"Ante el cuestionable tratamiento mediático de las izquierdas
latinoamericanas por los medios de comunicación franceses, un conjunto
de investigadores y especialistas de esta región ha deseado rectificar
en esta tribuna algunas contra-verdades.
En nuestra calidad de
investigadores y especialistas en América Latina, la presencia de esta
región en la campaña electoral francesa hubiera debido ser motivo de
regocijo. Sin embargo, observamos con inquietud el tratamiento mediático
del que es objeto. Después de algunas referencias humorísticas a la insularidad
de la Guayana, nos alertó el grado de desinformación que evidencian las
recientes polémicas, que van de la simplificación a interpretaciones
totalmente fantasiosas. Esto nos preocupa aun más pues constatamos que
grandes periódicos nacionales movilizan a figuras políticas complejas de
la historia reciente para alimentar una confusión ya presente en las
izquierdas radicales y el autoritarismo, como por ejemplo el titular
sensacionalista del diario “Le Figaro”: “Castro, Chavez… Melenchon, ¿el apóstol de los dictadores revolucionarios?”.
No podemos dejar de interrogarnos: ¿se trata sólo de provocar el terror
de un auditorio de electores indecisos? En efecto, numerosos medios de
comunicación parecen no retener del balance de las izquierdas
latinoamericanas sino los elementos que pueden contribuir a presentarlos
como un espantapájaros, con el objeto de restar credibilidad a los
movimientos políticos que se inspiran parcialmente de ellos.
Ante temas complejos y con frecuencia desconocidos, ciertos medios de
comunicación tienen tendencia a tomar libertades con la historia y las
realidades sociales contemporáneas de la región. Incluso en los medios
de comunicación del servicio público, en particular el canal de
televisión France 2, por ejemplo, en un reportaje de 2012 sobre la
reelección de Hugo Chávez, lleno de errores groseros y de juicios, o más
recientemente, en mayo de 2016, con la intervención de François Lenglet
en el programa “ Des paroles et des actes” (Palabras y actos),
donde acusa infundadamente de corrupción al presidente Evo Morales. Más
allá de las imprecisiones factuales, constatamos una falta de interés
generalizada en una comprensión real de las transformaciones sociales y
políticas.
Algunos periodistas conocen a fondo los asuntos
latinoamericanos contemporáneos y acuden a expertos capaces de proponer
análisis muy agudos, en particular en el caso de la crisis política,
económica y social de Venezuela. Pero frecuentemente los comentaristas
más influyentes transmiten una visión fragmentada y estereotipada de la
situación. “¿ Venezuela? ¡Fácil! ¡Mucho petróleo, presidentes
autoritarios que monopolizan la televisión, una alimentación racionada y
manifestaciones !”
El análisis de las causas estructurales
y a largo plazo resulta obviamente menos atractivo para comprender las
realidades económicas, sociales y políticas contemporáneas. Pese a su
carácter fundamental, no se trata el tema de la inserción de los países
latinoamericanos en la división internacional del trabajo y los
“intercambios desiguales”. Sin embargo, uno de los principales factores
de las economías de estos países reside justamente en el hecho de que
dependen en gran parte de la exportación de materias primas y que la
volatilidad de los precios de éstas tienen repercusiones inmediatas en
las tasas de cambio y los mercados financieros nacionales. En la esfera
académica, lo que ha sido teorizado como el “síndrome holandés” o “la
maldición de los recursos naturales” (a largo plazo, los resultados
económicos de un país son inversamente proporcionales a la amplitud de
sus recursos naturales), parece ser desconocido por análisis
periodístico que se pretenden científicos y objetivos (...)
Los gobiernos que precedieron a la “ola de las izquierdas”
latinoamericanas llevaron a sus respectivos países a crisis económicas,
sociales y políticas inéditas. Son embargo, ante políticas autoritarias y
resultados económicos catastróficos, las opciones de estos dirigentes
rara vez fueron cuestionadas por los discursos mediáticos franceses,
como si la sumisión a las reglas del FMI garantizara la buena conducta
para los “países periféricos”.
Evidentemente, los gobiernos de
las nuevas izquierdas no disfrutaron de la misma indulgencia mediática.
Sin embargo, sus progresos sociales y democráticos son numerosos. Las
derivas y los fracasos son suficientemente conocidos y comentados en
Francia para que no sea preciso citarlos (...)
Estos movimientos políticos se originaron en las movilizaciones sociales
de las décadas de 1990 y del 2000, y se estructuraron en torno a los
sindicatos, a grupos de militantes por los derechos de los pueblos
indígenas, colectivos y asociaciones de barrio, de defensa del ambiente o
feministas. En el escenario político, se caracterizan por la voluntad
de situarse entre la social-democracia y la izquierda radical. Las
prácticas de desintermediación del acceso a la política institucional
deberían permitir la reapropiación de lo político y la ampliación de la
participación. En este sentido, las reformas constitucionales
permitieron la introducción de referendos revocatorios en Venezuela o en
Bolivia y en Ecuador la constitucionalización del buen vivir (...)
En el plan social, las extremas desigualdades del continente no son
lamentablemente recientes ni imputables a los gobiernos de izquierda. A
través de diferentes estrategias y sin lograr liberarse de la renta
producto de la exportación de materias primas, las políticas públicas de
estos países han concentrado sus esfuerzos en reducir la fractura
social. A pesar de la crisis económica, los años 2000 permitieron a más
de 30 millones de brasileños superar la pobreza. En Bolivia, la
proporción de la población que vivía en condiciones de pobreza crítica
pasó de 66,4% en el año 2000 a 38,9% en 2015, mientras en Ecuador pasó
de 44,6% en 2004 a 22,5% en 2014. En Venezuela, el índice de
escolarización a nivel secundario pasó de 47% en 1995 a 75% en 2007,
mientras el coeficiente de Gini [1] pasó de 0,435 à 0,402 y que millares
de viviendas fueron construidas. Bajo las presidencias de Kirchner
(2003-2015), Argentina inició un proceso de reconstrucción de los
fundamentos del Estado social a través de la instauración de un subsidio
universal para los niños, de pensiones de jubilación para todos y de la
garantía de gratuidad de los sectores públicos (salud, educación) (...)
Así se ha elaborado la ignorancia de las evoluciones democráticas y
políticas que atraviesan las sociedades latinoamericanas. Más allá de
políticas gubernamentales, observar a América Latina sólo a través de la
oportuna denuncia de derivas chavistas o castristas y de un
“miserabilismo” condescendiente contribuye a mantener representaciones
eurocentristas que niegan toda fuerza original, creadora y liberadora a
sociedades particularmente innovadoras en el plano socio-político y
regularmente agitadas por movilizaciones colectivas
Estas
últimas, como todos los movimientos de organización colectiva “de base”,
son poco citadas en los medios de comunicación dominantes, aunque
representan hoy en día uno de los fenómenos políticos más interesantes"
No hay comentarios:
Publicar un comentario