euros, que se reunirían gracias a la creación del Nuevo Banco de Desarrollo, del Fondo de la Ruta de la Seda y del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII). China echa la mano al bolsillo para contribuir al proyecto, pero no deja de invitar a otros países a invertir en el mismo. A pesar de la oposición declarada de EE UU, países como Alemania, Australia, Francia y el Reino Unido, en particular, han respondido positivamente al llamamiento. Los países ricos no quieren perderse el pastel, y los países pobres no tienen más remedio que participar, pues para ellos es una ocasión única para iniciar su desarrollo (aunque sea a riesgo de la subordinación).
Si se incluyen los corredores laterales, son nada menos que unos 70 países los abarcados por este proyecto. Después de haber invertido en todos ellos, ante el aumento de las tensiones con EE UU, Pekín trata ahora ante todo de consolidar su influencia en su periferia asiática, consagrando a esta región la mitad de sus préstamos concedidos en el marco del proyecto. China es el primer socio comercial de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean). Su influencia es preponderante en Laos y Camboya, considerable en la cuenca del Mekong, incluida Tailandia, donde se construye la línea de ferrocarril que va de Kunming (en la provincia de Yunan) a Singapur. Y controla efectivamente un número creciente de puertos en Birmania, Bangladesh, Sri Lanka, Pakistán, Maldivas, Omán…
Más allá, está previsto que la nueva Ruta de la Seda llegue, en Europa occidental, hasta Venecia y Rotterdam; se llevan a cabo adquisiciones e implantaciones hasta en Francia, Gran Bretaña, Suiza, Italia, Portugal o Grecia (¡el puerto del Pireo!)… Un tren de mercancías que parte de Yiwu, situada al sur de Shanghái, recorre más de 12.000 kilómetros para enlazar directamente China con 32 ciudades europeas, entre ellas Londres, Madrid, Kavala (Finlandia), Duisburgo (Alemania) y Lyon (Francia). Es más barato que el avión y más rápido que el barco…
En la mayoría de países de Europa Oriental ya se han realizado, o se están negociando, grandes inversiones. En Asia central, la ruta terrestre pasa por Kazajistán, Turkmenistán, Uzbekistán y Azerbaiyán. Una asociación, lanzada en 2012, no deja de reforzarse: el Formato 16 + 1 entre China y 16 países de Europa Central y Oriental (…)
En noviembre de 2017 se firmó un acuerdo entre China y Panamá, el último adherente a este proyecto de Ruta de la Seda, creando formalmente el tercer ramal marítimo de esta iniciativa.
Semejante esfuerzo de expansión mundial concentrado en un periodo de tiempo tan limitado no tiene precedentes. Su coste social, cultural y ecológico será, como es de temer, considerable, al igual que los riesgos económicos y financieros, agravados por los avatares políticos: posibles cambios de alianzas de gobiernos nacionales, operaciones emprendidas en zonas de conflicto como los aledaños del Himalaya (desde Cachemira hasta Arunachal Pradesh) u Oriente Medio, contraofensiva de potencias competidoras (como en Birmania). El caso del puerto de Gwadar es emblemático. Se halla en la costa de Beluchistán, en el sudoeste de Pakistán, donde tiene lugar una lucha independentista en la que se interfieren varios Estados (India, Afganistán…). El ejército paquistaní es incapaz de proteger eficazmente sus propios cuarteles de los ataques talibanes; por mucho que su influencia acabe siendo preponderante en Pakistán, Pekín no puede confiar en un Estado fallido para garantizar la seguridad de sus inversiones estratégicas…"