Pascual Serrano:
"¿Se han parado a pensar cuántas de las cosas que decíamos, publicábamos o defendíamos hace veinte años ahora serían motivo de banquillo judicial? Si hasta un chaval tuvo que pagar una multa por hacer un montaje con su cara y la de Jesucristo, cuando hace treinta años eso formaba parte del puritanismo de Jesucristo Superstar.
Hoy estaría en prisión Ivá con su Makinavaja, todos los músicos de La Polla Records por las letras de sus canciones, Albert Camus por apología del terrorismo en su novela Los Justos, la Bruja Avería por atentar contra el honor de las multinacionales y Asterix por sedición. El argumento de Crimen y castigo, de Dostoievski, o el de la película Monsieur Verdoux, de Chaplin, sería enaltecimiento del asesinato. Y La vida de Brian sería sin duda, un delito contra los sentimientos religiosos. A este paso hasta Quino podría haber sido acusado de rebelión por las frases de Mafalda"
Pedro Oliver, profesor de Historia Contemporánea en la UCLM:
"Imposible dar una solución definitiva meramente técnica a lo que es una dinámica histórica puramente política y de lucha por la hegemonía.
Podría, no obstante, reducirse algo ese riesgo si al menos se empezara por detectar en la codificación todos los viejos demonios que nuestra historia ha ido poniendo en la definición de delitos como el de rebelión, sedición o terrorismo. Pero no sólo no se adelanta nada en ese camino. Se retrocede. El PSOE, ahora tan beligerante echando mano de significantes groseros, una beligerancia a todas luces teatralizada que deja al PSC otra vez descolocado como posible agente mediador, es el mejor ejemplo de la regresión, la que está forzando de manera extremista el partido nacionalpunitista por excelencia, Ciudadanos. Y de todo ello parece que están tomando buena nota en Europa, lo que provoca en España reacciones ridículas y desesperadas, hasta el punto de que ya muchos empiezan a ver a Rivera como un ultra. Desde Bélgica también llegan varios soplamocos de velada profundidad y, acto seguido, el Tribunal Supremo habla de ausencia de compromiso de la justicia belga con la justicia española. ¿No habrá quien les diga en serio que lo que en verdad hay prácticamente en toda Europa es una clamorosa falta de confianza en la justicia española? La española, y no sólo por los bajos instintos que el independentismo le ha hecho florecer, es vista en Europa como una justicia sesgada ideológicamente, que abusa de la prisión provisional y no ofrece verdaderas garantías de respeto a los más elementales derechos humanos.
Hay rechazos formales, como el de la euroorden, que son reproches morales por lo bajini. Esa imagen cutre y cruel del sistema de control punitivo español se ha agigantado con la imborrable huella de la brutalidad policial contra la gente que quería votar el 1-O, todo lo cual juega a favor del catalanismo. Lo recordaba recientemente alguien tan poco sospechoso de nacionalismo emocional e irreflexivo como el historiador Álvarez Junco. Así se explica en gran medida que el independentismo vaya ganando crédito internacional. No será fácil disipar el relato de la represión española contra el derecho a decidir de Cataluña, ni siquiera con la ayuda del zorocotrismo de los tuits del president Torra, ni por muchas giras europeas que organicen Pedro Sánchez y Albert Rivera para hablar de un supremacismo que suena forzado, evidentemente Torra no representa el talante de más de dos millones de independentistas. Por ahí fuera nos estarán viendo como suele verse a la gente que se enfurruña, como gente desmesurada, tan enfadada que pierde la capacidad de ver lo exageradas que suenan fuera de nuestras fronteras las tipificaciones penales españolas, con delitos que evocan tiempos predemocráticos y peticiones de cárcel de hasta 30 años por actuaciones que en el peor de los casos serían quizá mera desobediencia, delitos en todo caso no punibles con penas privativas de libertad. En fin. ¿En vez de modernizar el delito de rebelión, señor Sánchez, no será mejor que un partido de izquierda promueva la modernización del ya viejo derecho de autodeterminación tomando como referencia las experiencias canadiense y escocesa?
Costará lo que tenga que costar, aunque es inaceptable que se genere miedo y dolor por ello, y estaremos aún lejos de que la mayoría social en España llegue a aceptar la realidad de una España que es inexplicable e inviable sin que se escuchen y se regulen las demandas del derecho a decidir. Se trata de un viejísimo conflicto irresuelto y ahora agravado que no necesita ni jueces ni penalistas (esos que se invisten de exclusividad intelectual para modular propuestas de castigo y terciar de manera parcial en análisis de conflictos cuyas raíces y soluciones han de ser enfocadas como sociológicas, culturales y políticas, no criminológicas). Hace falta gente dialogante. Para que, incluso sin tener que irnos más allá de los Pirineos, podamos descubrirnos esa especie de brazo tonto de la ley que nos ha salido a los españoles, un nacionalpunitivismo bruto y peligroso, nos hará falta más generosidad y sobre todo más empatía, otra de las llaves de la inteligencia"
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