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Se equivocaría quien interpretase en clave económica el chantaje de Montoro al ayuntamiento de Madrid. Todo lo contrario. La operación de Hacienda es política desde el primer momento. Busca disminuir al máximo o anular los recursos presupuestarios tanto como fomentar la división interna entre sus concejales. Si Madrid, que ha cumplido con la reducción de la deuda tanto como ha generado superavit, se ve obligado a pasar por las horcas caudinas de Montoro, cabe interrogarse por el nivel real de autonomía del poder municipal. Esa interrogante, que puede desembocar en la apatía ciudadana, es la que ahora mismo persigue suscitar la Moncloa en la sociedad madrileña. Al fin y al cabo, solo queda apenas año y medio para la convocatoria de nuevas elecciones municipales en la que el Partido Popular espera liquidar los ayuntamientos democráticos.
La derecha, muy crecida con la manipulación del problema que ha creado en Cataluña, estima que ahora puede plantearse la recuperación del poder municipal hoy en manos de la izquierda. Sabe que el municipalismo es el principal foco de resistencia a su política antisocial y autoritaria. La patente buena gestión de los ayuntamientos democráticos es un serio hándicap para los objetivos actuales de la Moncloa. Luego, minarlos, reducirlos, dividirlos y desmoralizarlos es fundamental para la batalla de Madrid que estallará en la primavera de 2019, donde el no pasarán volverá a resonar por las cuatro esquinas de la capital madrileña. No hace falta señalar la importancia de su desenlace de cara a las simultáneas batallas que se desarrollarán en miles de municipios, hoy dirigidos por las fuerzas progresistas.
Mucho menos recordar la importancia decisiva de las elecciones municipales, como en las vísperas de la expulsión de Alfonso XIII, para resaltar la mucha preocupación con la que toda la derecha, tanto Rajoy como Rivera, observa los próximos comicios locales, en medio de un conjunto de crisis que España no vivía desde la caída de la dictablanda del general Primo de Rivera. Ninguno de sus líderes piensa que puede sostenerse sentado lunes, miércoles y viernes en el 135, martes, jueves y sábado en el 155 si antes no ha sometido al poder municipal como intenta someter al autonómico. Esa es la razón de la apremiante ofensiva de Cristóbal Montoro, aunque, quizás, sea tan prematura que se vuelva contra el ministro como un bumerán al grito de no pasarán. Todo depende de que las fuerzas progresistas sepan eludir el infantilismo político para responder con inteligencia, paciencia y flexibilidad"
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