Vicenç Navarro:
"La mujer española cubre las enormes insuficiencias del Estado
del Bienestar español, con un coste humano enorme. La mujer española
tiene tres veces más enfermedades debido al estrés que el hombre. Tiene también un coste social elevado, pues la sobrecarga de la mujer explica que España tenga una de las fertilidades (número de niños por mujer fértil) más bajas del mundo.
La mujer española cuida (dentro de la familia) a los infantes, a los
jóvenes (que viven en casa de los padres hasta los 29 años como
promedio), a sus parejas y a los ancianos, y, además, el 53% trabaja
también en el mercado laboral. Ser mujer en España es ser un ser
humano estresado por tantas responsabilidades, y con escasísima
(prácticamente nula) ayuda por parte del Estado.
Y todo ello ocurre en una sociedad que se define como “muy pro
familiar” en la que la familia es supuestamente el centro de la
sociedad. La hipocresía de la estructura de poder dominada por los
hombres (responsable del subdesarrollo del Estado del Bienestar, como
mostré en mi artículo anterior) aparece, entre otros muchos casos, en
la narrativa oficial del país, que se presenta como “muy pro familiar”
que contrasta con el nulo apoyo a la familia por parte del Estado, cuyas políticas públicas aquellas estructuras de poder determinan. El
poder de clase y el poder del hombre (el género dominante en las
estructuras del poder del Estado) explican la enorme pobreza de los
servicios de ayuda a las familias (y en España, cuando decimos familia,
decimos mujer). Y este subdesarrollo de estos servicios hace un daño
tremendo a la mujer y a toda la sociedad (...)
Otro servicio de una enorme importancia para ayudar a las
familias (y por lo tanto a la mujer) son las escuelas de infancia, un
servicio muy poco desarrollado en España, y ello a pesar de la gran
evidencia existente en la literatura científica que muestra que la
inversión pública en las escuelas de infancia en un país es una de las
inversiones más importantes que puede hacer un Estado, ya que el
desarrollo emocional, psicológico e intelectual de un infante es
esencial para el futuro de un país. Y tal desarrollo requiere
de una interacción y socialización con otros seres humanos (además de
las madres y los padres) desde una edad muy temprana (...)
Una de estas intervenciones es la
de establecer servicios de apoyo a las mujeres que les permitan
compaginar sus responsabilidades familiares con su proyecto profesional.
La otra intervención pública consiste en facilitar una revolución cultural, socializando al hombre en la corresponsabilización de las obligaciones familiares. Y la tercera intervención es facilitar la independización de los hijos e hijas de sus padres,
dejando el hogar familiar a edades más tempranas que ahora. No es bueno
para una sociedad que los hijos e hijas vivan con los padres hasta que
tienen 29 años como promedio. No deberían sobrepasar los 18 años. Eso
requiere toda una serie de intervenciones que faciliten su emancipación.
Debe establecerse el 4º pilar del bienestar: ¿qué es este pilar?
Está claro que la liberación de la mujer es una exigencia para el
bienestar de toda la sociedad, hecho poco apercibido por las clases
dominantes en España (...)
De ahí que facilitar esta integración de la mujer en el mercado de trabajo sea una exigencia humana y también económica.
Y esto es lo que vieron los gobiernos suecos ya en los años sesenta.
Tuve el enorme privilegio entonces de conocer a Alva Myrdal, que con su
esposo, Gunnar Myrdal (más tarde Premio Nóbel de Economía),
establecieron las bases de las políticas familiares en Suecia. Ya en los
años cincuenta, el gobierno sueco era consciente que en un futuro
próximo faltarían personas para ocupar los puestos de trabajo (...)
De ahí que Suecia tenga el porcentaje mayor de mujeres en el mercado de trabajo, y España tenga uno de los porcentajes menores. Una
condición para la integración de la mujer en el mercado laboral es
facilitar su integración estableciendo unos servicios de ayuda a las
familias, como escuelas de infancia y servicios domiciliarios para las
personas con dependencias (tal como hicieron en Suecia), lo que se
conoce en España como el 4º pilar del bienestar. Tales servicios están muy poco desarrollados en España"
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