Eric Toussaint:
"No se ha impuesto al sistema financiero privado ninguna medida que
permitiera evitar el estallido de nuevas crisis. Los gobiernos, así como
las diferentes autoridades encargadas de velar por el respeto de las
reglamentaciones y su mejora, han atrasado en el tiempo o han suavizado
enormemente las pequeñas medidas anunciadas en 2008-2009. Ha proseguido
la concentración bancaria y también las actividades de riesgo. Los 15 a
20 mayores bancos privados de Europa y los Estados Unidos han seguido
implicados en diferentes escándalos en relación con los préstamos
tóxicos, los créditos hipotecarios fraudulentos, la manipulación de los mercados de cambio, la manipulación de las tasas de interés (en particular el Libor), la manipulación del mercado de la energía, la
evasión fiscal masiva, el blanqueo de dinero del crimen organizado,
etc. Las autoridades se han contentado con imponer multas, generalmente
muy pequeñas en relación con los delitos cometidos y su impacto negativo
sobre las finanzas públicas, por no hablar del deterioro de las
condiciones de vida de centenares de millones de personas en todo el
mundo (...)
Bancos que han sido
nacionalizados con grandes gastos a fin de proteger los intereses de sus
grandes accionistas privados son vendidas de nuevo a precios de saldo
al sector privado, como el Royal Bank of Scotland en el Reino Unido en
2015. El salvamento de RBS había costado 45 000 millones de libras, su
reprivatización provocará probablemente una pérdida de alrededor de 14
000 millones de libras.
Es también el caso de SNS Reaal y de ABN Amro en los Países Bajos, de
Allied Irish Banks en Irlanda o de una parte del difunto Banco Espirito
Santo en Portugal. Las pérdidas para las finanzas públicas son enormes.
La política del BCE ha evolucionado en la forma pero no en el fondo. La institución basada
en Francfort se ha lanzado a partir de principios de 2015 a una política
activa de quantitative easing (expansión cuantitativa) comprando
títulos a los bancos privados europeos cada mes por un montante de 60
000 millones de euros. El BCE compra a los bancos productos
estructurados que les anima a producir. Les compra igualmente
obligaciones bancarias (covered bonds) y títulos de deuda soberana de los países que aplican políticas neoliberales. Al mismo tiempo, el
BCE presta a los bancos privados a una tasa del 0,05% (tasa en vigor
desde septiembre de 2014).
La FED ha puesto término a la política de quantitative easing
llevada a cabo entre 2008 y 2014. No compra ya títulos hipotecarios
estructurados a los bancos. Ha anunciado desde comienzos del año 2014
que procederá por primera vez desde 2006 a una subida de las tasas de
interés. En principio, esto debería tener lugar antes de finales de
2015. Pero las potenciales repercusiones negativas para la economía del
país la llevan a dudar. En efecto, una subida de las tasas de interés
atraerá masivamente capitales a los Estados Unidos, lo que encarecerá el
dólar contra las demás monedas y disminuirá las exportaciones
estadounidenses dada la atonía del resto de la economía mundial. Además,
numerosas empresas privadas corren el riesgo de encontrar graves
problemas de refinanciación de sus deudas. Sin olvidar que el coste del
reembolso de la deuda pública aumentará
mecánicamente. Aunque esto cuente poco en las dudas de la FED, hay que
añadir que el impacto sobre las economías emergentes será muy negativo
pues masas considerables de capitales las abandonarán y serán
transferidas hacia los Estados Unidos con la intención de lograr mayores
rendimientos y mayor seguridad.
Las políticas seguidas tanto por
los bancos centrales como por los gobiernos no han relanzado la
inversión productiva. Las grandes empresas privadas están sentadas sobre
montañas de liquidez a un lado y otro del Atlántico. Para las empresas no financieras europeas, esto representa más de un billón de euros (1 000 000 000 000
€) que, en lugar de ser utilizados para aumentar las inversiones y la
producción, permanecen en la tesorería de las empresas. Las empresas
utilizan masivamente sus beneficios para comprar sus propias acciones en Bolsa a fin tanto de mantener las cotizaciones
al alza (o impedir su bajada) como de proporcionar a los accionistas
copiosos ingresos. Al mismo tiempo, la parte de los beneficios que sirve
para remunerar a los accionistas bajo la forma de dividendos continúa
aumentando, lo que refuerza por supuesto la tendencia a no invertir.
Está completamente claro que la política de los gobiernos y de los bancos centrales alimenta una burbuja especulativa
en los mercados bursátiles. Esta burbuja puede estallar en cualquier
momento. Ya ha comenzado en China en 2015 y se producirá en un momento u
otro en Europa y en los Estados Unidos"
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