Ya desde las teorías de la democracia de los Walter Lippman y compañía a comienzos del siglo XX -señala Chomsky desde hace décadas- se trataba de combatir mediante la creación de opinión pública los excesos de democracia. Como los que protagonizan hoy las manifestaciones contra esos "jueces que no nos merecemos" que decía por aquí hace unos días el filósofo Fernández Liria, y que la población debería hacer extensible contra otras manadas judiciales que nos sodomizan a partir de manteros, inmigrantes, raperos, desahucios... hasta procesos políticos no violentos. Lo que se debería llamar en jerga educada togar cloacas de toda laya.
Entrevista a Manuel Rivas ("Contra todo esto"):
"No son cosas que pasen de repente, no te desatornillan la línea del horizonte así de repente. Antes estuvo el 68, algo fundamental en el movimiento de los derechos civiles, la sentencia de muerte a la guerra de Vietnam, se publican entonces los 'papeles del Pentágono', se intensifica la lucha contra el Apartheid, y se está luchando por los derechos civiles y democráticos en Praga, Belfast, Madrid, Barcelona y Bilbao, siendo situaciones y regímenes distintos, pero todas realidades totalitarias donde se está luchando en los mismos días del 68 en las calles. Fue "el gran susto" para el 'establishment' y, en el lado más positivo, nos quedó una herencia de planteamiento utópico, alternativo en el que no se pueden desconectar las libertades individuales, de la libertad solidaria. Y, todo eso, pese a esa corriente dedicada a desmontar todo lo que supuso el mayo del 68 y presentarlo como una especie de 'happening' juvenil burgués parisino y que lo único importante era cómo follar. Pese a ser una interpretación absolutamente superficial y banal, sí creo que hay esa herencia del 68.
Pero ya no parece que, en general, estemos en esos planteamientos utópicos y alternativos.
Es que ahora estamos más bien en la distopía, en el modernismo reaccionario con paradigmas como Ciudadanos o Macron.
Recetas sencillas a problemas complejos.
Sí y, además, juegan con la idea de la libertad pero en realidad lo que quieren es desmontar todo lo que pueda haber de espacios comunes, solidarios. Cuando se aplicó el 155 en Catalunya, que le deberían de llamar Estado de excepción para evitar eufemismos, se creó aquella comisión constitucional en el Congreso que iba a reflexionar sobre la reestructuración territorial de España. Eso ya no existe y se ha dejado de hablar de federalismo (...)
Para pavimentar el camino a la distopía lo hacen con el elemento de la indiferencia y la anestesia. Con el mirar para otro lado. La memoria es algo activo, tiene sentido hablar de memoria como una melancolía activa. Toda esta operación de desmemoria persistente e incluso histérica, el hecho de que moleste que se hable de memoria colectiva cuando la memoria siempre se ha asociado a un factor positivo en las personas -tiene buena memoria, está muy bien de salud- existe. Y creo que una sociedad que tiene memoria es que está genial de salud, frente a lo comentaba antes de la desmemoria o la contramemoria.
Aquí lo que ha sucedido es que se ha obstaculizado ese proceso de memoria, ese rescate de chispas de esperanza de la historia, momentos en los que ha habido una tradición diferente. Hoy en España podíamos estar hablando de una tradición federalista, la Primera República era federalista y es un componente asociado a la democracia. Hoy en día es imposible pensar realmente en una sociedad democrática si no se asocia a ese componente del federalismo. Pero hoy te defines como federalista y parece que eres un cuáquero. Es una hibernación de la memoria democrática, estamos en la contramemoria. ¡Se ha escrito la historia de la península de una forma tan sectaria...! pero hay otra historia, la de las luchas sociales, la memoria del XIX. La palabra liberal, antes de que fuera sodomizada, tiene su origen en los exiliados españoles en Londres... podríamos tener otra memoria. Por eso han sido tan maltratados los pueblos; en el fondo el poder desconfía de su gente, del pueblo (...)
Efectivamente, no es una abstracción, claro que hay causalidades. Y uno de los problemas de la desmemoria, de querer mirar para otro lado tiene que ver con la sustracción de la causalidad. Que está ligado también a la crisis del periodismo porque una de las funciones del periodismo es establecer las causalidades, el porqué de las cosas. Lo fundamental en periodismo es explicar por qué ha pasado esto. Y eso se ha sustraído de la información. Así nos encontramos con un encadenamiento de hechos que parece que es una especie de caos, de azar. ¿Se detiene a miles de personas en Turquía y que es un arrebato de alguien en el poder? ¿Por qué Europa que tenía esa condición de geografía de la esperanza vemos que se está minando? ¿El 'Brexit' es una ocurrencia del dueño de los pubs ingleses? No, no. Ya lo decía Thatcher, tan pronto pueda romperemos esto de Europa, acabaremos con el Estado del bienestar. Eso estaba ya en marcha, justamente después del 68. Son los mismos que luego dijeron que en el 68 lo que pasó es que hubo un "exceso de democracia". Textual. Lo cual nos da la pista de lo que es democracia, justo un exceso de democracia"
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