“En los países democráticos no se percibe la naturaleza violenta de la economía, mientras que en los países autoritarios lo que no se percibe es la naturaleza económica de la violencia”
Bertolt Brecht

"Hay que aprender de los errores del siglo XX y superarlos. El capitalismo no lo ha hecho. Los socialistas deben hacerlo"
Tariq Ali

"La cuestión no es mercado sí o mercado no, es qué espacio tenemos que concederle al mercado para que tenga efectos positivos y qué espacio tenemos que quitarle para que no tenga efectos negativos"
César Rendueles ("Capitalismo canalla" antídoto para "Los enemigos del comercio" de A. Escohotado)

"Los poderosos siempre han perseguido a los alfabetizadores, a los que paraban las balas con columnas de periódico, a los que hacían escudos con libros cargados de metáforas y razones. También a los que han hecho visibles a los invisibles, a los que enseñan a decir no con una sonrisa y también a los que enseñan desde el monte a recordar que no hay que vivir de rodillas"
J.C. Monedero

Qué son los PsyOps: "Los daños que causan las PsyOps [Operaciones Psicológicas] se reflejan en la aparición de cambios en el plano cognitivo y mental (...) Toda operación militar, y por tanto toda operación psicológica, tiene que contar con una cadena de mando. El análisis detallado de los mensajes a través de Twitter y Facebook ha permitido descubrir «nodos de red», o sea estados mayores implicados en la operación. Estos están entrenados en el uso de métodos de control de las multitudes para crear una situación de contagio entre individuos de diferentes medios y orígenes. De esa manera, los estados mayores logran localizar fácilmente los «repetidores de opinión», o sea los individuos que influyen sobre los demás. Los especialistas pueden entonces optar entre informarlos sobre el proyecto o mantenerlos en la ignorancia de lo que está sucediendo"
Valentin Vasilescu (experto en inteligencia militar)

"Gozamos de tres bienes de valor incalculable. La libertad de conciencia, la libertad de palabra y la prudencia de no usar nunca ninguna de las dos". Mark Twain.


domingo, 19 de mayo de 2019

Capitalismo vs democracia


Xabier Domenech sobre el libro póstumo de Josep Fontana:
 
"La carga de Capitalismo y democracia es de profundidad. Sitúa el nacimiento del capitalismo no ya como el producto natural del desarrollo de nuevas fuerzas productivas y relaciones de producción en la crisis del feudalismo, ni siquiera como resultado de la acción de una burguesía que, como nueva clase social ascendente, habría derribado el viejo régimen, sino como una reacción. Una reacción protagonizada por esta misma burguesía y los terratenientes al crecimiento económico producido básicamente por los campesinos y los trabajadores de oficio. Esta tomó la forma concreta de un gran expolio que se perpetró contra los bienes comunes, hacedores no de un retraso que impedía el crecimiento, sino protagonistas de ese mismo crecimiento.
En la base de esta tesis, en el substrato de su reflexión, parece haber en este sentido un diálogo continuado con Marx, especialmente con el joven Marx, y el extraordinario historiador británico E.P. Thompson, que son los autores más directamente citados en este libro. En sus páginas reaparece así el Marx que reflexiona desde la Gaceta Renana en 1842 sobre los "robos" de leña, convertidos en tales por unas nuevas leyes de la propiedad que mutaban lo que antes era un bien común en propiedad capitalista. Este es un momento fundamental no sólo del nacimiento del capitalismo, sino del paso del viejo topo, como solía llamarse al propio Marx, del idealismo al materialismo.
Resuena también en toda esta descripción de la génesis capitalista Los orígenes de la Ley Negra del historiador británico, una obra aún hoy fundamental para entender cómo se expropió en los orígenes del capitalismo los derechos de las clases populares para convertirlos en crímenes. Pero en este diálogo va mucho más allá de lo que fueron ellos en la descripción de los propios orígenes del capitalismo y de los sujetos sociales que primero resistieron a su implantación para poner las bases de la alternativa al mismo después. Aquellos sujetos que, según Thompson, había que rescatar de "la enorme prepotencia de la posteridad". Estos no son para Fontana ninguna suerte de proletariado industrial "maduro" (si es que nunca existió una clase obrera "madura" en lo que nunca ha sido una realidad estabilizada ni una identidad cosificada, por mucho que se insista en ello) sino los artesanos, campesinos, pequeños tenderos o trabajadores de oficio que Fontana va haciendo reaparecer en cada nuevo intento revolucionario desde los inicios del capitalismo hasta 1848. Es en ellos que apunta a la posibilidad una historia alternativa, una historia de lo que pudo ser a lo que aún podría ser, antes de la imposición del capitalismo. Una alternativa basada en el crecimiento económico equitativo bajo la hegemonía de los Consejos Campesinos y las sociedades de oficio. Posibilidad que no muere con la implantación del capitalismo, sino que constituye durante el siglo XIX su principal alternativa en los albores del nacimiento del comunismo, las tradiciones libertarias o el socialismo.
En este marco, es interesante la reflexión que introduce sobre los efectos perduradores de la Revolución Francesa. De hecho, para Fontana el principal legado de esa revolución –a la que Michelet se dirigía afirmando "Llama ¿cómo debiste ser, cuando tus cenizas queman todavía?"– no fue ser una revolución burguesa inexistente, sino la supresión de los derechos señoriales a la vez que se preservaban los comunales y se procedía a un reparto de la propiedad entre los campesinos que poco tenía que ver con las desamortizaciones posteriores europeas. Lo cual explicaría como uno de los países más poblados del continente, Francia, tuvo una relación inversa de crecimiento de la esperanza de vida y de la talla de sus habitantes en relación al resto de Europa, donde decrecieron con la extensión del capitalismo, y no vivió fenómenos migratorios masivos en las crisis de subsistencia que sí afectaron a Gran Bretaña, Irlanda, Alemania o a Italia.
Pero con todo esto en realidad no decimos nada de este libro. Esta es una historia del capitalismo y es una historia de las alternativas al mismo. Una historia de las posibilidades de los luditas de instaurar una república democrática en Gran Bretaña en 1812 o de las luchas por la democracia y el socialismo, luchas que no eran sino una y la misma, en las barricadas de la primavera de los pueblos de 1848. La historia de todo ello y de la construcción de un modelo"
 
 
 
 
"El resultado de este análisis retrospectivo es demoledor. El desarrollo del capitalismo en nuestra sociedades se ha basado, inicialmente, en “arrebatar la tierra y los recursos naturales a quienes los utilizaban comunalmente” y en “liquidar las reglamentaciones colectivas de los trabajadores de oficio con el propósito de poder someterlos a nuevas reglas que hiciesen posible la expropiación de gran parte del fruto de su trabajo”. Unas reglas que despojaron a los hombres y mujeres de cuanto poseían y que los empujo a una derivada del sistema esclavista: trabajadores cuya única libertad consistía en poder morir de hambre.
Un proceso, el del desarrollo capitalista, que no es “una consecuencia natural de la evolución de la economía” sino que “se impuso desde los gobiernos, mediante el establecimiento de leyes y regulaciones que favorecían los intereses de los expropiadores y defendiendo con medios de represión“.
“Las grandes pugnas políticas a las que hemos asistido entre 1814 y 1848 tenían como objetivo fundamental garantizar el poder a los propietarios. Los cambios que se fueron produciendo a lo largo de estos años iban hacia la creación de estructuras de gobierno más eficaces, que asegurasen la capacidad de mantener a las masas, es decir, a los pobres, lejos del poder“, incide el autor.
Gobiernos que son cómplices
El resultado de todos estos procesos, dirigidos desde el poder, es el mundo que hoy día conocemos y que Josep Fontana define como “democracias parlamentarias basadas en constituciones que garantizan los derechos y libertades de todos los ciudadanos, pero donde los gobiernos elegidos tratan de favorecer los intereses económicos de las grandes empresas y de los más ricos”.
La verdadera lucha, escribe, se produjo entre 1789, con la Revolución francesa, y en 1848, año en el quedó establecido un sistema que, en términos generales, era similar al que rige hoy día, con mejoras que se fueron añadiendo, como la de conseguir controlar los resultados electorales mediante el sufragio universal.
“El resultado es que los gobiernos que hemos elegido entre todos porque prometían velar por nuestro bienestar han acabado convirtiéndose en cómplices tolerantes de un proceso que favorece el enriquecimiento de un grupo  reducido a costa de la mayoría y que engendra una sociedad cada vez más desigual”.
Un despertar colectivo
Pero Fontana nunca tiró la toalla. Siempre defendió que eran posibles alternativas a este sistema económico. Así, el historiador cita al teórico William I Robinson para defender que aún hay esperanza, que aún existe la posibilidad de un “gran despertar colectivo que cristalice en un ‘proyecto popular trasnacional’ que será el equivalente de la ‘revolución socialista mundial’ planteada por Lenin en 1917.
Pero con cambios. Por ejemplo, este gran despertar colectivo no estaría protagonizado por partidos políticos a la vieja usanza o por élites que dirigen a las masas, sino por fuerzas surgidas desde abajo, “desde las luchas cotidianas de los hombres y las mujeres”.
 

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