“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


jueves, 5 de julio de 2018

Del capitalismo degenerativo

Entrevista a Andrés Piqueras:
 
"El capitalismo construyó una naturaleza mercancía en cuanto que “capital circulante” (materias primas, insumos...), convirtiéndola en una fuente aparentemente infinita de recursos gratuitos o semigratuitos y en un vertedero sin fondo de residuos. Esto trazaba el camino seguro de su destrucción. Lo que está haciendo hoy es completarlo. Este sistema está dispuesto a destripar todo el planeta antes de morir.
En cuanto a la sociedad, cuando el capitalismo fue un modo de producción en auge que generaba crecimiento -el capitalismo industrial clásico-, al mismo tiempo que enormes sufrimientos y horrores para las poblaciones, permitió la construcción de la “civilización industrial” en los núcleos centrales del sistema capitalista, y la mermada extensión del mismo hacia las periferias de aquél. La extracción de plusvalía y el sistema de propiedad privada fueron viables porque, a pesar de la desposesión y la explotación, a través del trabajo asalariado se otorgaba la posibilidad del consumo obrero y de su (relativo) acceso a bienes y recursos, así como una cierta redistribución del excedente para cimentar la cohesión social, con lo que la sociedad se fue expandiendo en diferentes términos. Es decir, que la plusvalía extraída a partir del empleo de la fuerza de trabajo, tenía como contrapartida los salarios de la población trabajadora empleada, los cuales revertían en consumo. Se trata de un mecanismo de integración de las poblaciones y de generación de base social; una distribución de la riqueza por medio del empleo que asegura al mismo tiempo la realización de la ganancia mediante el consumo y con ello la reproducción ampliada del capital.
En cambio, las dinámicas del capitalismo degenerativo o terminal en el que nos hallamos, ya no hacen sociedad, son antisociales. Así, la renta diferencial proveniente de las operaciones en el exterior, de las dinámicas parasitarias y de saqueo de recursos, así como de la especulación financiera, termina en su mayor parte acrecentando la concentración de riqueza en manos de los grandes capitales, especialmente de su rama parasitario-especulativa, banca pasiva, accionistas... Lo que quiere decir que aquella renta no revierte en el ciclo económico productivo y de consumo de masas (salarios, impuestos, obras, servicios, empresas…), pues además de las exacciones fiscales, apenas se declara una minúscula parte de aquellas ganancias, dado que la contabilidad se divide en subcontrataciones, filiales, sectores deslocalizados, secciones sumergidas, etc., y por si fuera poco la mayor parte van a parar a esas nuevas territorialidades creadas para sustraerse a cualquier control social y para esconder el botín proveniente de atracar a la sociedad, de apropiarse de la riqueza colectiva, los mal llamados “paraísos fiscales”. Es decir, esas ganancias bien se atesoran o bien se destinan a la especulación, sirviendo para agrandar el fetiche del dinero que hace dinero por sí mismo. La repatriación de la plusvalía, de las ganancias y de la renta, irá también a aumentar aún más los ya enormes auto-salarios de las elites bancario-financieras y de los CEO, a la especulación bursátil, a circuitos financieros, y sólo muy, muy marginalmente, al mantenimiento de la sociedad.
No hay que cavilar mucho para darse cuenta de que con ello se entorpece el propio funcionamiento del ciclo capitalista.  
De acuerdo. En cuanto a la expresión “fase actual”. ¿Tiene alguna definición económica? ¿A qué podemos llamar fases en la historia del capitalismo?
En mi anterior libro de La opción reformista intento dar una explicación de ellas vinculándolas a los distintos modelos de crecimiento (acumulación-regulación) del capital. En estos momentos estamos, como he dicho, en su fase degenerativa (terminal) –esa es al menos la formulación teórica que llevamos a cabo en el Observatorio Internacional de la Crisis-. En esta fase, las estructuras sociales de acumulación del capitalismo se ven cada vez más incapacitadas porque la generación de valor y de plusvalor se ve crecientemente entorpecida, como explico en el libro que ahora comentamos. Lo que tenemos, en vez de acumulación de capital –cada vez más exigua-, es un pobrísimo crecimiento ficticio en cuanto que está dado por deuda y por la invención de dinero sin ningún valor (no está vinculado a la producción). La deuda y el capital ficticio mantienen la ilusión de que el sistema sigue funcionando. Esto da como resultado una economía cada vez más irreal, un capitalismo moribundo asentado sobre la irrealidad. Lo propio de una demencia senil (...)
La capacidad de mutar de este sistema ha sido excepcional, porque excepcional es su dinámica de incesante crecimiento y destrucción de todo lo dado que va implícita en el desarrollo asimétrico y desproporcionado de fuerzas productivas que genera, hecho que no comparte con ningún otro modo de producción ni civilización. La opción reformista (aunque rebajada respecto de las propuestas de Kalecki, e incluso aplicada en versión “light” respecto de lo que posteriormente puso sobre la mesa Keynes) consistió en la puesta en marcha de mecanismos de distribución de una parte de la plusvalía generada por la propia población trabajadora, así como de medidas de protección de esta población, que supusieron la desmercantilización de diversos aspectos de su reproducción social, y por tanto en cierta manera la parcial desmercantilización y desproletarización de la fuerza de trabajo a través de servicios y bienes sociales. Ese “reformismo”, además de construir sociedad, como dije, fue la propia salvación del modo de producción capitalista. Hoy, al destruir tal opción da muestras evidentes de que ha agotado sus posibilidades “progresistas” (de progreso para la humanidad) y de que no tiene vías de escape. En realidad, se está autofagocitando para sobrevivir, es decir, está devorando la riqueza social que hasta ahora le permitía funcionar más o menos vigorosamente porque mantenía a la sociedad de la que se nutre. Si elimina los sustentos de su sociedad y la pudre, se mata a sí mismo (...)
Solo el materialismo histórico-dialéctico, afirmas en la introducción, sobre todo, añades, cuando más abierto ha estado a la epistemología ecologista, “ha sido capaz de ofrecer claves estructurales de análisis y tendencias verosímiles del capitalismo realmente existente”. ¿Qué es entonces para ti el materialismo histórico-dialéctico? ¿Cómo hay que entender aquí lo de dialéctico?
En la ciencia social llamamos estrategias ideales a las que pretenden (y así plantean sus investigaciones y teorizan) que son las ideas las que explican el mundo y por tanto también constituyen la primera causa de su transformación. Las estrategias materialistas, en cambio, sostienen que es lo material lo que explica lo mental; aunque el materialismo dialéctico en concordancia con su propia designación, siempre habló de que hay una interacción constante entre ambas dimensiones: la idea se hace materia a través de las acciones humanas, sobre todo cuanto más colectivas sean, pero a su vez esas ideas no pueden cobrar existencia ni mucho menos fuerza, fuera del entramado histórico-material en el que se desarrollan. Y si por tanto son ajenas al mismo o proponen acciones que no tienen coherencia con la realidad, no lograrán más que hacer surcos en el mar (...)
La ecosfera es lo más material que tenemos (nuestra infraestructura como especie), por eso es imprescindible partir de ella para cualquier análisis social realista. El materialismo dialéctico de epistemología ecologista es para mí lo más avanzado de que disponemos para explicar y transformar el mundo en el estado actual de desarrollo de la humanidad (...)
Lo que se mostró como una contundente victoria del capitalismo, saliendo aparentemente de su crisis estructural de sobreacumulación de los años 70 del siglo XX y eliminando o dejando fuera de juego a sus principales enemigos sistémicos, la URSS y China, fue en realidad una descarada huida del sistema capitalista hacia un mundo irreal, hacia una economía de ficción que, como acabo de decir, se basaba sobre todo en la permanente y creciente generación de deuda a partir de capital ficticio para aparentar que el sistema seguía funcionando (...)
Todo el decorado era de cartón-piedra, pero como digo, en esos momentos muchos no lo vieron. La teoría se resintió, cundió el desaliento de lo “post”: el postmodernismo, el post-estructuralismo, el post-marxismo… como si estuviéramos en un limbo histórico en el que las tendencias, razones de ser y reglas del capitalismo hubieran quedado suspendidas. También se pretendió que el capitalismo había superado definitivamente sus crisis cíclicas (¡qué irónico resulta hoy!). Hubo marxistas que renegaron incluso del elemento clave del movimiento capitalista descubierto por Marx: la caída tendencial de la tasa de ganancia. De hecho, al marxismo en general se le declaraba “obsoleto” y se trataba en adelante de elaborar teoría dando por buena la supraestructura o pantalla ideológica del capital. Poco a poco, la teoría se ha ido convirtiendo en un fetiche más del mismo, parte de su propaganda (...)
En realidad, hay que salvar a bastantes otros autores que llevan su militancia social en la cotidianidad de sus vidas incluido su quehacer científico, pero al tener Amin una dimensión mundial (y aun a pesar de algunas discrepancias con él) le menciono en mi Introducción para señalar que el materialismo dialéctico no había sido abandonado por todo el mundo. Su esfuerzo sistémico y sistemático creo que dio sus frutos más importantes hasta esa década que tú mencionas.
Para hacer honor a la verdad, de todas formas, en este plano tendría que haber nombrado por lo menos también a István Mészáros (a quien por otra parte cito en bastantes otros de mis trabajos). Creo que es el autor de talla mundial en la ciencia social que más ha incidido en el siglo XXI en el estudio de las reacomodaciones del capitalismo para hacer frente a sus límites estructurales y a su “insustentabilidad”, que yo llamo degeneración (...) 
El marxismo lo entiendo como un método científico [materialismo dialéctico] para el conocimiento del mundo, que es al tiempo metacientífico: analiza las raíces sociales, las relaciones de poder, que constituyen la propia ciencia; en ese sentido podría decirse también que es alter-científico (otra forma de hacer ciencia). Además, o por ello mismo, a diferencia de otros métodos y teorías científicas, comporta una praxis, es decir, un compromiso con lo que se conoce, en orden a transformarlo en el camino de la emancipación humana. Es decir, la razón de ser del marxismo es enfrentar siempre cualesquiera relaciones de explotación, dominación-sumisión, opresión y marginación que tengan lugar entre seres humanos, tanto en sus expresiones individuales como colectivas. Incluyendo aquellas que se dan en nombre del propio marxismo. No quiero dejar de citar aquí la explotación y dominación estructural de los hombres sobre las mujeres, por ejemplo.
Por eso el punto de entrada del marxismo para el conocimiento del mundo es la relación de clase o relación en la que unos seres humanos se aprovechan del trabajo de otros y/o usurpan sus oportunidades de vida. Aquí subyace para aquél el núcleo explicativo de las sociedades"  
 
 

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