Para mi gran amigo José Luis, de nuestros eternos debates:
Extraído de la serie de conferencias compiladas en "Chomsky esencial", años 90:
"Bien, el término "teoría de la conspiración" resulta interesante. Si, por ejemplo, yo estuviese hablando acerca de la planificación soviética (...) nadie lo llamaría "teoría de la conspiración". Todo el mundo supondría que estoy hablando de planificación. Pero tan pronto comienzas a hablar de algo que se hace mediante el poder en Occidente, entonces todo el mundo lo llama "teoría de la conspiración" (...) Pero después de todo, los tipos que están en el poder no son idiotas. Realizan una planificación, de hecho, una planificación muy elaborada. (...) Bien, todo es una planificación consciente. (...) No les digo nada nuevo cuando les digo que los principales editores, los funcionarios superiores del gobierno y los hombres de negocios más importantes se reúnen, por supuesto. Y no solo mantienen reuniones, sino que pertenecen a los mismos clubs de golf, acuden a las mismas fiestas, fueron a las mismas escuelas, pasan de un cargo a otro, y del gobierno al sector privado, etc, etc. (...) Así, por supuesto, el Consejo de Administración de General Motors planifica, igual que planifica el Consejo de la Seguridad Nacional, y planifican las agencias de relaciones públicas de la Asociación Nacional de Fabricantes. Es decir, para Adam Smith esto era un truismo: verán que afirma que cada vez que se reúnen dos hombres de negocios en una habitación, puedes estar seguro de que están cocinando un plan para perjudicar al público. Como señaló Smith hace doscientos años los "amos de la Humanidad" harán lo que tienen que hacer para seguir la "vil máxima" siguiente: "todo para nosotros, nada para los demás" (...) Ahora bien, la única cuestión significativa que hay que formular es esta: ¿se trata de una "planificación inteligente"? Muy bien, esto depende de cuáles sean las metas. Si las metas son los beneficios empresariales de mañana, es una planificación muy inteligente. Si las metas son tener un mundo en el que puedan sobrevivir los hijos, es totalmente idiota"
Michael Collon:
"En realidad, las multinacionales industriales son la base del
capitalismo, su explotación es la causa fundamental de la crisis, y son
ellas, en última instancia, las que provocan las guerras. Einstein
muestra bien que, en el supuesto de que no existieran los bancos,
incluso en ese caso, los industriales provocarían crisis, a consecuencia
de las reglas que hemos descrito. A
menudo se habla de las reuniones del Grupo Bilderberg como si fuera el
poder absoluto y totalmente secreto de nuestra sociedad. Por un lado, es
exacto que ese órgano donde se conciertan las multinacionales más
grandes tiene más poder que los gobiernos y puede dictarles las
orientaciones generales. Por otro lado, el hecho de que los principales
capitalistas se concerten entre sí y traten de ponerse de acuerdo sobre
algunas cuestiones no elimina la competencia feroz que estas grandes
multinacionales se dirigen igualmente entre ellas y que las debilita.
Cuando
los grandes bancos estadounidenses se ven sufriendo multas colosales,
como se ha indicado anteriormente, y que Goldman Sachs la recibe de
cinco mil millones de dólares (5 miliardos o 5.000 millones), es difícil
creer que todo esto es parte de una gran confabulación urdida por
Goldman Sachs que sería el amo absoluto del mundo. Hay que ser serios.
Esa multa es el efecto concreto de las contradicciones entre los bancos y
los otros capitalistas, estimando estos que los bancos les han hecho
daño, han puesto todo el sistema en peligro y que por lo tanto se debe
hacer de policía (...)
Para
concluir sobre este punto, una “conspiración global” es imposible
porque los capitalistas están en competencia unos con otros. Pueden
ponerse de acuerdo sobre uno o más complots cuando sus intereses
convergen en un punto, en una región o para abatir un dirigente. Pero no
pueden ponerse de acuerdo sobre una “conspiración global” porque sus
intereses divergen y todo el mundo quiere abatir al otro (...)
Pero toda la
historia de la lucha obrera y ciudadana demuestra que es muy posible
defenderse y lograr progreso social: prohibición del trabajo infantil,
limitación de la jornada de trabajo (hasta quince horas/día en el siglo
XIX!), la obtención de la seguridad social (seguro contra el desempleo,
enfermedad, accidente laboral, vejez…), cumplimiento de la higiene y la
seguridad en el trabajo. Todos estos avances se han conseguido por las
luchas obreras. Si los trabajadores europeos de hoy en día tienen un
cierto nivel de vida, es gracias a las luchas de sus padres y abuelos,
nunca debemos olvidarlo. Especialmente cuando los capitalistas ahora
quieren retomar todo lo que debieron conceder.
Para defender estas
conquistas y para obtener nuevos avances, es necesario no dejarse
intimidar por la supuesta omnipotencia, oculta o no, de los patrones,
sino al contrario verlos como son: con sus fuerzas, pero también con sus
debilidades. Se debe, sin negar las dificultades, tener confianza en
las propias fuerzas (...)
En
cuestiones de guerra, hay muchos tipos de conspiración, como hemos
visto. Pero, de nuevo, sería peligroso creer que las grandes potencias
ganan todas las conspiraciones que cocinan. La trama tiene éxito cuando
hay despolitización y ausencia de movilización. Fracasa cuando la
resistencia de las “víctimas” es consciente y bien organizada. Los
Estados Unidos fueron vencidos en Vietnam; el pueblo palestino resiste
desde hace más de sesenta años; los Estados Unidos ciertamente han
sumido a Irak en el caos pero no han logrado controlar y explotar el
país como Bush lo esperaba; los golpes de Estado han fallado en Bolivia,
Ecuador, Venezuela. En resumen, el mundo es una lucha entre fuerzas
opuestas, no siempre son los mismos los que ganan y depende mucho de la
unidad y la conciencia de los pueblos. Sus ataques y conspiraciones
pueden pues ser frustrados si la población ha sido bien preparada para
resistir. Lo que comienza con una buena información sobre la realidad de
las cosas.
Y para informarse bien, hay que romper, consciente y
completamente, con los dos fantasmas: el conspiracionismo y la
ingenuidad. Pues nos enfrentamos a dos peligros: ver conspiraciones por
todas partes y no ver conspiraciones por ningún sitio. La primera teoría
nos ofrece una explicación falsa que no permite comprender la sociedad
ni transformarla. Al ocultar los verdaderos objetivos, hace el juego al
poder. La segunda teoría quiere impulsarnos a confiar en los líderes
políticos que nos dirían la verdad. Ambas son trampas paralelas.
En lugar de estudiar detenidamente los mecanismos del capitalismo, el
conspiracionismo es una explicación perezosa que algunos quieren imponer
a las masas para evitarles pensar y para manipularlos. A menudo, con el
fin de tomar el poder. Hitler hablaba de “una gran conspiración judeo-bolchevique”
y en un primer momento tronó, en palabras, contra los bancos, pero era
financiado por los grandes banqueros y los industriales alemanes y toda
su acción les ha servido.
¿No ver conspiraciones por ningún lado? Aquellos
que no ven conspiraciones “en ninguna parte”, ¡deberían entonces
explicarnos para qué sirven los servicios secretos! ¿Los veinte mil
empleados de la CIA cobran para jugar crucigramas o para conspirar? Es
el momento de mencionar esta broma muy popular en América Latina: “¿Por
qué no hay nunca ningún golpe de estado en los EEUU?”. Respuesta:
“Porque es el único país donde no hay embajada de los Estados Unidos!“.
Y
cuando la NSA espía el mundo entero, ¿piensan vds. que es sólo contra
el terrorismo o para ayudar en secreto a las empresas estadounidenses a
debilitar a sus rivales extranjeros? La teoría de la ingenuidad,
francamente, ¡no es mejor que la teoría de la conspiración!
Por
último, ¿cómo conseguir una visión objetiva de la historia y de los
conflictos actuales? En mi opinión, hay que decir que ha habido
conspiraciones en la historia, incluso muchas (pensemos en los muchos
golpes para sustituir a un dirigente por otro), pero ellas no hacen la
historia, no constituyen la esencia. Son sólo un medio entre otros de
defender intereses (...)
Pero estos últimos
años se ha reavivado en los medios y en Internet una campaña sistemática
contra algunos analistas etiquetados arbitrariamente “de
conspiracionistas”. ¿A partir de cuando? Desde la masacre de Gaza, en
enero de 2009, cuando Israel se encuentra cada vez más aislado y
criticado en la opinión pública internacional.
Esta campaña no cae
del cielo. En fin, si más no: digamos, de la cima del estado. En los
EE.UU., el sitio oficial del Departamento de Estado no borda mal sobre
el tema “conspiracionismo y antisemitismo”. Del mismo modo, en Francia,
después de Sarkozy, el presidente Hollande ha explotado la vena ante el
lobby pro-israelí del CRIF:
“El antisemitismo ha cambiado de
cara. (…) hoy en día, se alimenta también del odio hacia Israel. Importa
aquí los conflictos de Oriente Medio. Establece de forma oscura la
culpabilidad de los judíos en la desgracia de los pueblos. Mantiene las
teorías de la conspiración que se propagan sin límite. Incluso aquellas
que condujeron a lo peor. Hay que tomar conciencia de que las tesis
conspiracionistas se difunden a través de Internet y las redes sociales.
Mas hay que recordar que es principalmente por el verbo que se preparó
el exterminio. Tenemos que actuar a nivel europeo e incluso
internacional para que un marco legal pueda ser definido y que las
plataformas de Internet que gestionan las redes sociales sean puestas
frente a sus responsabilidades, y que se impongan sanciones en caso de
incumplimiento”.
Confundiendo con mala fe el
antisemitismo (racismo antijudío) y el antisionismo (rechazo del
colonialismo israelí, es decir, de un Estado teocrático basado en una
discriminación étnica, resumiendo, un estado completamente
antidemocrático), el Presidente Hollande criminaliza a los solidarios
con los palestinos. Les asimila resueltamente a los nazis y en realidad
pretende prohibirnos hablar contra la política de Israel. La tesis de la
“teoría de la conspiración” está preparando pues un ataque muy grave
contra la libertad de expresión.
Siempre cercano al Palacio del Elíseo, Bernard-Henri Levy, obviamente sigue el juego acusando de “esa moderna enfermedad llamada la conspiracionismo” organizando un “debate” en 2012 contra el “conspiracionismo”.
Como le remarcó un espectador, ningún oponente fue invitado. Este
hombre que tiene una enorme riqueza acumulada sobre las espaldas de los
trabajadores de la madera africanos, mal pagados, maltratados y
decididamente robados por su empresa familiar, se permite dar al mundo
lecciones de dignidad humana y de rigor de pensamiento"
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