El pulitzer Chris Hedges, a la pregunta de si existen diferencias entre el partido Demócrata y el Republicano (las dos facciones del Partido Único en palabras de Chomsky o Samir Amin): "Desde luego que hay diferencias. Se trata de cómo quieres que te hagan llegar el fascismo corporativo. ¿Quieres que te lo haga llegar un licenciado por Princeton, un criminal de Goldman Sachs o un racista, nativista y fascista cristiano? Porque esta es esencialmente la ideología que la administración Trump ha aceptado de buena gana porque Trump no tiene ideología. Por eso tratan de llenar su vacío ideológico.
Pero sabes bien, y has expuesto ya esta cuestión, que ambos partidos están haciendo avanzar los motores fundamentales del poder corporativo oligárquico global y uno de ellos intenta presentar esto de forma multicultural e inclusiva. El otro es, ya sabes, algo así como verse abrazado por un hato de trogloditas. Pero no hay forma alguna dentro del sistema político estadounidense que pueda domesticar o desafiar a la maquinaria de la guerra o a Goldman Sachs o ExxonMobil"
Última entrevista a Samir Amin:
"El colapso de estos tres sistemas, la llamada socialdemocracia en Occidente, el sistema soviético y nuestro sistema, es lo que proporciona todas las condiciones para que el capitalismo imperialista tome la ofensiva y haga cumplir su nuevo patrón de globalización (…)
El término clave aquí es capitalismo monopolista global. El capitalismo monopolista, como fuerza social, no es nada nuevo. Se movió en dos etapas
La primera etapa del capitalismo monopolista fue desde fines del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial, un largo período de más de un siglo. Este capital monopolista fue analizado por socialdemócratas como John A. Hobson y Rudolf Hilferding. Durante este período el capital monopolista tenía carácter nacional. Hubo imperialismo británico, imperialismo estadounidense, imperialismo alemán, imperialismo japonés e imperialismo francés.
Como escribió Lenin en sus estudios sobre el imperialismo en 1916, estas fuerzas imperialistas no solo conquistaron y subyugaron a la periferia, sino que a la par estaban luchando entre sí. La lucha entre ellas condujo a dos Guerras Mundiales.
Todas las revoluciones socialistas de ese período tuvieron lugar en la periferia del sistema imperialista global, comenzando en la semi-periferia, con el eslabón más débil, Rusia y luego en las periferias reales, Cuba y Vietnam. Ninguna revolución tuvo lugar en Occidente. No hubo una revolución socialista en la agenda de Estados Unidos, Europa occidental o Japón.
Después de la Segunda Guerra Mundial, gradualmente primero y repentinamente después, a mediados de la década de 1970, el capital monopolista en Occidente se movió a una nueva etapa que he denominado capital monopolista generalizado.
El capital monopolista fue lo suficientemente exitoso como para someter todas las otras formas de producción social a la posición de ser sus subcontratistas. Eso significó que el valor producido por las actividades humanas fue, en gran medida, absorbido por el capital monopolista en forma de renta imperialista. En esta nueva globalización, nuestros países son invitados a ser subcontratistas del imperialismo. Esto es obvio en el caso de la India (...)
Un elemento importante es aclarar que la maquinaria del Estado no se disuelve en esta era de globalización. La realidad es que el capital monopolista, incluso en los países imperialistas, necesita de la maquinaria del Estado.
El Estado ha sido domesticado para servir exclusivamente a los intereses de los imperialistas. Lo pueden ver en la forma en que Donald Trump utiliza el gobierno en Estados Unidos y lo pueden ver en los llamados consensos nacionales de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Por lo tanto, decir que las fuerzas del mercado reemplazan al Estado es una tontería. El Estado con sus aparatos de poder militar y policial es esencial para el proceso de globalización (…)
Después de nuestra victoria, de la victoria del pueblo indio junto con la victoria de los chinos y otros [Conferencia de Bandung y descolonización], negociamos la globalización. Ahora estamos de regreso a la llamada globalización liberal, que es decidida unilateralmente por los países del G7 (Grupo de los 7), esto es Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón.
El desafío que tenemos ante nosotros es rechazar este patrón de globalización, no tener ilusiones con esta globalización. Para los países africanos la globalización significa el saqueo de sus recursos nacionales como petróleo, gas, minerales y también tierras cultivables.
Para la India, al igual que para muchos países de América Latina y del sur de Asia, toma otras formas. Esto incluye aprovecharse de nuestra mano de obra barata, transfiriendo valor creado en nuestros países a través de la extracción de renta monopólica para el sistema imperialista. Este es el desafío que tenemos ante nosotros.
John Bellamy Foster del Monthly Review escribe que solo nos quedan dos opciones: el socialismo o la exterminación, ya que el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida. Usted ha escrito que el capitalismo se ha vuelto obsoleto. ¿El fin del capitalismo está en el horizonte? ¿Qué es lo que hace del capitalismo un sistema social obsoleto?
AMIN: El capitalismo está en una crisis estructural. A mediados de la década de 1970, las tasas de crecimiento de los centros desarrollados capitalistas, Estados Unidos, Europa y Japón cayeron a la mitad de lo que habían sido en los treinta años anteriores. Y no se han recuperado desde entonces. Esto significa que la crisis continúa e incluso se profundiza año tras año (...)
Hemos llegado al punto en que el capitalismo ha empezado a declinar.
El declive es un momento muy peligroso. El capitalismo no va a esperar su muerte tranquilamente. Se comportará cada vez más salvajemente para mantener su posición, para mantener la supremacía imperialista de los centros. Esta es la raíz del problema y de las guerras imperiales.
La guerra comenzó en 1991, inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética. La primera salva fue la Guerra de Irak en 1991. El desmembramiento de Yugoslavia entre 1991 y 2001 trajo esa guerra a Europa.
Ahora, en mi opinión, el sistema europeo en sí mismo ha comenzado a implosionar. Esto se ve en los resultados negativos de las políticas de austeridad. Son negativas para la gente, pero también para el capitalismo porque no provocan crecimiento imperialista (...)
En «El retorno del fascismo en el capitalismo contemporáneo» usted argumenta que la crisis del capitalismo contemporáneo crea condiciones fértiles para el retorno del fascismo en el mundo actual. Esto es evidente por la emergencia de varias fuerzas de derecha en diferentes partes del mundo. ¿Está apuntando a una repetición del fascismo clásico?
AMIN: El sistema de la llamada globalización neoliberal no es sostenible. Genera mucha resistencia en el Sur, así como en China. Esta globalización ha creado enormes problemas para el pueblo de Estados Unidos, Japón y Europa. Por lo tanto, esta globalización no es sostenible. Ya que el sistema no es sostenible, el sistema mira hacia el fascismo como la respuesta a su creciente debilidad.
Es por esto por lo que el fascismo ha reaparecido en Occidente. Occidente exporta el fascismo a nuestros países. El terrorismo en nombre del islam. Es una forma de fascismo local. Y hoy, tenemos en India la reacción derechista hinduista (…)
La tributación progresiva junto con la continuidad de las llamadas políticas liberales que permiten al capital monopolista operar libremente sólo darán resultados marginales. Más aún, las demandas de impuestos progresivos serán consideradas «imposibles» por las clases dominantes y por ello rechazadas por la clase gobernante.
Lo mismo podría decirse de la fijación de un salario mínimo. Esto es bienvenido, por supuesto, pero tendrá efectos limitados en tanto se continúe con una política económica liberal. Los salarios, una vez elevados, se verán afectados por la inflación, lo cual reducirá sus beneficios. Este es el argumento de los liberales, que rechazan la mera idea de establecer salarios mínimos.
Un acceso más equitativo a la educación y a la salud debe ser el objetivo de cualquier desafío legítimo al sistema capitalista. Pero tal elección implica un crecimiento del gasto público y ¡el liberalismo considera tal crecimiento inaceptable! Avanzar hacia ofrecer «mejores empleos» es, entonces, simplemente una frase vacía si no está respaldada por políticas sistemáticas de industrialización y por la modernización de la agricultura familiar.
China está intentando hacer esto parcialmente, India no. Los liberales insisten en la necesidad de reducir la deuda pública. Pero, las razones para el crecimiento de la deuda pública deben ser explicadas.
¿Qué políticas producen esta alta deuda pública? Este crecimiento es simplemente el resultado inevitable de las políticas liberales. La deuda pública es incluso deseable para el capital monopolista, porque ofrece al capital en exceso oportunidades de inversión financiera. Piketty y otros que han estado escribiendo sobre la desigualdad son todos economistas liberales (…)
Estos académicos son en el mejor de los casos «reformistas», como Joseph Stiglitz, el ex Economista Jefe del Banco Mundial. Los cinco siglos de historia del continuo y creciente desarrollo desigual del capitalismo deberían al menos llevarlos a cuestionar esta hipótesis. O por lo menos llevarnos a nosotros a hacerlo (…)
Un puñado, unas pocas decenas de enormemente grandes empresas y menos de 20 instituciones bancarias deciden la dirección de todo.
François Morin, un importante experto financiero, ha dicho que menos de 20 grupos financieros controlan el 90% de las operaciones del sistema financiero y monetario global integrado.
Si añadimos unos 15 grandes bancos, vamos del 90% al 98%. Se trata de apenas un puñado de bancos. Eso es centralización, concentración de poder. La propiedad permanece diseminada, pero eso es de menor importancia. El punto es cómo se controla la propiedad. Esta centralización del control de la propiedad ha llevado al control de la vida política.
Estamos ahora lejos de la democracia burguesa del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Vivimos ahora en un mundo con un sistema de partido único. Los socialdemócratas y los conservadores son ahora social-liberales.
Puede haber dos partidos que compiten en las elecciones, pero en realidad son el mismo partido. Esto significa que vivimos en un sistema de partido único. En Estados Unidos, demócratas y republicanos han sido siempre un solo partido. No era así en Europa y, por lo tanto, en el pasado, el capitalismo pudo ser parcialmente reformado. Las reformas socialdemócratas de bienestar después de la Segunda Guerra Mundial fueron grandes reformas.
En mi opinión fueron reformas progresistas, incluso si estaban asociadas con el mantenimiento de una actitud imperialista frente a los países del Sur. Ahora eso se ha vuelto imposible. El sistema de partido único ha llegado, pero ha estado perdiendo legitimidad. Eso también abre un camino para el fascismo, para el neofascismo, que está creciendo en todas partes. Esta es una de las razones por las cuales tenemos que desmantelar el sistema"
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