“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


viernes, 18 de mayo de 2018

La guerra nuclear oculta de Trump


La guerra nuclear oculta de Trump se llama Reserva Federal, lo mismo que la de Obama y, antes de la crisis de 2008, la de los Clinton o los Bush. Solo que como conviene al personaje, la próxima vez el agujero y el desastre superarán con creces lo visto hasta ahora, porque los Bancos Centrales cómplices no detendrán nunca la nuclearidad de las finanzas hasta lograr remedar un nuevo 29. Y que el conflicto bélico mundial vuelva a rescatar económicamente  a un mundo de dudosos supervivientes.
 

Nomi Prins es colaboradora de TomDispatch. Su nuevo libro, Colusión: cómo los banqueros centrales amañaron el mundo (Nation Books), acaba de ser publicado en Estados Unidos. Fue ejecutiva en Wall Street:
 
"Estoy hablando de la Reserva Federal [conocida en Estados Unidos como la Fed].
Como banco central de los Estados Unidos, la Reserva configura la política financiera de la economía global manipulando el nivel de los tipos de interés. Aunque esto afecta a todo el mundo, muy pocos entienden el alcance de su influencia (...) 
Hemos llegado a un punto crucial: ningún presidente desde Woodrow Wilson (durante cuya administración fue creada la Reserva Federal) habrá nombrado a tantos consejeros de la Reserva como Donald Trump (...) 
Si Clarida es aceptado, se unirá al Presidente de la Reserva designado por Trump, Jerome Powell, y al próximo responsable del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, John C. Williams. La Reserva de Nueva York normalmente funciona como una sola mente con Wall Street y como parte del trío más poderoso de esta entidad (...) 
No sorprende que Wall Street haya recibido con los brazos abiertos a la nueva plantilla de Trump para la Reserva, ya que sus miembros están predispuestos a relajar las restricciones a entidades financieras de toda clase (...)
Mientras Trump pone las cosas a su favor, den por hecho un impacto económico que se sentirá en los próximos años y podrá dejar el mundo devastado. Pero pueden estar seguros: si la Reserva puede ayudar a Trump a mantener la bolsa alta durante un tiempo con dinero fácil para la especulación de Wall Street y el dólar competitivo para una guerra comercial, lo hará.
La historia nos advierte
En tiempos en que la desigualdad, las dificultades económicas y las deudas personales e hipotecarias se incrementan y los sueldos no, ¿por qué todo esto nos debería importar a los demás? La respuesta es muy simple: porque la Reserva establece los tipos de interés, y por tanto el precio del dinero. Esto afecta, a su vez, indirectamente al valor del dólar; es decir, todo lo que compran.
Desde la crisis financiera, la Reserva ha mantenido el interés del dinero que prestaba a los bancos a casi el cero por ciento. Esto permitía a esos bancos pedir dinero para comprar sus propias acciones (como hacían muchas empresas) para inflar su valor, pero no el valor de su servicio a la economía real, por supuesto.
Cuando el dinero es fácil porque los tipos de interés son bajos o casi nulos, se benefician quienes tienen un acceso más directo a él. Por supuesto, esto significa que los grandes bancos, miembros de la Reserva desde sus inicios, consiguen los pedazos más grandes del dinero fabricado y pagan las menores tasas por ello (...)
Dinero fácil significa especulación fácil para Wall Street y sus principales clientes corporativos, lo que antes o después será una amenaza para el resto de nosotros.
Debe parecer que la época de las guerras comerciales, los mercados a la alza y los errores de Trump ha durado eternamente. En todo caso, no olvide que hubo un momento hace no mucho en el que las mismas políticas bancarias causaban agitación, rompían el país y devoraban la economía de tantos. Merece la pena tomarse un momento para recordar lo que ocurrió durante el Gran Desastre de 2008, cuando los grandes bancos libres de restricciones devastaron la economía antes de ser rescatados. En medio de la euforia actual del mercado, es un pasado fácil de ignorar. Por eso la toma de la Reserva por parte de Trump y su impacto en el sistema financiero es tan importante (...)
Tras la bancarrota de Lehman, la Reserva Federal y el Congreso ofrecieron, fundamentalmente a los grandes bancos de Wall Street, dieciséis billones de dólares en rescate y otros subsidios. Esta inyección de dinero les permitió salir del borde del colapso financiero. Al mismo tiempo, engrasó la bolsa y el mercado de deuda, tan desconectados de la realidad económica como el globo de El mago de Oz.
Después de casi triplicarse con respecto a la crisis post-financiera de la primavera de 2009, el año pasado el Promedio Industrial Dow Jones ascendió mágicamente de nuevo a casi el 24%. ¿Por qué? Porque a pesar de toda su campaña sobre “drenar el pantano” [frase que Trump usó en campaña como promesa de que atacaría a la élite de Washington], Trump adoptó exactamente la misma actitud de mimar a los bancos que el Presidente Obama. Defendió la política de dinero fácil de la Reserva y contrató a Steve Mnuchin, un antiguo compañero de Goldman Sachs y amigo especial de Wall Street, como secretario del Tesoro. Apostó por incentivar la malversación y el fraude que había al fomentar la desregulación de los bancos, como si la codicia y tendencia al riesgo de Wall Street se hubieran desvanecido.
Señales inminentes de crisis
Entrados en 2018, las sombras de 2008 ya comienzan a aparecer. Hace sólo dos meses, el Dow registró su peor descenso por día en toda su historia, antes de repuntar con fuerza. Entretanto, el país cuyos bancos causaron la última crisis se enfrenta a niveles récord de deudas de los consumidores y las empresas, y un paisaje geopolítico global vulnerable (...)
Igual que antes de la crisis financiera de 2008, hay un terrible nivel de confianza entre los políticos y los supervisores en que ni la economía ni el sector bancario tienen posibilidad de hundirse. Incluso el nuevo presidente de la Reserva Federal ve la posible necesidad de rescates como una reliquia de tiempos pasados (...)
Cuando una crisis golpea, la liquidez muere y los bancos cierran sus puertas al público. A la larga, usar la misma fórmula para la crisis hará volver arrastrándose a los ejecutivos de Wall Street al gobierno por ayudas, y entonces Donad Trump sabrá de verdad lo que es la negligencia financiera (...) 
Fue a mediados de mayo de 2015, cerca de un año después de que se hubiera publicado mi libro “Todos los banqueros del presidente” [sin traducción publicada], cuando recibí un correo electrónico de la Reserva Federal. Cada año, la Reserva, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial imparten una conferencia en la que se reúnen las mayores élites de los bancos centrales (...)
Dos meses más tarde, me vi sentada frente a una sala llena de banqueros de todo el mundo, escuchando a Janet Yellen, la presidenta de la Reserva, afirmando que lo peor de la crisis y sus causas ya había pasado. En respuesta, lo primero que pregunté a esa célebre multitud fue: “¿Queréis saber por qué los grandes bancos de Wall Street no ayudan a la economía real tanto como podrían?” La sala estaba en silencio. Hice una pausa antes de responder: “Porque nunca les habéis obligado”.
Añadí: “Los seis mayores bancos de Estados Unidos han sido recompensados por su peligroso comportamiento con una línea interminable de crédito fácil en rescates y préstamos. Se les ha dado pleno acceso a esos fondos sin consecuencias mayores, y sin normas que seguir a la hora de usar la generosidad de la Reserva para mejorar la economía real. ¿Por qué deberíais esperar su altruismo?”
Después de volver a casa, me obsesioné con destapar precisamente que los rescates y los préstamos de entonces eran sólo la punta del iceberg —la clase de iceberg que derribó el Titanic—; que ese dinero barato fabricado para Wall Street no había sido un caso aislado en EEUU.
Lo que la investigación de mi nuevo libro —“Colusión: cómo los banqueros centrales amañaron el mundo” [sin traducción publicada]— reveló fue cómo los bancos centrales y las entidades financieras han trabajado juntas para manipular los mercados globales durante la década anterior. Los principales bancos centrales se dieron a sí mismos un cheque en blanco con el cual resucitar a bancos sin solución, comprar bonos del Estado, hipotecarios y corporativos, y en algunos casos —como en Japón o en Suiza— acciones. No han tenido que explicar al público a dónde iban esos fondos o por qué. En vez de eso, sus políticas han inflado burbujas de activos, mientras miman a bancos privados y empresas bajo el disfraz de ayudar a la economía real.
Las políticas de bancos centrales de tipos cero y de compra de bonos, que se imponen en EE UU, Europa y Japón, han sido parte de un esfuerzo coordinado que ha cubierto la potencial inestabilidad financiera en los países más grandes y en los bancos privados. A su vez, ha creado burbujas de activos que podrían estallar en una crisis aún más grande la próxima vez.
Así que hoy estamos cerca —cómo de cerca es algo que aún no sabemos— del filo de un peligroso precipicio financiero. Los riesgos planteados por los mayores bancos privados aún están ahí, sólo que ahora son todavía más grandes de lo que eran en 2008, y en un escenario de mayor deuda. En los EE UU de Donald Trump, esto significa que hoy se están fomentando las mismas políticas arriesgadas. La diferencia es que el presidente está nombrando miembros de la Reserva que sólo aumentarán el peligro de estos riesgos en los próximos años (...)
La peor herencia que deje el residente Trump podría ser una crisis económica. Trump —y la Reserva que está ayudando a crear— no sólo no está prestando atención a las alarmas que suenan (ignoradas también por la última reiteración de la Reserva), sino que se ha asegurado de que ninguno de sus designados tampoco lo hará.
Cuando los políticos y los supervisores se duermen al volante, seremos el resto de nosotros quien lo sufra tarde o temprano. Porque la complicidad que ha seguido y sigue entre los principales bancos centrales del mundo es ahora un problema internacional"

http://rebelion.org/noticia.php?id=241627
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario