Habrá quien recuerde cierta conversación política del año pasado que integraba en un mismo saco a Carmena y Errejón, sin dejar de apuntar que no obstante todo Podemos andaba ya apoltronado en la línea errejonista del puro marketing y las concesiones esenciales al régimen del 78 a cuya restauración empezaban a contribuir desde hacía tiempo, como en su acomodaticia adaptación al statu quo, sepulcral respecto a la cuesta arriba económica y social que la coyuntura europea y mundial nos prepara mientras la eclipsa de las conciencias.
La atávica expresión de todo esto: el auge de la ultraderecha, hoy al fin santísima trinidad triunfante. Que la responsabilidad mayor sea la del PSOE, que en el fondo planifica ya la ambición de siempre, pactar hacia la derecha, pero esta vez con la excusa del neutralizar el peligro VOX, a cuyo auge Susana Díaz tanto contribuyó con tanto error de cálculo fatal -todo ello no exime a Podemos de la suya, en su decepcionante aclimatación a la agenda oligárquica trastienda de la política española.
Carmena desmembró hace poco las alianzas que la auparon apostando por la marca Carmena: su trasfondo ha seguido siendo el de los pelotazos urbanísticos y Florentino Pérez, la entrega de Madrid a las grandes tecnológicas totalitarias, el gobernar a golpe demoscópico perdiendo el culo al son de las descerebradas campañas de turno de la ultraderecha cual titiriteros. Ah, y descontaminar un tanto el centro gentrificado a costa de Carabanchel.
La reducción de la deuda, cortesía de Sánchez Mato, de IU, sacrificado a la gloria de Montoro.
Errejón siempre fue el candidato preferido de El País y el propio PSOE, los grandes denostadores de Podemos. Blanco y en botella cual núcleo irradiador. Nunca dejó de ser la gran baza del enemigo íntimo, léase el poli progre del inmisericorde neoliberalismo.
¿Dónde iban si no a escribir su bonita carta?
Queda por ver si al menos el morbo no dejará más votos en la Comunidad de Madrid entre ambos bandos que lo que habría cosechado Unidos Podemos por sí solo, dadas las circunstancias. Solo que Más Madrid es más del PSOE que de Podemos, como van confirmando los hechos, y Podemos más abocado a tenue muleta que a proyecto de asalto a los cielos. Misión cumplida.
Con tales mimbres políticos institucionales, solo las luchas en la calle podrán frenar la agenda ultraderechista oligárquica: ¡virgencita, que los chalecos amarillos en feministas, afectados de la vivienda, universitarios republicanos y pensionistas nos salven! El resto es silencio. Ensordecedor.
"Lo que un observador externo a toda este pelea podría preguntarse es ¿qué diferencias de fondo o de proyecto están detrás de esta nueva división del equipo que hizo posible la conformación de Unidos Podemos en 2016? Pero costaría encontrar respuestas concluyentes. No negaremos que existan diferencias, pero ni son del calado suficiente, ni aparecen hoy por hoy como las razones que expliquen esta nueva disputa.
Errejón -y Carmena también desde otros mimbres políticos- es y ha sido el mejor exponente de la apuesta por un nuevo “bloque de progreso” junto al PSOE, y de defender sin prurito para lograrlo la moderación, el ser una formación de “orden” y derechizar el programa tanto como los socialistas pidieran. Sin embargo, el sector derrotado en Vistalegre II perdió la “asamblea”, pero no lo esencial de su hoja de ruta. Sus postulados principales, como hemos visto en los siguientes meses, han sido la hoja de ruta de Podemos casi punto por punto, muy lejos de la retórica más “combativa” que enarboló Iglesias para la ocasión.
Después de aquel duelo, y dado que Errejón llegó a sacar el 33,68% de los votos, Iglesias promovió una posición de “consolación” nada despreciable para su antiguo número dos: encabezar la lista de la Comunidad de Madrid. Pero asumió también -o reafirmó mejor dicho- el discurso patriótico, los saludos casi semanales a las fuerzas y cuerpos de seguridad, a las fuerzas armadas, la tregua dada a la Corona hasta al menos el caso Corinna, la política para Catalunya -aplicando su propio 155 contra el díscolo Fachín-, el cogobierno con el PSOE en Castilla La Mancha, los pactos con Pedro Sánchez y el proyecto “estratégico” de aspirar, casi como techo de “lo posible”, a ser una fuerza capaz de presionar al PSOE en favor de algunas políticas redistributivas dentro de lo que la Troika nos permitiera, o en otra palabras el Pacto de los Presupuestos.
De hecho en el intercambio de misivas de hoy no encontraremos ni rastro de diferencia política o de programa que sustente la anunciada división. A lo más que llega es a limitar las habituales alabanzas a Carmena diciendo, solamente, que ha hecho “algunas cosas buenas”. Palabras que no pueden ocultar el haberse mantenido, codo a codo con Errejón, estos cuatro años aplaudiendo la gestión del Ayuntamiento de la persecución a los manteros, las megaoperaciones urbanísticas como la operación Chamartín, el pago de la deuda o la renovación de las concesiones de servicios para Florentino y otros viejos amigos de Botella y Gallardón (…)
Iglesias en su misiva a Errejón deja claro que su firme apuesta es esta. Reivindica el acuerdo de los Presupuestos Generales del Estado y lo presenta como el camino para lograr medidas como la revalorización de las pensiones o el freno a los precios del alquiler. Sin embargo, lo que se constata justamente es lo contrario. Ni siquiera esas medidas elementales el PSOE está dispuesto a llevarlas adelante. Los alquileres seguirán desbocados y las pensiones, si bien suben este año en respuesta a las movilizaciones de pensionistas, no recuperan su indexación al IPC y toda subida vendrá acompañada de nuevos pensionazos como los anunciados por el gobierno para alargar la edad de jubilación. Por no hablar del encubrimiento de la corrupción de la familia real, las políticas de extranjería, el mantenimiento de las reformas laborales, incluida la de 2012, o la ofensiva represiva contra Catalunya, de la que en estos días hemos vuelto a ver nuevos episodios a cargo del ministerio de Interior.
La crisis desatada este jueves en la Comunidad de Madrid es el último episodio del fin de ciclo del nuevo reformismo. El quinto aniversario de la fundación de Podemos encuentra a este espacio político cada vez más integrado a la reconstrucción del centro-izquierda de la mano del PSOE, alejado de cualquier impugnación en clave constituyente y reproduciendo la misma “pequeña política” de peleas por el aparato y listas de los partidos del régimen. Algo que se produce al mismo tiempo que emerge una extrema derecha de las mismas entrañas del régimen y el escenario de una salida reaccionaria a la crisis orgánica que se abrió en 2011 aparece como amenaza plausible"
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