Con una precisión: aunque dentro de los márgenes del sistema, Ada Colau ha tratado de poner arena en las ruedas del sistema inmobiliario y desahuciador, y políticas sociales de amortiguación en Barcelona, en lugar de dedicarse a megaproyectos urbanísticos del capital, e incluso exonerar a los bancos como hizo Carmena. La prueba es que fue a ella y Errejón a los que escracheó la PAH, esa de la que procede la propia Colau. Distinción de grado en lo que concierne a esa sensibilidad social, al menos. Otra cosa es que la progresía acomodada en Barcelona se haya volcado hacia ERC por el tema nacional, y una dosis de abstención en barrios obreros hayan jugado contra Colau por muy pocos miles de votos, teniendo a la contra tanto a los del 155 como a independentistas. Todo lo cual no altera lo esencial del núcleo crítico del artículo.
Ignacio Aiestarán:
"1- La abstención en las elecciones ha sido más pronunciada en los barrios donde habita la clase trabajadora y desposeída, mientras aumentaba la participación en los barrios de clase alta. En zonas como Puente de Vallecas la abstención de algunas manzanas o cuadras llegó a superar el 50%. Esta pauta se ha repetido en muchos municipios, no solo en los grandes núcleos urbanos. El municipalismo ha sido incapaz de hacer frente incluso a la realidad de sus propios municipios y eso por no hablar de que es una herramienta limitadísima para las grandes estructuras del capital. Solo hay que recordar que el 2018 fue el año de más desahucios en España, según denunciaba la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. El distanciamiento entre los denominados ayuntamientos del cambio y la clase más desfavorecida ha ido incrementándose, pese a la saturación mediática de ciertas alcaldías que aparecen constantemente en las grandes cadenas de televisión. Los barrios silenciosos, sin embargo, han mantenido su propio criterio, sin dejarse impresionar por el ruido informativo y propagandístico. En este campo existe una crisis de representación política notable, que se intenta ocultar con una huida hacia adelante.
2- El ascenso de la (extrema) derecha, como en el caso de Vox, hay que evaluarlo en su medida. No hay que sobredimensionarlo, ni banalizarlo. Sobredimensionarlo lleva a hacer campañas del miedo, que luego son aprovechadas para cualquier cosa, como ocurrió ya en Francia al tener que elegir entre “Macron o Le Pen”. Banalizarlo lleva a no percatarse de la revolución conservadora en curso y del potencial que supone esta para presionar en medios e instituciones, aun siendo porcentualmente minoritaria. Hay otro riesgo también y ha sido usar a Vox para blanquear al resto de la (extrema) derecha. Si de algo ha servido Vox es para hacer manifiesto el entramado de ese tipo de ideología del nacionalismo español en las fuerzas armadas, en las fuerzas policiales, en el empresariado, en el periodismo, en la universidad, en la iglesia y en otras instancias. La (extrema) derecha siempre ha estado ahí. Por otro lado, conviene puntualizar que la derecha siempre es extrema, si se la deja actuar. La disposición que ha mostrado el resto de la derecha para pactar con Vox pone de manifiesto que toda ella es extrema, frente a la pusilanimidad de la progresía que no quiere creérselo o trata de edulcorarla. Asimismo, conviene señalar que el éxito del ideario de la (extrema) derecha no se debe tanto a lo acertado de sus propuestas, sino a algo más material: a la reproducción continua de sus ideas y líderes en los medios de comunicación hegemónicos.
3- Hay más vida que Madrid y Barcelona. Ahí está el caso de Zamora, cuya política y resultado electoral han sido ninguneados en muchos medios de comunicación. El foco mediático y político parece centrarse en gran medida en hablar una y otra vez de Madrid y Barcelona. El mapa no es el territorio y el mapa de las grandes ciudades lo es mucho menos. Sin negar la importancia que puedan tener esos dos núcleos urbanos, ambas localidades no constituyen el mapa completo de la situación política, cosa que se obvia con los resultados que luego son visibles en tantos sitios. Ese centralismo de noticias e iniciativas alcanza momentos ridículos, como cuando en las redes digitales anuncios promocionados de candidaturas electorales de Madrid han llegado a votantes que se encuentran en circunscripciones que están a centenares de kilómetros, sin posibilidad alguna de que se las pudiera votar siquiera. Por otro lado, también hay que destacar la escasa atención que se presta a quienes viven en pueblos y la neta separación entre mundo rural y mundo urbano, que todavía se percibe en tantos análisis informativos y partidistas. El sesgo que presentan la sociología, la politología y el periodismo en este tipo de temas y sectores sociales sigue siendo elevado y decepcionante.
4- La deuda se ha convertido en el caballo de Troya del liberalismo y del capital. Hace unos pocos años todavía se hablaba de hacer auditorías de la deuda pública y de no pagar la que fuera injusta. Hoy ya ni eso. A izquierda y a derecha se ha aceptado y normalizado la coacción de una deuda ilegítima y despótica, sin examinar su origen, ni atender a los ciclos y coyunturas. Si bien el endeudamiento es un indicador a vigilar, la forma arbitraria en la que se ha impuesto, por medio de organismos como el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, solo supone un chantaje a las familias de la clase trabajadora desposeída y a los Estados. Los llamados gobiernos del “cambio”, no obstante, se han convertido en los primeros gestores liberales de la deuda. Por poner solo un ejemplo: la legislatura del gobierno navarro del “cambio” ha presumido de haber reducido la deuda de su hacienda en una horquilla de entre 100 y 200 millones de euros en cuatro años, mientras que a la vez subía los impuestos a las rentas del trabajo y dejaba sin recaudar 5.700 millones de euros que deben las empresas de sus declaraciones fiscales de años anteriores, pues disponen de hasta quince años para hacerlo, aunque tengan beneficios. El negocio redondo para la patronal y el capital. Con esa cantidad de millones se hubiera pagado de sobra la deuda pública existente, tanto la legítima como la ilegítima, pero no hay interés en ello, porque en realidad es la excusa perfecta para presionar constantemente a la clase del trabajo.
5- Los altos tribunales españoles constituyen un estamento reaccionario y corporativista en extremo. La arquitectura del Estado constituye un gran problema que nadie quiere abordar. El poder judicial no sirve de contrapeso en los intereses de clase y muestra reiteradamente una composición privilegiada con su propia ideología, acompañada en muchas ocasiones por la incomprensión que generan sus preferencias y decisiones volátiles. Baste recordar aquella decisión de los letrados del congreso español que pidieron que en un documento parlamentario se eliminaran las afirmaciones concernientes a las graves irregularidades en las que incurrió el Banco de España en el caso Bankia o la vacilación de las altas instancias judiciales españolas ante las cláusulas suelo, a pesar de que ya había dictámenes del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Eso por no hablar del sometimiento partidista del Consejo General del Poder Judicial o de la fiscalía del Estado. Casi nunca ocurre que una sentencia de los altos tribunales sirva de ruptura con la dinámica del capital y favorezca claramente a la clase desposeída.
6- El feminismo y el ecologismo no son suficientes palancas de transformación. En los momentos de mayor campaña contra el resurgimiento de la (extrema) derecha hubo quien repetía que “la tumba del fascismo será el feminismo”. Sin dudar de que el fascismo contenga una gran dosis de machismo, un lema semejante yerra el objetivo. El feminismo no es suficiente, como bien ha mostrado que el 8M sea fácilmente asimilable por los medios del capital y que una banquera como Ana Botín o la reina Letizia Ortiz puedan apuntarse al feminismo sin problemas. El ecologismo tampoco proporciona una base suficiente. Solo basta ver cómo se está promocionando desde los medios hegemónicos y las instituciones el discurso de Greta Thunberg, una retórica sentimental fácilmente manipulable que apela a “los países” o a “la responsabilidad de todos”, cuando sabemos que 100 empresas son las causantes del 70% del cambio climático de origen antropogénico. El ecologismo sigue siendo una cuestión de clases sociales.
7- El proceso catalán no constituye ninguna amenaza para la reestructuración del capital en el Régimen del 78. Si bien la demostración popular del 1 de octubre de 2017 tuvo connotaciones relevantes en el campo de la movilización, la radiografía de la situación actual se resume en el presidente Quim Torrá i Pla sentado en la 35ª reunión del Círculo de Economía dentro de un clima de estabilidad para el capital y sus empresas. El proceso catalán no consigue desprenderse de la sombra del capital, ni tiene visos de que ocurra en un largo tiempo. Aunque ahora se haya publicado que el IBEX 35 financia a entidades como Societat Civil Catalana (“BBV”, 250.000 euros; “SANT”, 200.000 euros; “CAIX”, 150.000 euros; “TEL”, 200.000 euros), ello no altera el hecho de que esa vía esté varada y neutralizada, a pesar de que cierto nacionalismo catalán (junto con el apoyo de cierto nacionalismo vasco) esté jugando la carta de la victimización debido a los procesos judiciales en curso.
8- La crisis del sindicalismo continúa siendo una rémora importante para hacer frente al capital y transformar la deriva de la situación actual. Todavía se recuerda al líder del sindicato UGT declarando en una entrevista que él quiere una organización “en la que estén cómodos los militantes del Partido Popular”. Los sindicatos son una pieza necesaria que debería haber servido de contrapeso al parlamentarismo y a la patronal, pero no han cumplido este papel durante años, especialmente los grandes sindicatos. Las formas de nuevo sindicalismo o de sindicalismo más alternativo tampoco presentan una dirección coherente, como ha ocurrido en el apoyo a organizaciones que dejaban espacio al proxenetismo en el campo de la explotación sexual. A veces se le llama sindicato a cualquier organización social o incluso a lobbies empresariales. A pesar de algunos logros parciales en el campo laboral, es desalentador ver el 1 de mayo como una fiesta del “día del trabajo”, con los sindicatos divididos, cada uno con su lema inocuo, bajo su bandera corporativa y sin ánimo de que sea el día de la unidad internacional de la clase trabajadora.
9- El marco de la ideología atlántica euro-americana sigue sin cuestionarse. La uniformidad masiva, a izquierda y a derecha, que se asume en cuestiones de geopolítica resulta excesivamente alta, con una sumisión explícita a lo que digan Washington y sus agentes otanistas en la Unión Europea. La facilidad con la que se aceptan los planes de injerencia agresiva e imperialista en Venezuela o las medidas de Trump contra Huawei, por ejemplo, son una buena demostración de ello, igual que ocurre con otras grandes cuestiones de carácter estratégico. Sin negar los intereses que puedan tener potencias como Rusia y China, generalmente se hace seguidismo de la doctrina de Washington y de su Internacional del capital sin ninguna base crítica, ni ninguna perspectiva de emancipación global. A lo máximo que se aspira es a reírse del flequillo del presidente actual de los Estados Unidos o a comentar la última declaración extemporánea que pueda realizar este en una rueda de prensa. Mucho espectáculo y poca profundidad.
10- No cabe mentir más en torno al 15M. En su día ese movimiento pudo constituir una vía de exploración en el Régimen del 78, que es la forma de acumulación que adopta el capital con el Reino de España, pero hoy ya está totalmente desbordado. Toda la mitología de las plazas, la transversalidad y los cuidados ya no da más de sí. El Estado y el gran capital siguen ahí. El bipartidismo como eje central también. El ciclo político cambió hace mucho tiempo y solo quienes quieren vivir de una nostalgia privilegiada y demorarse en la izquierda exquisita de los unicornios puede seguir conformándose con un fósil mitómano. La Plataforma de Afectados por los Desahucios sigue haciendo su trabajo silencioso, un trabajo que deberían haber hecho otros agentes institucionales y políticos. Los suicidios por los desahucios también continúan. La política ha vuelto a ser reducida a democracia liberal y esta al juego normativo de la forma-partido en su conformación más conservadora. Lejos queda toda aquella diatriba sobre los procesos constituyentes, que nunca se la tomaron en serio quienes luego mencionaron el 15M para sostener sus formaciones políticas o chiringuitos activistas. El viejo topo de la historia material prosigue por otros derroteros (...)
Quien te explota te dice que eres libre. Quien se conforma con la explotación te dice que esto es lo que hay. Quien apoya la explotación te dice que no hay alternativa. Y quien aspira a ser siervo privilegiado en la explotación te dice que el cambio va despacio porque va lejos. La política se halla secuestrada por la democracia liberal del caos"
No hay comentarios:
Publicar un comentario