Brett Scott:
"El Banco Mundial estima que hay dos mil millones de adultos sin
cuenta bancaria, y aquellos que la tienen, frecuentemente se apoyan en
la flexibilidad informal del efectivo en sus transacciones diarias.
Estas personas están marcadas por ser incompatibles en el espacio de las
instituciones formales. Son poco beneficiosos para que los bancos
justifiquen el gasto de abrirles una cuenta bancaria. Esta es la
economía gris, invisible para el sistema.
La economía gris no es
sólo para la gente “pobre”. Somos cualquiera que no hayamos
interiorizado la narrativa formal del estado-corporación de normalidad, y
cualquiera que busque un estilo de vida fuera de la sociedad
mainstream. El futuro presentado por los gurús de la innovación
auto-creada no tiene sentido para la gente flexible, impredecible o
invisible, ya que son los representantes del atraso. El futuro es un
mundo de opciones de consumo interminables construido sobre una
uniformidad digital inevitable de reglas automatizadas, un matrix donde
no puedes existir ni pensar (...)
En las reuniones de los fintech en Londres, las excitantes visiones
de una sociedad sin efectivo ahora vienen acompañadas de la alerta de
que deberíamos pensar en el poder que les estamos dando a aquellos que
controlan el sistema. No sólo los intermediarios de pagos pueden ver
cada vez que pagas por el acceso a una web porno, sino que tienen la
capacidad de censurar tus transacciones, como en el caso en el que Visa,
PayPal o MasterCard trataron de ahogar WikiLeaks rechazando
procesar las donaciones de la gente. Podríamos imaginar escenarios
aberrantes de ciencia ficción donde un régimen teocrático escribe
decretos para que los procesadores de pagos bloqueen cualquiera que
trate de comprar un libro considerado sexualmente subversivo. Dichos
decretos podrían ser puestos en funcionamiento mediante un código, con
subprogramas que activen cierres de seguridad inteligentes para mantener
a los malhechores bajo arresto domiciliario mientras les cobran una
multa de manera automática en su cuenta bancaria (...)
Pero este no es exactamente el punto. Lo que es
más importante para Ancilla y para mi es la amenazante sensación de un
observador externo que nos “asiste”, “guía” o “ayuda” en la vida,
siguiendo o registrando nuestros movimientos para influir sobre
nosotros. El observador no es una sola entidad. Es un conjunto colectivo
que se construye por fases incrementales a través de startups y
compañías alrededor del mundo mientras nosotros nos tomamos un café. Lo
sentimos infiltrándose cada vez más profundamente en nuestras vidas. Una
malla de aparatos conectados, cookies y sensores. Si lo
concebimos como un padre benevolente o como los ojos amenazantes de un
tirano, no importa. El hecho es que esos ojos tienen la capacidad
potencial de vigilarnos, todo el tiempo (...)
En este momento, el soporte de la propaganda que ensalza las ventajas
a corto plazo de los pagos digitales está disolviendo nuestros impulsos
críticos y reconformando nuestro ADN cultural. ¿Quién está pensando en
las implicaciones a largo plazo acerca de construir nuestras vidas en
torno a estos sistemas, y encerrarnos en una dependencia directa de los
mismos?
Al contrario que una batalla que utiliza la violencia, la hegemonía
es el ejercicio de poder que lleva a la gente a creer en ello, a verlo
como inevitable, irrefutable y normal. El plan de Visa de cuatro años es
uno de esos ejercicios, y una vez que lo hayamos internalizado,
elegiremos ayudarles a construir su poder. Nos sentiremos extrañamente
tranquilos viendo al Alcalde de Londres llevando la publicidad de
MasterCard, descargaremos el ApplePay como un niño aturdido aceptando un
regalo.
Preparémonos para la Guerra del Efectivo. Recordemos que
esto no va de una nostalgia romántica de los billetes de 10 con la cara
de la reina. Esto va de mantener alternativas ante la asfixiante higiene
del panóptico digital construido para servir a las necesidades de los
comerciantes burócratas que maximizan el beneficio, reducen costes,
monitorean a los clientes, controlan y predicen nuestros
comportamientos. Los alemanes están en ello, junto con los
criminales, los mendigos, las personas que se ganan la vida en la calle y
el ejército de gente cuyas vidas nunca serán valoradas con cinco
estrellas por el sistema de reputación mainstream.
Tenemos que
crear alianzas con los proveedores de los sistemas monetarios no
bancarios, y sí, debemos mantener la opción de poder pagar con tarjeta.
Porque la lucha está precisamente en eso: en las opciones"
http://rebelion.org/noticia.php?id=220160
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