“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


sábado, 18 de agosto de 2018

Vigencia de Amin

 
                    
Nick Dearden, director de la organización del Reino Unido Global Justice Now.
 
"Amin pensaba que el capitalismo mundial —el dominio de oligopolios con base en el mundo rico— sostiene su dominio por medio de cinco monopolios: el control de la tecnología, el acceso a los recursos naturales, las finanzas, los medios de comunicación globales y los medios de destrucción masiva. Sólo derribando estos monopolios se puede hacer un progreso real.
Esto implica desafíos particulares para aquellos de nosotros que somos activistas en el Norte, porque cualquier cambio que promovamos debe desafiar los privilegios del Norte frente al Sur. Nuestro internacionalismo no puede ser expresado por medio de algún tipo de acercamiento humanitario al Sur global — como la idea de que los países del Sur necesitan nuestra “ayuda para el desarrollo”—.
Para Amin, cualquier forma de trabajo internacional debe estar basada en una perspectiva explícitamente anti-imperialista. Cualquier otra cosa fracasará a la hora de desafiar la estructura de poder: aquellos monopolios que realmente mantienen poderosos a los poderosos.
Junto a colegas como André Gunder Frank, Amin veía el mundo dividido en el “centro” y las “periferias”. El rol de las periferias, aquellos países que llamamos el Sur global, es proveer a los centros —específicamente la “Tríada” de América del Norte, Europa Occidental y Japón— de los medios de desarrollo sin ser capaces de desarrollarse ellas mismas. Evidentemente, la explotación de los minerales de África como comercio claramente favorable para el centro nunca permitirá la liberación africana; sólo una explotación constante.
Esto va en contra de tanta “mentalidad de desarrollo”, que llevaría a pensar que los problemas de África vienen de no estar integrada adecuadamente en la economía global que ha crecido en los últimos cuarenta años. Amin piensa de hecho que el problema de África surge al estar demasiado integrada pero “de la forma equivocada”.
De hecho, en tanto que los monopolios del control están intactos, los países del centro han tenido pocos problemas globalizando la producción desde los años setenta. La explotación obrera en la industria ahora tiene lugar a lo largo de la periferia, pero ello no ha cambiado el poder de los del Norte por su control de las finanzas, de los recursos naturales, de los ejércitos, etc. Lo cierto es que ha fortalecido su poder reduciendo los salarios y destruyendo un sector manufacturero que se había convertido en la base del poder de los trabajadores sindicados.
Así que no tiene ningún sentido pedirle a los países del centro que les concedan mejores relaciones comerciales a las periferias.
Amin también estaba preocupado por el activismo medioambiental, que se convierte demasiado a menudo en un debate sobre cómo los países del centro administran su control de los recursos mundiales, en lugar de cuestionar su control (…) 
Por supuesto, este no es simplemente un proyecto para los activistas del Norte. Está muy lejos de serlo. La teoría por la que Amin es más conocido es la de la “desconexión”.
La desconexión supone que los países de la periferia se retiren de su integración explotadora en la economía global. En cierto sentido se trata de des-globalización, pero no es una forma de aislamiento económico —algo en lo que los líderes socialistas africanos cayeron de tan buena gana—. Más bien supone no implicarse en las relaciones económicas desde la vulnerabilidad.
Amin afirma que los países del Sur deben desarrollar su economía por medio de varias formas de intervención estatal, el control del flujo de dinero entrante y saliente de sus sectores financieros y la promoción del comercio con otros países del Sur. Deben nacionalizar sectores financieros, regular fuertemente los recursos naturales, “desconectar” los precios internos del mercado mundial, y liberarse a sí mismos del control de instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio. Sean cuales sean los problemas que acompañen a la nacionalización de las industrias, es la única base posible para que una economía controlada de forma genuinamente social salga adelante.
Amin afirma que la desposesión del campesinado a lo largo de los países periféricos se convertirá en el problema central del siglo XXI
Después de haber escuchado durante treinta años que solucionarían sus problemas exportando más, privatizando sus recursos naturales y liberalizando los sectores financieros, algunos países en desarrollo harían hoy bien en prestar atención al consejo de Amin.  Los poderes imperialistas se han dado cuenta de que la competición entre ellos no es útil, y han creado una suerte de imperialismo colectivo, que se expresa a través de instituciones como la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional (…)
El capitalismo está experimentando una profunda y prolongada crisis, que Amin cree que no tiene solución fuera de la barbarie política. Describe esta forma de capitalismo como “senil”.
Esta crisis se caracteriza por una creciente dependencia de las finanzas, lo que implica que se hace cada vez menos dinero de actividades productivas, y más de la simple “renta”. Es un medio mucho más directo de robar la riqueza de la mayoría del mundo. La forma adjunta de la política significa que la democracia ha sido reducida a una farsa en la que la gente es espectadora de un teatro de la élite —eso cuando no están satisfaciendo su rol asignado de consumir—.
El capitalismo necesita obligatoriamente de un proceso constante de desposesión para poder acumular y continuar expandiéndose. El capitalismo no podría haberse desarrollado sin la conquista europea del mundo; la disponibilidad de tantos recursos “sobrantes” fue vital. La válvula de escape de muchos de esos desposeídos de la tierra europea era el “nuevo mundo”, que permitía la emigración masiva; aunque, por supuesto, otros morían en masa, como atestigua la hambruna irlandesa de la patata.
Así que, por mucho que tantos de los desposeídos pudieran aspirar a las vidas de quienes viven en países de capitalismo avanzado, simplemente no es posible. Tampoco pueden estar en lo correcto los marxistas tradicionales cuando dicen que el capitalismo es un estadio necesario en el camino al socialismo —una perspectiva que Amin describe como “eurocéntrica”.
La industria no puede incorporar más que una pequeña fracción de la humanidad, pero necesita los recursos de los que depende esta humanidad. Entonces, el único modo en que el capitalismo puede seguir adelante es por medio de la creación de un “planeta suburbio” —una especie de “apartheid a escala mundial”—. Amin afirma que la desposesión del campesinado a lo largo de los países periféricos se convertirá en el problema central del siglo XXI.
Amin cree que el camino hacia el socialismo depende de revertir esta tendencia a la desposesión implicando, a escala nacional y regional, la protección de la producción de la agricultura local, la garantía de la soberanía alimenticia de los países y la desconexión de los precios internos del mercado mundial de las mercancías. Esto detendría la desposesión de los campesinos y su éxodo a las ciudades.
Sólo esta revolución en el modo en que la tierra es entendida, tratada y accedida puede sentar las bases para una nueva sociedad. Esto también implica abandonar la idea del “crecimiento” tal y como se comprende hoy, y por el cual son juzgadas todas las economías del mundo, que sólo beneficia de verdad a una minoría de la población mundial. El resto de la humanidad es “abandonada al estancamiento, si no a la pauperización”.
Quizá esto haga parecer a Amin más bien idealista en su enfoque, pero nada más lejos de la realidad. Amin rechaza explícitamente la idea de una “revolución de 24 horas” ─ un solo acto insurreccional que abriría la puerta a un período de socialismo. De hecho, acepta que bien pueda ser necesario usar capital privado, e incluso internacional, para diversificar las economías del Sur. Lo importante es el control. Por ello, Amin también se niega a usar el concepto de “socialismo del siglo XXI”, centrándose en la necesidad de “el largo camino de transición hacia el socialismo”.
Samir Amin se describe a sí mismo como un “marxista creativo” (”comenzar a partir de Marx, pero no terminar con él o con Lenin o Mao”) que incorpora toda clase de modos críticos de pensar; incluso los “que fueron equivocadamente considerados como ‘ajenos’ por los dogmas del marxismo histórico del pasado”(...)
Estas perspectivas son sin duda más relevantes hoy que cuando Amin comenzó a escribir. Un marxismo creativo da cuenta adecuadamente de la perspectiva y las aspiraciones de los realmente desposeídos del mundo, rompe con los dogmas históricos y se niega a tratar de mantener pegado un modelo roto, pero entiende igualmente la imposibilidad de derribar este modelo mañana"
 
 

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