Esta entrevista es parte del libro de próxima aparición: Noam Chomsky y C.J. Polychroniou, Optimism Over Despair: On Capitalism, Empire, and Social Change, Haymarket Books, https://www.haymarketbooks.org/books/997-optimism-over-despair
Copyright 2016 Noam Chomsky y C.J. Polychroniou, y Truthout Traducido con su permiso.
Enlace al artículo original: http://www.truth-out.org/opinion/item/38360-trump-in-the-white-house-an-interview-with-noam-chomsky
Ese día la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó un informe en la conferencia internacional sobre cambio climático de Marruecos (COP22), que fue solicitado para hacer avanzar el acuerdo de París de la COP21. La OMM informó que los últimos cinco años fueron los más cálidos de los que se tenga registro. Detalló el aumento del nivel del mar, que pronto crecerá como consecuencia de la inesperada rapidez del derretimiento de la capa de hielo polar, principalmente de los enormes glaciares antárticos. Ya en estos momentos el hielo del océano Ártico de los últimos cinco años es un 28 % inferior al promedio de los 29 años anteriores, lo que no solo eleva el nivel del mar, sino que también reduce el efecto de enfriamiento que produce el reflejo en el casquete polar de los rayos solares, lo que acelera los efectos nefastos del calentamiento global. La OMM señaló además que las temperaturas se acercan peligrosamente a la meta establecida por la COP21, junto con otros informes y pronósticos alarmantes.
Otro suceso ocurrió el 8 de noviembre, que también puede llegar a tener una inusitada importancia histórica por razones que, otra vez, pasaron casi inadvertidas.
Dejando a un lado la última parte, el resto no está en discusión. Esa última parte puede resultar disparatada, hasta escandalosa. Pero ¿en verdad lo es? Los hechos sugieren lo contrario. El partido está dedicado a apresurar tan rápido como sea posible la destrucción de la vida humana organizada. No existen precedentes históricos para esa postura.
¿Es una exageración? Tengamos en cuenta lo que hemos presenciado.
Durante las primarias republicanas todos los candidatos negaron que esté pasando lo que está pasando, con la excepción de sensatos moderados como Jeb Bush, que dijo que hay problemas, pero que no tenemos que hacer nada porque estamos produciendo más gas natural, gracias al fracking . O como John Kasich, que estuvo de acuerdo en que el calentamiento global es una realidad, pero agregó que «vamos a quemar carbón en Ohio y no vamos a pedir disculpas por ello».
El candidato ganador, ahora presidente electo, ha llamado a aumentar rápidamente el uso de combustibles fósiles, incluyendo el carbón; eliminar regulaciones, retirar la ayuda a países en desarrollo que busquen generar energías sostenibles y, en general, correr a toda prisa hacia el precipicio.
Trump ya ha tomado medidas para desmantelar la Agencia de Protección Ambiental (EPA) al poner a cargo de la transición a un conspicuo (y orgulloso) negacionista del cambio climático, Myron Ebell. El principal asesor de Trump en energía, el multimillonario ejecutivo del petróleo Harold Hamm, anunció sus predecibles expectativas: eliminación de regulaciones, recortes fiscales para la industria (y para los ricos y el sector empresario en general), mayor producción de hidrocarburos, levantamiento del veto temporario de Obama al oleoducto de Dakota Access. El mercado reaccionó con rapidez. Las acciones de las empresas de energía se dispararon, incluyendo a la minera carbonífera más grande del mundo, Peabody Energy, que se había declarado en quiebra, pero que después de la victoria de Trump registró un alza del 50 %.
Las consecuencias del negacionismo republicano ya se habían hecho sentir. Había esperanzas de que el acuerdo de París de la COP21 condujera a un tratado verificable, pero se abandonaron porque el Congreso republicano no aceptaría ningún compromiso vinculante, por lo que solo surgió un acuerdo voluntario, evidentemente mucho más débil.
Esas consecuencias podrían empezar a vivirse con mayor intensidad muy pronto. Solo en Bangladesh se espera que decenas de millones de personas se vean forzadas a escapar de las tierras bajas en los próximos años debido al ascenso del nivel del mar y a condiciones climáticas más graves, lo que generará una crisis migratoria que hará palidecer a la actual. Con bastante justicia el climatólogo más destacado de Bangladesh dice que «estos migrantes deberían tener el derecho de mudarse a los países de donde provienen las emisiones de gases de invernadero. Millones deberían poder ir a los Estados Unidos». Y hacia las otras naciones que aumentaron sus riquezas mientras originaban una nueva era geológica, el Antropoceno, caracterizada por una transformación radical del medio ambiente a manos del ser humano. Estas consecuencias catastróficas no harán más que aumentar, no solo en Bangladesh, sino también en todo el sur de Asia, a medida que las temperaturas, ya de por sí intolerables para los pobres, crezcan inexorablemente y se derritan los glaciares himalayos, lo que pondrá en peligro todas las reservas de agua. En estos momentos en India unos 300 millones de personas carecen de acceso al agua potable. Y las repercusiones tendrán un alcance mucho mayor.
Es difícil encontrar las palabras que den una dimensión exacta al hecho de que los humanos están enfrentando la pregunta más importante en su historia, que es si la vida humana organizada sobrevivirá como algo parecido a lo que conocemos, cuando la respuesta es acelerar la carrera al desastre.
Observaciones similares se pueden hacer de otros de los grandes temas concernientes a la supervivencia humana: la amenaza de la destrucción nuclear, que ha estado presente desde hace 70 años y que ahora está en aumento.
No es menos difícil encontrar palabras para explicar el hecho tan sorprendente de que en la enorme cobertura informativa del gran espectáculo electoral nada de esto recibió más que simples menciones. Al menos a mí me cuesta encontrar las palabras adecuadas"
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