"El partido más votado con el resultado más exiguo de la historia de la democracia española. Pudo al día siguiente comenzar las conversaciones para formar gobierno pero, al parecer, esto interfería en las elecciones municipales y autonómicas que se celebraban un mes después. ¿Cómo podía interferir en las elecciones a La Rioja que un grupo de personas trabajase discreta y honestamente en buscar puntos en común? Al PSOE nadie se lo preguntó.
Hasta entonces habían manifestado que “no tenían ningún problema” en un gobierno de coalición con Unidas Podemos, pero se ve que el ábaco estaba atascado porque hasta un mes después en el PSOE no descubrieron que la coalición con UP “no sumaba”. La razón era que otros partidos necesarios para la investidura, en concreto el PNV, podían molestarse. Durante unos días los medios de comunicación reprodujeron esta tesis hasta que los representantes vascos tuvieron que desmentirlo, pidiendo que no se les involucrase en mentiras ajenas. De forma similar se utilizó a Coalición Canaria, quien tuvo que aclarar que no pactaría con el PSOE en ningún caso. ¿Por qué nadie les había preguntado desde un principio?
Con o sin culpables propiciatorios, la monserga de “no suma” siguió repitiéndose inmisericorde. Hasta que obligó a ERC a anunciar abiertamente su abstención para eliminar esta excusa y de paso cargar con furia contra UP. La misma ERC, por cierto, cuya negativa a aprobar los presupuestos propició el cese del gobierno que ahora tanto desea apuntalar.
El PSOE decidió entonces olvidarse de “la suma” para centrarse en “los sillones”, expresión denigrante con la que el PSOE se refiere a los departamentos ministeriales que ocupa. De nuevo la prensa no estuvo al quite: ¿Cuál era el quid de la discordia? ¿Los reposabrazos de ganchillo? ¿La tapicería? ¿Y por qué esa inquina contra un mueble tan querido? De entre los odiadores de sillones fue Carmen Calvo quien mostró una más exacerbada sillonofobia. Escucharla hablar, con ese deje de desprecio y esa expresión de puro asco por las personas de Unidas Podemos que pedían “sillones”, sentándose ella misma en un sillón, da la medida del enorme sacrificio que hace por nuestro país.
La imagino cada mañana luchando contra su extrema repulsión, colocando quizá esos protectores desechables para inodoros en los sofás de la vicepresidencia. Por cierto, que la misma Carmen Calvo ha dado nuevas pruebas de su entrega al ocupar un puesto tan insignificante como la Vicepresidencia del Gobierno en lugar de esos otros mucho más relevantes que ofrece a Unidas Podemos.
Alguien pudo haberles señalado a los dirigentes del PSOE que si tan asquerosos eran esos sillones y tan vil y degradante el deseo de sentarse en ellos, por qué los ocupan con tanto afán. Pero tampoco se dio el caso.
Sin embargo, un día sin más, quizá alarmado por el creciente malestar del gremio de los tapiceros, Pedro Sánchez manifestó en directo que el problema no eran los sillones ni el programa. No, “el único escollo era Pablo Iglesias”. ¿Se lo había comunicado al propio interesado, tal como habría hecho cualquier persona con un mínimo de educación? En las reuniones que mantuvieron no se lo había dicho. Se ve que olvidó ese insignificante asuntillo y prefirió que se enterase por la tele. En comparación con estos modales, los que cortan con su pareja por whatsapp son un dechado de cortesía.
¿Por qué no se lo dijo personalmente? La pregunta parece obvia, pero nadie la planteó. Como tampoco por qué se vetaba a Pablo Iglesias y no al resto de miembros de la dirección de Unidas Podemos que no eran escollo. ¿En qué diferían? ¿Los demás suman y Pablo no suma? Nuevos misterios para el álgebra.
Al día siguiente Pablo Iglesias manifestó que renunciaba a cualquier presencia en el gobierno y entonces, a pesar de la palabra del presidente en funciones, de nuevo regresó el tema sillonesco. Un mes después, como en el súper, la oferta había caducado. Lo que era útil en julio se volvía imposible en agosto. ¿Por qué? La confianza se había quebrado.
Antaño, cuando la confianza reinaba, el PSOE vetaba a Pablo Iglesias y se lo comunicaba por televisión, sus “negociadores” falsificaban y filtraban documentos o la propia Adriana Lastra aprovechaba para mentir obscenamente en el Parlamento sobre las competencias de empleo cuando nadie podía ya darle la réplica. Hoy aquellos días felices habían pasado.
Pero no en todas partes. En Media docena de comunidades autónomas se alcanzaron acuerdos. Se ve que el PSOE piensa que la gente de provincias es más crédula. Además UP quería hacer “un gobierno dentro del gobierno”. ¿Qué es eso? ¿En las comunidades en las que pactaron hay gobiernos dentro del gobierno? De nuevo silencio. Y otra pregunta que Pedro Sánchez no ha tenido que contestar: ¿Acaso no puede el Presidente del gobierno cesar a cualquier ministro cuando desee? De hecho, podría cesarlos a todos al día siguiente de tomar posesión.
Entonces, ¿Cuál es el drama? ¿No está forzado un ministro a consensuar su política bajo la permanente amenaza de cese en caso contrario? ¿Por qué en el PSOE y, singularmente Pedro Sánchez, no han tenido que contestar a preguntas que formularía cualquier alumno de primero de periodismo? ¿Cómo es posible que durante meses se vierta tal retahíla de sandeces sin que nadie les haya sacado los colores?
Lo cierto es que la prensa española se comporta con un sometimiento absoluto al poder. No hace mucho se hizo viral el comportamiento de una reportera que repreguntaba a un dirigente de VOX hasta dejarlo en evidencia. El hecho mismo de que se remarque el proceder de esa profesional deja a las claras lo excepcional que es. Y, en todo caso, es fácil hacerlo con VOX, pero ¿cuándo ha sido la última vez que un periodista ha puesto en apuros a un miembro del gobierno? ¿Cuándo ha sido la última vez que hemos visto que se repregunten y se cuestionen las mentiras palmarias que se vierten ante el silencio acrítico de unos periodistas que solo callan y reproducen? En otras democracias es más común ver a Presidentes revolviéndose ante preguntas incómodas en una rueda de prensa. ¿Cuándo ha ocurrido esto aquí?"
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