"Si a los "Papeles del Pentágono" de Ellsberg no se les llamó "Papeles de
EE.UU.". Si al "Escándalo de Watergate" no se le etiquetó como "El
escándalo de EE.UU.". Si a los "WikiLeaks" de Assange no se les conoció
como "Los papeles de EE.UU.". Si a los papeles que divulgó Snowden
tampoco se les llamó "Los Papeles de EE.UU.", siendo todos
exclusivamente de EE.UU., entonces, ¿por qué los "Papeles
Mossack-Fonseca", que no son ni del Gobierno de Panamá ni de Panamá,
sino de una firma de abogados, se les bautiza como "Los Papeles de
Panamá"? El Gobierno de EE.UU. ha aceptado haber financiado la filtración de
los 11,5 millones de los papeles Mossack-Fonseca y habérselos entregado
al diario alemán. De aquí dan un salto y caen en manos de un Consorcio
Internacional de Periodistas Investigativos (CIPI) apoyado por el
multibillonario George Soros, Rockefeller y Ford, que se dedican a
atacar a los países de la antigua Unión Soviética.
Curiosamente no han desnudado a ciudadanos de EE.UU. que surfean alegremente en la offshore
Mossack-Fonseca, sino selectivamente a algunos personajes engorrosos de
los países emergentes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica). La casualidad existe, pero no entre discípulos de
Maquiavelo.
Panamá ocupa el 13º lugar entre las más grandes empresas offshore
del mundo. Relativamente no somos tan importantes. La conspiración va
más allá: quieren enlodarnos para provocar una estampida mundial hacia
los paraísos fiscales de EE.UU., Gran Bretaña, Holanda e Israel, más
"confiables" que los panameños"
Santiago Alba Rico:
"La peculiaridad del potlach postelectoral español es que en él
una de las partes no necesitaba dar nada para hacer creer que daba mucho
mientras que la otra hubiera necesitado darlo todo para hacer creer que
daba algo. ¿Y esto por qué? Porque el potlach no se celebraba en
una plaza sino en los medios de comunicación. Es comprensible y
legítimo que los periodistas tengan su propia posición política; e
incluso que consideren amenazado su país por un determinado proyecto y
consideren que, contra ese proyecto, cualquier procedimiento -incluso el
más radical, la mentira- es justificable. Lo que no pueden hacer es
llamar a eso periodismo. Pues bien, en el potlach celebrado entre
PSOE y Podemos, Sánchez ha contado con una riqueza adicional: las
televisiones y los periódicos, que le han permitido aparecer como
donante generoso, flexible y abierto mientras se atrincheraba en un
pacto con C’s que excluía de entrada y definitivamente a Podemos. Al
mismo tiempo, en este binarismo pugnaz, el partido de Pablo Iglesias
se veía obligado a escoger entre dos posturas igualmente entrópicas: la
intolerancia, si es que defendía su programa, o la debilidad, si es que
finalmente cedía para no quedar fuera de juego (...) Sánchez, terrorista suicida, ha dejado incólume al PP y robustecido a
C’s mientras conseguía su propósito de hacer daño a Podemos. Gran hazaña
demostrativa de su voluntad de “cambio”. Él no sobrevivirá. Podemos
quizás sí, siempre y cuando se dedique desde ya a preparar las
elecciones, es decir, a recuperar a los que se han descolgado y a sumar a
los que faltan"
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