Pablo Elorduy
“Cinco compañías como cinco anillos dominan hoy internet. Compiten en determinadas áreas pero cada una cubre un territorio en el que funciona casi en régimen de monopolio. El primer anillo cubre el conocimiento, el motor de búsqueda de Google es su símbolo. En el segundo está el software y su discurso se ceba en una supuesta explosión de creatividad derivada del uso de los productos Apple. Las relaciones sociales y sus posibilidades comerciales y políticas son el material con el que se construyó el tercero, Facebook. La logística y la distribución en la era del consumismo exprés dieron lugar a Amazon. El sistema operativo Windows es el emblema de Microsoft, la M de GAFAM, el acróstico con el que se designa a los ganadores de la batalla por el control de internet. Los vencedores, al menos, en Occidente.
Dicen que entre todos los propietarios de esos anillos, Jeff Bezos es el menos dado al discurso evangélico. Que su empresa no tiene lemas ni fanfarria new age. Sin el elitismo que destilan los ejecutivos de Apple ni la matizada mediocridad de un personaje como Bill Gates, Bezos ha construido un imperio con un axioma que tiene premio: todo en el planeta está en venta, solo hay que activar los circuitos neuronales para que a cada estímulo, a cada impulso, le corresponda un objeto que puede ser adquirido en el gran bazar digital que ha levantado Amazon. "Año tras año, Black Friday tras Black Friday, Amazon consolida su poder”, resumeEkaitz Cancela, autor de El despertar del sueño tecnológico y colaborador de El Salto. La tesis de Cancela es que, tras la caída de Lehman Brothers en 2008, la economía mundial encontró en la economía de las grandes plataformas un modo de mantener a flote el sistema capitalista, en crisis de rentabilidad desde los años 70. Cancela denomina a la economía de Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft “tecnologías de supervivencia”, en tanto están diseñadas para “ampliar los espacios de nuestra vida sometidos a la mercantilización”.
En el caso de Amazon, el control de las plataformas tecnológicas —la nube— y su capacidad para contratar “ejércitos” de mano de obra precaria, lo sitúa en una posición de ventaja para llevar a cabo el propósito de mantener el ciclo de consumo sin alteraciones (...)
En una década Amazon se ha convertido en la marca empresarial más valiosa del planeta. Solo 58 países tienen un PIB superior a los más de 300.000 millones de euros que hoy vale la compañía que ha transformado los sistemas logísticos de medio mundo. Pero, como señala Bröckers, su entramado fiscal sitúa a la compañía de Jeff Bezos fuera del control impositivo de Estados y ciudades: Seattle, donde se sitúa la sede de Amazon, quiso introducir un impuesto a empresas que, al final del año, iba a costar a la compañía menos de 30 millones de dólares por ejercicio. La respuesta fue “ni de broma”. La empresa amenazó con paralizar sus proyectos en la ciudad y el Ayuntamiento de Seattle se vio obligado a recular.
En España, la última estimación de un portal especializado situaba a la compañía en un beneficio de 4.700 millones de euros. La realidad que conocen el fisco y la autoridad laboral rebaja esa cifra a los 496 millones que las cuatro empresas “españolas” de Amazon han declarado en 2018. El esquema fiscal de Amazon en todo el mundo da la respuesta de cuánto aporta realmente a la Hacienda española: una cantidad irrisoria. Más concretamente: 864.000 en impuesto de sociedades para un total de 4,4 millones en total. Más concretamente: de cada cien euros que Amazon gana en España, paga 0,1 céntimos en impuestos.
Bröckers recuerda que Luxemburgo es la principal base para el desembarco de Amazon en el continente: “El socio ideal para convertir los más de 110.000 millones de euros facturados entre 2007 y 2016 en unas ganancias de apenas 475 millones de euros”. La fórmula Bezos trajo premio cuando Luxemburgo devolvió 15 millones en impuestos a la compañía, algo que acarreó una multa de la Unión Europea al país del Gran Ducado por su manga ancha fiscal a la compañía de Bezos y porque una cosa es una cosa y seis, media docena.
“Como contribuyente de a pie, uno se pregunta por qué resulta tan complicado gravar de forma razonable a los gigantes de internet como Amazon y compañía. Hacerles pagar los impuestos justo cuando y donde sus clientes generan las ventas y no después de que las ganancias se hayan calculado a la baja y se hayan trasladado a paraísos fiscales”, resume Bröckers. La clave de ese esquema es la facilidad con la que, hasta ahora, Amazon ha transformado un volumen de negocios nunca visto en unas ganancias muy inferiores o incluso en un resultado de pérdidas. En el último ejercicio, Amazon EU Sarl, el vehículo financiero de la compañía en Luxemburgo, declaró números rojos por valor de 876,2 millones de euros"
https://www.elsaltodiario.com/capitalismo/black-friday-amazon-jeff-bezos-vende-planeta-tierra
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