Chomsky, Grandin, Fernandes, Hellinger y 120 académicos más:
"Escribimos preocupados por la dirección que ha tomado la WOLA respecto a un asunto de vida o muerte, y posiblemente de guerra y paz, en América Latina. Esta carta es un intento de hacer una serie de sugerencias a la WOLA acerca de su apoyo a varios aspectos de los intentos del gobierno Trump de derrocar al gobierno de Venezuela (...)
Por estas y otras razones, la WOLA debería oponerse inequívocamente a estos intentos de cambio de régimen, del mismo modo que personas progresistas de todo el mundo se opusieron en 2003 a la guerra de Iraq. Pero no lo ha hecho, sino que ha apoyado casi todos los pasos que se han dado. Se pueden tener diferentes opiniones personales respecto a la política interna de Venezuela o sobre cómo pueden las y los venezolanos resolver mejor sus diferencias. Pero es indudable que la operación ilegal de cambio de régimen del gobierno Trump está empeorando enormemente la situación, por lo que a estos hechos deberían oponerse todas aquellas personas que se preocupan por la vida humana y el derecho internacional (...)
Dado que a todas luces el gobierno Trump no desea negociar, y así lo ha declarado abiertamente, la elección de la WOLA implica que no habrá verdaderas negociaciones hasta que los demás gobiernos (europeos y latinoamericanos) del grupo estén dispuestos a romper claramente con Washington. No es algo imposible, aunque es poco probable que ocurra en un futuro próximo. Por consiguiente, la elección por parte de la WOLA de un grupo negociador dominado por Trump sirve para reafirmarle a él y a su equipo de extremistas (John Bolton, Marco Rubio y Elliott Abrams) en su postura de rechazo del diálogo o la negociación.
La WOLA rechaza incluso que la ONU se implique en las negociaciones (que fue una propuesta de su Secretario General Antonio Guterres) afirmando que su papel debería limitarse a supervisar una transición (...)
Esta experiencia, unida a la autoridad moral que tiene la ONU por ser el organismo internacional más representativo, significa que un proceso de mediación supervisado este organismo tendría mucha más legitimidad que uno dirigido por el gobierno Trump y sus aliados políticos.
La WOLA ha sido ambigua acerca de su apoyo al reconocimiento de Juan Guaidó como “presidente interino”, una medida que automáticamente crea un embargo comercial que se suma al actual embargo financiero debido a que casi todas las divisas del país provienen de las exportaciones de petróleo, de las cuales aproximadamente tres cuartas partes se destinan a países que se han unido al reconocimiento de Trump de un gobierno paralelo y, por lo tanto, no se espera que paguen al actual gobierno de Venezuela por su petróleo.
Esto privará a la economía [venezolana] de miles de millones de dólares de divisas, con lo que se acelerará el aumento de la mortalidad (incluida la mortalidad de bebés y niños) debido a la falta de medicamentos y atención sanitaria, y se agravará la escasez de alimentos, un efecto ampliamente reconocido. Esto es algo profundamente inmoral. También viola el derecho internacional, incluidos el Artículo 19 de la Carta de la OEA, la Carta de la ONU y muchos otros tratados internacionales firmados por Estados Unidos.
La WOLA adoptó también una postura ambivalente ante las sanciones de Trump de agosto de 2017, ya que hizo algunas críticas pero también sugerencias para mejorarla. Aquellas sanciones impusieron un embargo financiero ilegal (por las mismas razones antes señaladas) que ha sido devastador al paralizar la producción de petróleo y, por consiguiente, privar a la economía de miles de millones de dólares en divisas extranjeras necesarias para pagar importaciones vitales. También impidió cualquier renegociación de la deuda, así como la mayoría de las demás medidas necesarias para salir de la depresión e hiperinflación en las que se encuentra sumido el país.
La WOLA defendió estas sanciones argumentando que “complican las finanzas del gobierno de Maduro de una manera que no tendrá un impacto inmediato sobre la población (aunque es probable que lo tenga a largo plazo), lo cual es falso, como sabe cualquier persona familiarizada con las sanciones y la economía venezolana. La economía venezolana (no sólo el gobierno) depende de las exportaciones de petróleo para casi la totalidad de sus divisas. Es lo que paga las importaciones de medicamentos, alimentos y otras necesidades vitales, tanto del gobierno como del sector privado.
Estas posturas no son defendibles desde un punto de vista humano y tampoco lo es el objetivo aparente del gobierno Trump de un cambio de régimen extralegal. ¿Por qué el equipo de Trump rechaza negociar? Porque no quiere una solución de compromiso necesaria para que coexistan fuerzas políticas opuestas en un país polarizado. No les preocupa el coste humano que pueda tener una solución en la que quien gana se lo lleva todo; de hecho, es posible que personas como Elliott Abrams y John Bolton consideren que la violencia es parte integral de su estrategia para vencer al chavismo y a sus seguidores, o para obtener el control que tanto Trump como Bolton han afirmado querer tener sobre las mayores reservas de petróleo del mundo.
Es positivo que la WOLA se haya diferenciado de estas personas al oponerse a la intervención militar estadounidense y a la manipulación de la ayuda humanitaria con fines políticos. Pero no es suficiente. Debería oponerse inequívocamente a toda la sórdida operación de cambio de régimen, a las violaciones del derecho internacional y a las sanciones ilegales que tanto sufrimiento están provocando.
La WOLA no debería aparentar que esta operación externa de cambio de régimen dirigida por extremistas propensos a la violencia es en realidad un intento legítimo de la “comunidad internacional” para contribuir a resolver la crisis política y económica de Venezuela. Y lo más importante, la WOLA debería abandonar la poco convincente afirmación de que el único proceso de negociación viable es el controlado por el gobierno Trump y sus aliados, es decir, el Grupo de Contacto Europeo"
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